El Movimiento Popular Neuquino, una máquina de ganar elecciones de la mano de la política más tradicional -esa de aparatos y punteros que tanto dicen despreciar las principales figuras de Cambiemos-, le evitó a Mauricio Macri una durísima derrota en el comienzo del año electoral.
El triunfo del gobernador Omar Gutiérrez fue celebrado como una victoria propia en la Casa Rosada. No es para menos, ya que significó una derrota del hombre de Cristina Kirchner. Desde hace tiempo, en el Gobierno habían asumido que el candidato de Cambiemos, Horacio «Pechi» Quiroga, había quedado fuera de carrera. En ese contexto, en el oficialismo eligieron olvidar que siempre consideraron al MPN como parte de la vieja política.
En enero de 2015, durante una visita a Villa La Angostura en el marco de su campaña presidencial, Macri criticó las gestiones del Movimiento Popular Neuquino -«en 53 años podría haber hecho muchas cosas»- y reclamó que se alternara el poder. No imaginó en aquella oportunidad que la primera derrota de un partido que ganó todas las elecciones a gobernador desde 1963 hubiera minado aún más su camino hacia la reelección. La victoria de Gutiérrez no lo allana necesariamente, pero un triunfo del candidato kirchnerista Ramón Rioseco hubiera llenado de piedras un sendero de por sí escarpado. «Hubiera sido un mensaje tremendo», reconoció un importante funcionario de la Casa Rosada cuando los primeros resultados empezaron a devolver la tranquilidad que habían perdido durante las últimas semanas.
Gutiérrez es considerado un gobernador aliado y previsible. Rioseco representó la antítesis perfecta, una verdadera amenaza para la provincia de Vaca Muerta y centro de las principales inversiones de los últimos años y, sobre todo, de las que el Gobierno confía recibir en un hipotético segundo mandato de Mari.
Tanta trascendencia le adjudicaron en el Gobierno a las elecciones en Neuquén que varios funcionarios relacionaron la suba del dólar y del riesgo país del jueves con la incertidumbre del resultado electoral en la provincia patagónica. Hay quienes sostienen también que la Casa Rosada hizo su juego: habría exagerado los riesgos de una derrota de Gutiérrez para cotizar más su victoria. La diferencia fue mayor de la que todos esperaban y el denominado «voto útil» terminó sepultando las esperanzas de «Pechi» Quiroga.
Ahora, con la confirmación del triunfo de Gutiérrez, Nicolás Dujovne podrá encarar mañana algo más aliviado su viaje a Estados Unidos en busca de inversiones. En el Ministerio de Hacienda no querían ni imaginar lo que hubieran sido los encuentros con los principales empresarios de la industria del petróleo teniendo que explicar una victoria kirchnerista en Vaca Muerta. De todos modos, al ministro no le faltarán temas sobre los que dar explicaciones.
Gutiérrez fue -Macri siempre lo resalta- artífice del acuerdo entre empresas y sindicatos que permitió modificar el convenio laboral de los petroleros y exhibirlo como ejemplo a otros sectores.
Sin embargo, aún en medio de la euforia que podría generar la derrota del candidato K, el Gobierno no debería perder de vista que para asegurar su victoria Gutiérrez tuvo que tomar distancia de la Casa Rosada. Primero anticipando todo lo que pudo las elecciones y después provincializando al máximo su discurso de campaña. Justo él, que fue el primer gobernador en acercarse a Macri apenas llegó a la Presidencia.
Quiroga también habría intentado desmarcarse de la Casa Rosada. En realidad, allí coincidieron los intereses de uno y otro lado. Ni a «Pechi» le servía una foto con funcionarios de un Gobierno nacional cada vez más cuestionado, ni a los ministros y secretarios mostrarse al lado de un candidato que aparecía anclado en el tercer puesto.
El dato es que Macri no tiene una buena imagen en Neuquén. Como en el resto de la Patagonia. O en gran parte del país.
Las elecciones en Neuquén despertaron interés fuera de la provincia. El 7 de abril será el turno de Río Negro. El gobernador Alberto Weretilneck le confesó a integrantes de su equipo que un triunfo de Rioseco hubiera hecho crecer -por un supuesto «efecto arrastre»– hasta seis puntos a su rival local del Frente para la Victoria, Martín Soria.
El año electoral acaba de arrancar. Y si la economía no empieza a dar señales positivas de una vez por todas, el Gobierno no tendrá mucho para celebrar. Sólo por eso se puede valorar tanto haber evitado el trago amargo de una victoria provincial kirchnerista.