Vaca Muerta, ¿merece tanto entusiasmo?

Vaca Muerta atraerá más dólares a la Argentina y pesará más en la balanza comercial que el campo. El país se convertirá en un polo de exportaciones energéticas y recuperará el superávit comercial, lo que…

viernes 31/08/2018 - 7:41
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Vaca Muerta atraerá más dólares a la Argentina y pesará más en la balanza comercial que el campo. El país se convertirá en un polo de exportaciones energéticas y recuperará el superávit comercial, lo que ayudará a cerrar los desequilibrios en las cuentas externas y terminar con el déficit fiscal.

Así lo expuso discursivamente el Gobierno todo este mes, con la presentación del ministro de Energía, Javier Iguacel, en la reunión del Business 20 (B20) en Neuquén, y del presidente Mauricio Macri en el encuentro de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y ayer en la misma formación neuquina; estimaron que las ventas de energía al mundo llegarán a u$s 15.000 millones dentro de cinco años.

En un detallado informe, Iguacel explicó a empresarios de todos los sectores de la economía que gracias a los excepcionales resultados que ya se están notando en la Cuenca Neuquina (la extracción de gas en el primer semestre fue la mejor desde 2010 y la de petróleo dejó de caer en los últimos meses) para 2023 se duplicará la producción de ambos combustibles: será de 260 millones de metros cúbicos por día (MMm3) de gas y de 1 millón de barriles por día (bpd) de petróleo. La mitad de esa producción sería exportable.

A dos meses de su llegada al sexto piso del Palacio de Hacienda, después de su paso como director de Vialidad Nacional, Iguacel ya manifestó en varias ocasiones a empresarios y medios que le tocará «administrar la abundancia», a diferencia de la gestión de su antecesor, Juan José Aranguren, que tuvo que enfrentar la escasez de recursos energéticos.

Este año, por caso, se contabilizarán unos u$s 13.910 millones de inversiones en energía, de los cuales u$s 9521 millones serán para producir hidrocarburos; u$s 2798 millones para generar electricidad a partir de fuentes renovables; u$s 576 millones en centrales termoeléctricas (a gas); u$s 519 millones en distribución eléctrica; y u$s 495 millones en transporte y distribución de gas. La semana pasada, el ahora ex ministro Aranguren consideró que las previsiones son «exageradas».

Consultados por El Cronista, distintos especialistas del sector expresaron su optimismo, pero marcaron diferencias con la visión oficial. Para un importante ejecutivo petrolero que prefirió mantener su nombre en reserva, los resultados que promete el Gobierno se pueden lograr, pero no para dentro de cinco años, sino que se deberá esperar un poco más.

«La clave es poder exportar Gas Natural Licuado (GNL), pero eso tomará más tiempo», señaló. Para lograr ese objetivo, se deberá agilizar el polo industrial de Bahía Blanca y construir una planta de licuefacción de gas (enfriarlo hasta -161° C para facilitar su transporte por barco), con precios que permitan sacar barato el fluido del pozo, transportarlo, y llegar al puerto para competir con gigantes experimentados del mercado mundial, como Qatar, Nigeria, Trinidad y Tobago, Australia y Estados Unidos.

Las importaciones de GNL insumen unos u$s 1000 millones anuales desde 2008, para cubrir la demanda excedente de la oferta local, el gas proveniente de Bolivia y, en los últimos tres inviernos, el que se le compró a Chile. Para 2021, el Gobierno espera terminar con estas multimillonarias compras. El radical Jorge Lapeña, ex secretario de Energía en la presidencia de Raúl Alfonsín y actual titular del Instituto Argentino de la Energía (IAE) General Mosconi, piensa que es «positivo» que el Gobierno blanquee sus objetivos, pero que van más allá de las expectativas privadas.

«Se necesita que esto quede plasmado en un papel, que las empresas se comprometan a lograr esas metas en cinco años», dice. Incluso, las nuevas proyecciones oficiales superan por mucho los escenarios planteados hace apenas dos años por funcionarios del propio Ministerio de Energía conducido por Aranguren.

En ese entonces, se pensaba un escenario base con una producción de petróleo de 660.000 bpd de petróleo y 174 MMm3d de gas y uno optimista de 750.000 bpd y 200 MMm3d, respectivamente, recién para 2030. Con incipientes resultados a la vista en Vaca Muerta, el Gobierno espera alcanzar 500.000 empleos asociados al desarrollo de la formación en el próximo lustro.

Por supuesto, ante tamaña previsión surgen voces con escepticismo. Fuentes que trabajaron en el Ministerio de Planificación kirchnerista recordaron un añejo informe de 2014, en el que se calculaba que la cantidad de pobladores en la zona crecería en los próximos años, como mucho, hasta 550.000, y los nuevos puestos de trabajo generados podrían ser 150.000.

Otro ex secretario de Energía, Daniel Montamat, opinó: «Los recursos en Vaca Muerta están. Su desarrollo depende de inversiones cuantiosas, de la infraestructura para evacuarlos y de la gestión de demanda interna, regional e internacional. (El ex presidente, Arturo) Frondizi triplicó la producción de petróleo en 4 años. Pasó de 5 millones de m3 por año a 15 millones de m3. La meta nueva del Gobierno es exigente pero posible. La política energética tiene que habilitar la cancha y son las empresas la que deben jugar el partido».

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