Omar Tabarez, que fue a la guerra como trompetista con 19 años, regresará a las islas después de más de tres décadas junto a familiares de los caídos. Cómo será el especial homenaje que realizará.
«Me ahogué, me quedé sin palabras», atinó a responder Omar Tabarez, el trompeta del Regimiento 25 cuando se enteró que sería parte del contingente de familiares que viajará a las Islas Malvinas el 13 de marzo.
Es que la de Tabarez es una historia que lleva casi 37 años. Como Cabo primero músico del Regimiento 25 fue a las islas como trompeta. Si bien estaba armado, su principal tarea en el esquema de la guerra moderna, en los ataques aéreos ingleses al aeropuerto de Puerto Argentino, fue la de insuflar épica y tocar «a la carga» y así darle ánimos a sus compañeros. También fue el fiel custodia de la bandera del regimiento, cuyo sol con los sables de algunos de los oficiales de esa unidad quedaron enterrados en las islas.
Llegada la rendición, un soldado escocés de nombre Tony Banks, se quedó con su trompeta. Terminaría en una vitrina en un museo privado en las islas británicas. Casi 30 años después, ese mismo soldado, devenido en exitoso empresario, lo buscó para devolvérsela. Y así una fría tarde del 14 de junio de 2010, Tony Banks tocó timbre en la casa de Moreno donde vive Tabarez y sólo le dijo: «Ahora puedo morirme en paz».
Pero esa parábola de la vida del ex suboficial, hoy profesor de Historia -profesión que eligió especialmente para encontrar respuestas a los miles de interrogantes que plantea la cuestión Malvinas- todavía no tiene un fin. Pero sí un por qué.
El Negro Guanes
Sandra Aguirre, la esposa de Tabarez, es la directora de la Escuela 42 de Paso del Rey, donde él mismo también es docente. En el 2017, se decidió ponerle nombre a la escuela y para ello los alumnos votaron entre tres candidatos: René Favaloro, Crucero General Belgrano y Héctor Guanes, un soldado veterano del Regimiento 6 que murió en las islas. Y ganó Guanes.
Pero, ¿quién es Guanes?
Héctor Antonio Guanes vivía en Moreno, era hijo de madre soltera y -fiel a su ascendencia paraguaya- devoto de la Virgen de Caacupé. El Negro Guanes era de pocas palabras, tranquilo, «de mirar más que hablar», según su superior, el hoy coronel Esteban La Madrid, un joven subteniente en Malvinas. Refieren que era un morocho de pelo duro muy querido en el grupo. Integraba una sección de tiradores de la Compañía B del Regimiento 6 de Mercedes.