El hombre que logró poner los amuletos en manos de la familia de la «Pulga» se llama Agustín Guerra. Conoce en esta nota su historia.
Ciro Messi, el menor de los hijos del capitán de la Selección nacional, revolea un muñeco de lana con la figura de su padre durante la final del Mundial de Qatar, y su hermano Mateo acaba de hacerse de otro similar pero con el aspecto de Diego Maradona, aunque la particularidad de la escena es que ambos muñecos fueron tejidos a mano por una mujer en la ciudad de Ushuaia antes de llegar a la cita mundialista.
El hombre que logró poner los amuletos en manos de la familia Messi se llama Agustín Guerra, es hijo de un excombatiente de la guerra de Malvinas y regentea un complejo de paddle en la capital de Tierra del Fuego.
Su esposa, Antonela Lavori, inició un emprendimiento de artesanías durante la etapa más restrictiva de la pandemia de coronavirus, con la confección de muñecos de lana tejidos a crochet y comercializados a través de Instagram, bajo la denominación «Artesanías Ushuaia».
En el catálogo de las creaciones, llamadas «Amigurumis», hay animales, duendes, personajes de Disney y también las figuras de Lionel Messi y Diego Maradona que Agustín le pidió especialmente a su mujer.
«No estaba previsto viajar a Qatar. Mi esposa y mi hermana me animaron a hacerlo. Yo nunca había salido de América. Tomé la decisión en seis horas. Hice un montón de escalas. Y me llevé como amuletos los muñecos de Messi y Maradona», recordó Guerra en diálogo con Télam.
En la semifinal contra Croacia, Agustín decidió llevar el «Amigurumis» de Messi para que «lo acompañara», y en la entrada al estadio Lusail se dio cuenta que por el pasillo contiguo estaban ingresando los familiares de los jugadores.
«Ahí tuve la idea de entregarle el muñeco a la familia de Messi. Un neerlandés que me observaba me hizo notar que ellos entraban por otro sector, así que empecé a correr y llegué justo cuando la mamá de Lionel estaba pasando el vallado», relató el comerciante de Ushuaia.
Cuando le estaba entregando el muñeco, Ciro, el hijo menor del capitán, subido a caballito del hermano de Leo, empezó a gritar que él lo quería, según dijo Agustín.
«Yo lo quiero, yo lo quiero, decía Ciro antes de pasar las vallas. Lo vi tomarlo con tanto cariño que me dio la impresión de que se lo iba a quedar. Y así fue, porque al poco tiempo empezaron a llegarme fotos y videos de Ciro festejando con el muñeco en la mano, en el palco del estadio, y después a upa de su mamá y en una combi donde sacudía el muñeco como una bandera», contó Agustín.
Pero, así como la Argentina seguía avanzando en la Copa del Mundo, el emprendedor fueguino se planteó un nuevo desafío y el día de la final contra Francia volvió al mismo sitio para intentar regalarle a la familia Messi su otro amuleto, la figura de Maradona.
«Fui temprano y pude llegar hasta Antonela (Roccuzzo, la esposa de Messi). Le conté que le había regalado el otro muñeco a Ciro y ella me lo agradeció, me sonrió y me dijo que le había gustado mucho. En ese momento apareció Mateo, tomó la figura de Diego, y le dijo a Ciro que venía detrás: ‘mirá Ciro, ahora tenemos a Maradona’. Fue increíble», detalló Guerra sobre aquel segundo encuentro con la familia de Lionel.
Agregó también que junto con el segundo «Amigurumis» le entregó a Antonela una carta donde le contaban quiénes eran y de dónde venían, junto con unas palabras de aliento y admiración.
«No volvimos a tener noticias de ellos, pero estamos esperanzados de que alguna vez nos contacten. Igual ya sería fabuloso que guardaran los muñecos como recuerdo. Fue una experiencia única e increíble», afirmó Agustín.
Las repercusiones de lo sucedido, sobre todo a partir de las fotos y de los videos de los chicos agitando los muñecos en un palco del estadio Lusail, tampoco deja de sorprenderlo.
Los seguidores de «Artesanías Ushuaia» en Instagram no solo se multiplicaron, sino que comenzaron a recibir una serie de pedidos de todas partes del mundo que no están en condiciones de cumplir.
«Una sola familia de Canadá nos pidió doce Messi y doce Maradona. Cada muñeco lleva varios días de trabajo. Mi esposa los hace como un hobby, así que haremos los que podamos. No es fácil responder a toda esta demanda», reconoció el hombre.
De todas maneras, Agustín sostiene que «lo más importante es la inmensa alegría de haberles podido hacerles llegar los muñecos a la familia Messi y que a sus hijos les hayan gustado».
«Y lo más increíble es haber vivido la experiencia única de un Mundial donde fuimos campeones, un acontecimiento histórico en nuestras vidas que jamás olvidaremos», concluyó Guerra.