Se trata de una migrante cubana que salvó su vida de milagro. Hallaron los cuerpos de dos nenes de cuatro y 10 años entre los escombros.
Poco antes de la 1.30 de la madrugada del jueves 24, Ileana Monteagudo se despertó de golpe. Faltaban pocos minutos para que se desplomara el edificio donde vivía, el Champlain Towers South, en Surfside, norte de Miami Beach. Y ella sintió que debía salir de ahí.
“Una fuerza superior me hizo abrir los ojos y sentí un ambiente extraño en el apartamento”, contó esta emigrante cubana, de 64 años, que residía en el sexto piso del complejo de 12 plantas que colapsó y causó al menos 18 muertos y 145 desaparecidos, según el último reporte oficial.
Este miércoles se encontraron entre los escombros los cuerpos de dos nenes de cuatro y 10 años.
Monteagudo contó su historia al Nuevo Herald de Miami. Su hijo, que vivía con ella, también se salvó. Esa noche se quedó a dormir en la casa de su novia.
Tras despertarse, la mujer comentó que se levantó a chequear la puerta del balcón que daba al mar y se dio cuenta de que se había salido de los rieles. Y no entendió qué estaba pasando.
Entonces miró hacia el techo y vio que había una grieta que nunca había estado ahí.
“Este edificio se está partiendo”, pensó. Y corrió hacia su cuarto, se sacó la bata de dormir y se vistió de apuro, tanto que no tuvo tiempo de ponerse un corpiño.
Monteagudo tomó la cartera y una tarjeta de crédito que había dejado la noche anterior preparadas para una cita que tenía a la mañana siguiente muy temprano. Luego apagó una vela prendida en honor a la Virgen de Guadalupe y salió al pasillo.
Una huida desesperada
Lo que siguió después ocurrió en pocos minutos. De los nervios que tenía, la mujer siguió de largo cuando se topó con las escaleras más cercanas a su departamento, ignoró el ascensor y bajó por otras escaleras más alejadas pero que conocía bien. Esa decisión probablemente le salvó la vida.
Monteagudo contó que mientras bajaba daba alabanzas a Dios y cuando llegó al cuarto piso sintió un “estruendo ensordecedor”. Entonces perdió su teléfono celular que le servía de linterna, pensó que el edificio colapsaba y que moriría aplastada
“Quiero ver a mis hijos, a mis nietos, déjame vivir un poco más”, comentó que le pidió a Dios. “El miedo era llegar a los bajos y que los escombros no me dejaran abrir la puerta”, añadió.
Finalmente, logró salir del edificio, tuvo que saltar un muro que se había desplomado y fue ayudada por un guardia de seguridad que le tendió una mano salvadora.
“Esto fue un asesinato”
La mujer logró llegar a la casa de un amigo que vive sobre la misma Avenida Collins, donde se levantaba el complejo de lujo frente al mar.
“Me quedé igualito que cuando llegué de Cuba, sin nada, pero con 50 años más”, dijo. Su apartamento le había costado 600 mil dólares, que pagó hace pocos meses en efectivo.
En su declaraciones al periódico, contó que sufría por su vecina de enfrente, Hilda, que era sorda y a la que no pudo despertar con sus gritos.
El cuerpo de su vecina Hilda Noriega, de 92 años, fue hallado el martes entre los escombros
“Todas esas vidas perdidas…. Eso no fue un acto terrorista, fue un asesinato. Era algo que se pudo evitar”, indicó.
Y concluyó: “Estoy más que agradecida de esta vida. Soy una persona que, cuando tiene que ser fuerte soy la más fuerte del mundo, y cuando tengo que ser blandita, lloro por cualquier cosa”.
Fuente: TN