La oveja pareció en la esquina de Fontana y España, este martes a la mañana en pleno centro de la ciudad. No era un perro grande, de pelaje blanco, de esos que son fieles compañeros de sus dueños, pero se le parecía bastante.
No fueron pocos los que se pararon en la esquina para acariciarla. La oveja, mansa, domesticada, se quedaba quieta y obedecía a los dueños.
Ramón Ceballos y Adela, Salteños y Trelewenses por adopción, criaron a la oveja desde el tercer día de su nacimiento, cuando unos perros mataron a su madre.
Ramón, quien reside hace 40 años en la ciudad, contó que el animal vive preferentemente dentro de la casa, si bien tienen un patio.
Aunque parezca increíble la oveja come todo lo que le dan, «papas fritas, garrapiñadas, turrones», se ríe el hombre. Lo que más le gusta a este animal es salir a dar una vuelta por el centro.
Cada vez que la sacan se convierte en el centro de atracción, en especial de los niños y niñas, que van corriendo a acariciarla. «Es mansa pero traviesa», cuenta el paisano que va a cruzar la calle y la oveja lo sigue, obediente, mientras ve pasar los autos.