Una tendencia llamada Milei

La capitulación del presidente distiende la interna, pero la crisis no da tregua y el gobierno aparece sin instrumentos. Milei, el dólar y la encuesta que altera los nervios de todos.

lunes 24/04/2023 - 0:01
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En los últimos seis meses, el espacio del Frente de Todos perdió 9 puntos en intención de voto. En el mismo período, Juntos cayó 2 puntos y Javier Milei creció 6. Si las elecciones primarias fueran hoy, en medio del tembladeral de la inflación descontrolada y la presión devaluatoria que elevó el dólar paralelo casi 40 pesos en una semana, el escenario presentaría a tres fuerzas en una disputa cerrada y de resultado impredecible. La vieja oposición al kirchnerismo lograría 36 puntos en la primaria, el peronismo oficial reuniría 28 puntos y el economista que maldice a la casta llegaría a 25, introduce el artículo del sitio La Política Online.

Nunca alterada, la inestabilidad de fondo que se profundizó en el arranque del año electoral, con precios que se dispararon sin remedio, y una sequía histórica que expuso la sangría de reservas impactó de lleno sobre las chances del gobierno. En los últimos dos meses, el rasgo saliente es que Milei crece directamente gracias a la crisis de un peronismo que no hace pie y tiene nublado el horizonte.

Los datos que circulan en distintas esferas del poder surgen de la última encuesta de Aresco, la consultora que fundó Julio Aurelio y hoy dirige su hijo Federico. La instantánea capta un momento pero es resultado de un proceso que parece haber encontrado en Milei al actor con capacidad de capitalizar el malestar, producto del deterioro crónico.

El vindicador más potente del menemismo no milita en el peronismo y su campaña perjudica, al mismo tiempo, a las dos caras gastadas de la polarización. Para Aurelio, Milei representa un desafío muy grande para las dos fuerzas que dominan la política desde hace 15 años.

Para Juntos, porque pone en riesgo como nunca una constante que se dio en todas las elecciones desde que se constituyó la alianza anticristinista: la suma de votos entre la primaria y la general, que se materializó con más o menos intensidad en 2015, 2017, 2019 y 2021.

«Por primera vez lo que lo benefició en todos los procesos electorales nacionales hoy está en duda. Al contrario, es probable que no se dé el voto útil opositor», dice Aurelio. Según su criterio, fidelizar el voto de la primaria entre Horacio Rodriguez Larreta y Patricia Bullrich va a resultar cuesta arriba gane quien gane y no está claro que un mes de abrazos logren compensar dos años de diferencias. Las fugas hacia Milei pueden ser incontenibles. 

Para el peronismo, el panorama es todavía más complicado porque tiene que revertir en forma urgente el proceso que se está consumiendo su capital electoral y lo ubica ahora 20 puntos abajo de lo que obtuvo Alberto Fernández en las PASO de hace cuatro años.

Aunque el video de 7 minutos del presidente para anunciar lo evidente facilita el ordenamiento necesario para elevar el piso electoral del FDT, la dinámica de inflación al 7,7%, la presión devaluatoria y la falta de dólares anticipa que nada será tan sencillo. Al contrario. «Si sigue la tendencia, el peronismo queda afuera de una segunda vuelta. Clasificarían Milei y Juntos. El Frente de Todos tiene que frenar la tendencia ahora», dice Aurelio.

El escenario es tan inestable como ambiguo. Juntos se encaminaría a ganar en primera vuelta si no fuera por los votos que le roba Milei, pero el peronismo es el que el que menos chances tendría de triunfar frente al economista de Libertad Avanza en caso de acceder a un balotaje en su contra.

En el PRO, preocupa cada vez el crecimiento de Milei y no está claro que Larreta y Macri puedan llegar a un acuerdo pacífico que disipe el nivel de violencia interno inédito que desata la pelea por el botín de la ciudad. Macristas de la primera hora advierten que Milei no para de subir en las encuestas y arriesgan incluso que el no sabe/no contesta ya no es tan indescifrable como antes. Ahora, piensan, es casi un voto cantado para él.

Milei no solo se beneficia del espectáculo de las diferencias en las dos fuerzas hasta hoy mayoritarias. Además, su propia propuesta de dolarización potencia la huida de los pesos y contribuye a espiralizar la crisis que devora a Sergio Massa. Es la profecía autocumplida, según afirmó el informe de la consultora financiera 1816. El ministro de Economía es el último exponente de la clase política que intenta en forma desesperada evitar el colapso, pero su cortoplacismo extremo dejó hace rato de dar resultados.

El salvataje de Washington por el que Massa milita desde hace semanas le serviría al oficialismo para llegar con más oxígeno a las elecciones pero tendría parecidos elocuentes con el socorro que Macri logró del Fondo gracias a la presión de Donald Trump. Nada es gratis, la factura siempre llega.

En la Casa Rosada, sostienen que la disparada del dólar se debe a que los tres candidatos principales de la oposición anunciaron en el Llao Llao que irán directo a una devaluación. Junto con Bullrich y Larreta, Milei fue uno de los candidatos que rindió examen en el Hotel Llao a Llao ante los empresarios más poderosos de la Argentina.

Sin embargo, el economista que durante años trabajó para Eduardo Eurnekian dejó de ser un producto exclusivo de las clases altas y logró penetrar en otros ámbitos con su discurso. Si hoy se habla más de casta que de grieta es por el éxito de un Milei que se alimenta de los fracasos ajenos y regala espejitos de colores. 

