En Vaca Muerta no siempre uno más uno es dos. Y así sucede con el impacto de la cantidad de pozos perforados por año hacia la roca generadora. El 2019 cerró por debajo de las expectativas que desde el Gobierno neuquino, como concedente de las áreas, se habían fijado. Pero, por la mejor productividad de esos nuevos pozos, la producción marcó un salto cuantitativo y aportó casi 10 millones de barriles más que el 2018.
A principios del año pasado, y con el viento de cola que parecía impulsar sin freno al shale argentino, desde Neuquén se esperaba romper la barrera de los 300 pozos por año, que, desde hace un par de años se mantienen en Vaca Muerta.
Y casi lo logran. El 2019 cerró con la incorporación de 292 pozos no convencionales, prácticamente todos sobre Vaca Muerta. Este valor es casi igual al alcanzado en 2018 cuando se realizaron 294 pozos no convencionales, pero supera al nivel de la anterior crisis que atravesó Vaca Muerta en 2016 y 2017, cuando se realizaron 240 y 279 pozos por año, respectivamente.
En 2019 hubo dos momentos marcados. Durante el primer semestre del año se realizaron 152 pozos, un ritmo que no logró mantenerse en el segundo semestre –según publica Diario Río Negro-.
El impacto de la crisis desatada por la devaluación y el congelamiento del petróleo, se sumó al freno que desde marzo se evidenció en el segmento del gas por el recorte de la Resolución 46 de incentivos a la producción no convencional. Esas son las causas que frenaron el ritmo de realización de nuevos pozos en el segundo semestre.
De esta forma, Vaca Muerta cerró el 2019 apenas por debajo de los 1.500 pozos. Un salto más que importante ya que implica que, en cuatro años, los pozos productores hacia la formación prácticamente se triplicaron, pasando de 500 en 2015 a los actuales 1.478 pozos.
Si bien, de momento, de los nuevos 292 pozos aún hay varias decenas que no están en producción, es decir que están desconectados a la espera de nueva demanda, la producción de estas perforaciones es mucho mayor a la que generan y generaron los primeros pozos de Vaca Muerta.
Esto se debe a los mejores niveles de producción que se están alcanzando con lo que podría llamarse como las nuevas recetas de los pozos de Vaca Muerta.
Desde el 2016 a la fecha, los pozos en Vaca Muerta se tornaron horizontales, y desde el 2018 han ido ganando no sólo extensión sino también cantidad de etapas de fractura, agua y arena.
Estas modificaciones en la receta hacen que la producción de los nuevos pozos sea mucho mayor a la que en sus primeros meses generaron los pozos más antiguos. Es lo que permite que las empresas mantengan sus niveles de producción o plateau sin tener que incorporar tanta cantidad de pozos nuevos por año.
Un claro ejemplo de este cambio es lo que sucede con la producción de YPF en la zona caliente que encabeza Loma Campana. Allí la operadora tiene más de 600 pozos, de los cuales cerca de 450 son verticales, construidos antes del 2016, y que aportan apenas el 20% de la producción, mientras que los 150 pozos más nuevos y horizontales son responsables del 80% del petróleo extraído.
Durante el 2019, en Neuquén también se realizaron pozos convencionales, aunque con una tendencia marcada a la baja. En este año sumaron 36 las perforaciones de ese tipo que llevaron a que en toda la provincia sean 328 los nuevos pozos.
En tanto que en lo que hace a la producción, el impacto de estos nuevos pozos hizo que en la producción total del año Neuquén subiera un 23,36% e incorporara 10 millones de barriles más a su cuenta.
Esto se dio al pasar de los 42,6 millones de barriles que se extrajeron en todo el 2018 a los 52,5 que se generaron el año pasado.
En el caso del gas, el salto fue más acotado, del 10,69% en especial por la falta de demanda en gran parte del año. Pero de todos modos el balance anual mostró que se sumaron 2.600 millones de metros cúbicos más que lo generado en 2018.
Estos guarismos son los que hicieron que la provincia que capitaliza los desarrollos de Vaca Muerta, pasara el año pasado a ser no sólo la principal jurisdicción productora de gas natural, sino también de petróleo.
De acuerdo a los planes presentados por las empresas que poseen áreas en desarrollo masivo, Vaca Muerta sumará solo en este grupo de bloques más de 600 pozos en los próximos 4 años.
Para este 2020, Shell tiene previsto realizar 40 nuevas perforaciones en su grupo de bloques en desarrollo: Coirón Amargo Sur Este (CASE), Sierras Blancas y Cruz de Lorena.
ExxonMobil se comprometió a realizar 90 pozos en Bajo del Choique – La Invernada antes de 2024.
En Total Austral tienen avanzado el programa de Aguada Pichana Este (APE) dado que ya perforaron pero no completaron 16 pozos de la segunda fase, en la que restan sumar otros 24 antes de 2022.
YPF y sus socios tienen programados una gran cantidad de nuevos pozos en su zona caliente de la producción petrolera de Vaca Muerta. En el caso de La Amarga Chica, la firma prevé realizar junto a Petronas 218 nuevos pozos antes de diciembre de 2022.
Mientras que en la nave insignia de la petrolera de bandera, en Loma Campana, YPF y Chevron tienen previsto realizar 300 pozos antes del 2023 en la fase 2 de desarrollo del bloque.
Otras firmas no se quedan atrás con sus planes en estadío de piloto, como es Chevron que este año incorporará 8 pozos en El Trapial, a los que se sumarán los 5 que están prontos a terminarse por Shell en Bajada de Añelo. La mayor o menor velocidad con la que se completen estos pozos comprometidos será la clave que determine si Vaca Muerta logra dar un nuevo salto mayúsculo en su producción.