La Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia confirmó el procesamiento sin prisión preventiva del ex dictador Jorge Rafael Videla y del ex jefe militar en esta parte de Chubut, Carlos Alberto Barbot, por considerarlos cómplices del secuestro y torturas en perjuicio de Sergio Armando Maida y su esposa, Hilda Liliana Toiberman. En el caso del primero, delitos agravados por ser un detenido político. Para la Justicia Federal, Videla y Barbot, cada uno desde su función de esos años, fueron responsables del episodio.
El 5 de noviembre de 1976 la pareja fue sacada a los golpes de su casa de Trelew por al menos 3 hombres armados que los encapucharon, los durmieron con una inyección y los trasladaron a la Base Aeronaval Almirante Zar. Allí los subieron a un avión que aterrizó en el centro clandestino de detención que funcionó en la Base de Infantería de Marina “Baterías”, a 16 kilómetros de la Base Naval Puerto Belgrano, en Bahía Blanca. Fueron picaneados y sometidos a simulacros de fusilamiento por hombres que se hacían llamar “García”, “El General” y “El Tierno”. Sólo sobrevivieron porque un tío de Maida era viejo amigo de Acdel Edgardo Vilas, segundo jefe del V Cuerpo del Ejército. Esta suerte los liberó.
La causa se había cerrado el 16 de marzo de 1977 porque la Justicia Federal de aquellos años denunció “falta de elementos” para hallar a los captores. Pero se reabrió el 14 de junio de 2007 con nuevos testimonios, liberados de las amenazas de aquellos años.
Eran casi las 22 de la noche del secuestro cuando el grupo de tareas ingresó a la casa de Juan Muzio 190 con el rostro descubierto y armas largas y cortas. Obligaron a la pareja ponerse contra la pared, los esposaron con las manos hacia atrás y los pusieron en el suelo boca abajo. Les pusieron una capucha, los alzaron y los arrojaron dentro del Falcon. Como testigo, María Virgen Quintaman contó que ella y los hijos menores del matrimonio fueron encerrados en la última pieza de la casa. “Pudieron escuchar que sus patrones eran golpeados y tras revisar todo, se los llevaron”. Luego, en las paredes de la casa se encontrarían pintadas con la leyenda “Montoneros”, hechas con esmalte de uñas en las paredes con la leyenda “Montoneros”.
Leonardo Maida, hermano de Sergio, contó que al acudir a la Comisaría 1ª de Trelew lo hicieron esperar hasta decirle que “el tema no estaba en dicha área y debía ir a la Policía Federal de Rawson. Allí un policía le bloqueó el acceso y cuando le dijo que quería denunciar un secuestro, éste le manifestó a unos hombres en la vereda apoyados en un Ford Falcon: ´Che, otro secuestro más´. Se rieron y le pidieron que volviera el lunes”.
Leonardo regresó y los federales le prometieron que irían a su casa a tomarle la denuncia, cosa que no ocurrió. Sí fueron efectivos de la Policía del Chubut, sin mayor resultado. Según la causa, “efectuaron un peregrinaje tratando de dar con el paradero de sus familiares sin obtener ninguna respuesta. Luego de hablar con su hermano y hacer comparaciones concluyeron que habrían estado en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca”.
Al prestar declaración, el propio Sergio Maida confesó que en sus testimonios anteriores, en la primera investigación, debió mentir ya que “había presentes policías con actitud intimidatoria y los que los interrogaban le hacían preguntas muy específicas”. El motivo de su detención habría sido su eventual vinculación con Roberto Quieto y Mario Abel Amaya. Tras ser sacado de su casa con su esposa, “los subieron a un Falcon en el que anduvieron un tiempo hasta que llegaron a un lugar que podría ser la Base, donde lo ataron con una cuerda y lo inyectaron, por lo que se durmió”. Pero su mujer estaba semi inconsciente y recordó: “Los metieron en un avioncito y levantaron vuelo”. Iban rumbo a Bahía.
Al despertar, Maida estaba amarrado y colgado, ya que sus pies no tocaban el suelo. “En un lugar cerrado con gente y le pegaron una piña en el estómago”. Así iniciaron 40 días con interrogatorios bajo torturas. Las primeras preguntas las hizo un tal “Carlitos” y fue cordial. Pero quienes le siguieron fueron violentos. “Le preguntaban sobre los hechos del ´72 y le decían que había alguien de Trelew que no iba a hablar, pero iba a confirmar lo que él dijera”.
El secuestrado pensaba que podía ser Barbot.
Los torturadores eran siempre los mismos: un jefe al que le decían “García”, otro al que llamaban “El Tierno” y un médico apodado “Fidel”, que controlaba las sesiones de tortura y le dio una inyección cuando salieron. El jefe tenía acento correntino y lo llamaban “El General”. Sergio sabría luego que ese hombre era el mismo Vilas que gestionó su libertad. Ya suelto, Sergio se contactó con el hermano de su madre, José Rosembaum, quien le dijo que escaparan rápido. Estuvieron un tiempo en Playa Unión, luego en Buenos Aires y recalaron en Brasil, donde viven. Por carta, su tío le reveló que cuando supo del secuestro habló con su “viejo amigo” Vilas y logró su palabra de que si no conseguían demostrar de que era subversivo, los liberarían. “Pasados unos días Vilas lo llamó y le dijo que los había encontrado y los iban a liberar”.
El lugar estaba hecho de compartimentos de bloque de cemento de casi un metro, sin revoque y con una colchoneta. Descansaban siempre atados y con una cadena que daba vuelta el tobillo. Afuera había vías pero no de ferrocarril sino una trocha bien angosta, “como para llevar carros o un ferrocarril chico”, que los presos podían hasta sentir cuando pasaban. Los otros detenidos eran casi todos de Bahía Blanca: estaban “Caicedo”, “La vieja” y “El viejo”, y una mujer apodada “La virgen”, a la que torturaban mucho.
Según la causa, aquellos colegas de cautiverio también recordaban a la pareja. “Horacio Russin recordó la presencia de ´un matrimonio joven que habían traído de Trelew´. Martha Mantovani (“La vieja”) estuvo en el centro desde el 18 de noviembre al 30 de diciembre del ´76 y recordó a ´una pareja de psicólogos que aparentemente no eran de la zona”. Y Diana Diez (“La virgen”), liberada el 4 de febrero del ´77, mencionó a un ´matrimonio joven de Trelew que tenía dos nenas que habían quedado en la ciudad y a fines de noviembre le avisaron que serían liberados y enviados a Trelew por avión´”.
Fuente: Diario Jornada