Por Daniel Alonso
Si no fuera tan doloroso, quizá hasta causaría gracia: resulta que todo comodorense que pretendió sentirse alguna vez chubutense y aspiró a gobernar su provincia fue hecho presa de una esotérica maldición.
El análisis del único diario valletano que refundó y dirigió un comodorense nativo, se queda corto en el descubrimiento. El columnista de El Chubut –casi gritando Eureka !…- hizo el módico hallazgo: “toda vez que el Partido Justicialista llevó un candidato a la gobernación surgido de Comodoro Rivadavia, perdió”.
No fue gratuito en ese libelo omitir que el comodorense restante –don Roque González, no peronista sino Radical- fue injustamente depuesto por sus propios correligionarios cuando cumplía dos años de gestión.
(Casualmente el titular histórico del diario que hace público su oráculo político en esa especie periodística –nativo de Km 5–, fue el miembro informante para promoverle juicio político a su primo Roque…)
La única perlita que faltaba en el largo collar de maldiciones fácilmente previsibles cada vez que se acerca el recambio de un turbo gubernamental provincial.
Lo que sería más útil, es poner a la luz de una vez por todas la realidad incontrastable. Develar que esa supuesta maldición celestial, nace de los bien terrenales instintos de supervivencia de la tradicional casta política chubutense, que tan pocos y tan elementales especimenes tiene en las zonas eminentemente productoras de nuestro territorio.
Tan primitiva es la fisiología política de los chubutenses del sur, que últimamente se repiten como para convencerse a sí mismos que la única solución a tantas desventuras es que un comodorense llegue al sillón e Fontana. Apuestan a esa expectativa como quien está convencido del hallazgo de la piedra filosofal.
Desconocen que la estructura administrativo-político-burocrática del estado provincial es tan intrincada y está tan sedimentada en la más rancia tradición valletana, que no hay diamante de trépano alguno que pueda horadarla.
Más útil sería –desde todos y cada uno de los partidos políticos con chances de ganar voluntades mayoritarias—que lograran una legislatura con representación abundante del grueso de los pobladores (como en la cámara baja nacional) , para lograr las reformas estructurales y la descentralización del poder que puedan garantizar para siempre gobiernos equitativos.
Hasta tanto, seguiremos en mano de los duendes y las pitonisas que aseguran –y con razón—que es una maldición para el resto de los chubutenses, que un comodorense pretenda ser gobernador.