En la oposición piensan que Massa se quedó sin instrumentos para frenar el espiral de una crisis que se retroalimenta. El fundador del Frente Renovador y Alberto Fernández lograron en los últimos días darle a Antonio Aracre una trascendencia pública que no había logrado en sus 35 años como empleado de agroquímica Syngenta, la trasnacional que surgió de Novartis y tiene su casa matriz en Basilea.

Sin embargo, los planes frustrados de Aracre no explican la disparada de los dólares paralelos que llevó la brecha otra vez al 105% y pulverizó una de las promesas del político que llegó a su cargo con el traje de superministro.

En septiembre pasado, desde el primer piso de la embajada argentina en Washington y después de una reunión con empresarios mineros, Massa arriesgó ante un grupo de periodistas que la brecha estaría en 30% en marzo de este año. Lo mismo que su vaticinio de una inflación que empiece con 3 en abril, se trata de números que vuelven como un búmeran en su contra. Sin embargo, no impiden que siga siendo el funcionario más poderoso de un gobierno debilitado al extremo. Ahora que Alberto aceptó que no tiene futuro, los entusiastas que quedan en el FDT esperan por una vicepresidenta que aparece ausente en medio del drama de la coalición de gobierno que surgió de su dedo.

Fernández había prometido hace rato ante su entorno más intimo que iba a abandonar la ficción reeleccionista. Por eso alentó a Daniel Scioli en su proyecto y también le pidió a Agustín Rossi que se presente como candidato, apenas asumió como jefe de Gabinete. Tras la visita de Scioli a Mayra Mendoza en Quilmes, los incondicionales de Alberto que le advertían contra una futura defección del ex motonauta le dijeron: «Nos equivocamos. Te traicionó dos meses antes de lo previsto». Rossi está en carrera y en Olivos piensan que el cristinismo hará todo lo posible para evitar las PASO y forzar un candidato de consenso que, a esta hora, no es otro que Massa.

La renuncia del presidente abre la puerta a un proceso de unidad, mientras fortalece a Massa y obliga a jugar a Cristina. Pero no resuelve el drama de la inestabilidad en una dinámica de inflación y falta de dólares que pone a todo el peronismo contra las cuerdas.

En Juntos consideran que el ministro se consumió el capital político y ya utilizó los contados instrumentos que tenía disponibles para administrar la escasez. En sus charlas con fondos de inversión del exterior, los economistas de la oposición no auguran un desenlace ordenado: algunos dicen que Massa se verá obligado a devaluar y otros pronostican que la inflación puede llegar a dos dígitos en los próximos meses.

En público, Eduardo Levy Yeyati por el radicalismo y Luciano Laspina por el PRO fueron dos de los que cuestionaron a Massa por el remate de títulos públicos que pasan regalados a manos privadas con el objetivo de bajar la cotización del dólar MEP. En el oficialismo, la mayoría hace silencio.

Online en forma permanente con el representante de las cerealeras Gustavo Idigoras, el ministro logró en los últimos dos días que el agronegocio liquide algo de lo que atesora pero en el universo de las cerealeras sostienen que la disparada del dólar paralelo hizo envejecer en tiempo récord el acuerdo del dólar soja a 300 y presionan por beneficios adicionales. Todo dura nada. Si el gobierno no cede a una nueva devaluación, la consigna de los sojeros es aguantar porque la sequía alteró las previsiones: lo que guardan en los silos, dicen, ahora es poco y de mala calidad.

Si los ingresos devastados por la inflación y la caída del salario real se volvieron parte del paisaje que el peronismo naturalizó, la falta de dólares también explica los aumentos de precios porque las alimenticias dicen que negociaron con Economía acuerdos que estaban atados al acceso a las divisas. Cuando los dólares prometidos escasean, los precios se disparan porque los empresarios que se sobrestockearon no quieren vender lo que tienen.

Pero Juntos tampoco encuentra la forma de evitar el crecimiento de Milei, que hace un año está en campaña. Son pocos los que apuestan a que Larreta encuentre una oferta que le sirva a Macri como consuelo. A medida que corren los días y el ingeniero se muestra sin capacidad de respuesta, crece en el PRO la sensación de que Macri renunció a su rol de jefe antes de tiempo y quedó convertido en un actor inofensivo. A diferencia de Fernández, que resistía desde hace un año y medio la ofensiva del cristinismo para asumirse sin futuro, Macri dio el paso al costado porque sabía que no tenía espalda para avanzar con el ajuste de shock que tanto recomienda. Así resignó la enorme centralidad que había recuperado por default, gracias al experimento defectuoso del Frente de Todos.

Larreta resiste por ahora la presión de sus socios radicales: le piden que acelere contra el ex presidente y le exija a Jorge Macri que renuncie a su cargo en la Ciudad o lo apoye en forma explícita como candidato a presidente.

En el macrismo, conviven optimistas y catastrofistas. Algunos como María Eugenia Vidal creen que hoy existe un plafón social que no existía en 2015 para arrasar con lo que queda en pie de la Argentina peronista. Los menos entienden que no hay margen para ir al shock sobre ingresos devastados: piensan que la pesada herencia del todismo será ingobernable y que el próximo presidente se desgastara en tiempo récord. Para entonces, suponen, el jefe del peronismo que logre sobrevivir a la crisis será el que capitalice el descontento.

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