Se trata de Patricio Bonato, un influencer que viaja junto a su novia por el mundo y cuenta sus experiencias en internet. El ucraniano que los salvó, la fuga a una ciudad polaca desconocida y el drama de los pasajeros que fueron obligados a quedarse para luchar en la guerra
A pocos metros de cruzar la frontera con Polonia, un oficial del ejército de Ucrania se subió al micro en el que viajaba Patricio Bonato, un joven rosarino que intentaba escapar de la invasión rusa en ese país, y comenzó a contar cuántos hombres había, según publica Infobae.
La orden, basada en la Ley Marcial, era prohibir la salida del país a todos aquellos que tienen entre 18 y 60 años; son reclutados para pelear en la guerra. Al llegar al asiento del argentino, el militar lo miró y antes de que pudiera decirle algo, se escuchó una voz de fondo que cambió su destino para siempre: “Vin inozemets”, que en español significa “él es extranjero”.
“Estábamos a metros de la frontera. Nos podríamos haber bajado e ir caminando. Y vinieron los militares y dijeron que todos los hombres se tienen que bajar e ir y luchar a la guerra. Yo zafé por ser argentino, por ahora, pero el colectivo se vació de hombres. Quedaron más que todo mujeres y algunos nenitos”, relató “Pato” Bonato, como se lo conoce en las redes sociales, donde generalmente relata los viajes que hace por el mundo en compañía de su novia Denise, también oriunda de Rosario.
Ese fue apenas uno de los momentos de tensión que vivió Bonato. Su odisea comenzó varias horas antes en la ciudad de Lviv, el lugar donde residía hasta que el presidente ruso Vladimir Putin ordenara atacar a Ucrania. En medio del pánico por la invasión, “Pato” y Denise compraron un pasaje de micro para escapar a la ciudad polaca de Cracovia.
Tenían que esperar unas tres horas en la terminal y rezar que el ómnibus llegara. Sin embargo, eso nunca pasó.
La angustia y la incertidumbre en la pareja de rosarinos fueron creciendo, pero de repente, un hombre -llamado Ivanko- que también quería escapar, los ayudó. “Nos pudimos subir a uno, pero fue una odisea.
El colectivo nunca vino. Tuvimos que pagar en mano a un conductor para que nos suba, gracias a un ucraniano que nos hicimos amigo. Nos dijo que si no nos íbamos hoy (por ayer) mañana nos iban a meter a todos en un refugio. Justo pudimos enganchar un bus”, contó el joven.
En ese momento no preguntaron a dónde iban. Le pasaron al conductor y se subieron sin tener idea cuál sería su destino. Sólo sabían que se dirigía a Polonia. Ya arriba, les dijeron que el destino era la ciudad de Katowice, ubicada en el sur de ese país.
Al llegar a la frontera estuvieron parados más de 6 horas, sumadas a las que estuvieron en la ruta. El colapso de la zona, producto de la invasión rusa, era notorio. Fue en medio de esa espera que se subió aquel soldado reclutador que casi se lo lleva para pelear en la guerra.
Los hicieron bajar nuevamente, les pidieron los pasaportes y luego de más tiempo finalmente la pareja entró en territorio polaco y llegó a Katowice. “Vimos pasar camiones de guerra polacos yendo a Ucrania. No sé si eran para controlar la situación o para ayudar en la guerra. Les vimos la banderita de Polonia”, comentó Bonato en sus historias de Instagram.
Llegaron a las 6 de la mañana (hora local). No pudieron conseguir dónde hospedarse.
En la terminal donde están ahora la cantidad de ucranianos desborda. La mayoría, cuenta, son mujeres y niños. Pero lo que más agradece es que pudo escapar de la invasión y ahora, busca cómo llegar hasta Dinamarca, un lugar en el que, según se ve en su página de Internet con la que asesora a argentinos que quieren emigrar, conoce muy bien. “No sabíamos si íbamos a salir con vida de allí. No teníamos señal, no teníamos batería en el celular. Vamos a Copenhague (la capital danesa) por un mes o mes y medio”, adelantó.