Por Raúl Fernández
Con un detallado y minucioso discurso, que para algunos pudo ser excesivo en el tiempo pero que no dejó espacio sin llenas con definiciones concretas, la Presidenta de la Nación presentó la semana anterior la situación y luego denuncia del caso Papel Prensa, donde se manifiesta e intenta comprobar cómo un grupo empresario, respondiendo a tres de los grandes diarios en la década del setenta, se hicieron deshonestamente de la empresa productora del papel que luego permite a los diarios de todo el país emitir la información hacia la sociedad que lo consume.
Este informe, cuyo detalle reducido sobrepasa las 290 páginas y me llevó una semana poder leer y a su vez analizar, da cuenta con niveles de mucha certeza lo que habíamos escuchado unas semanas antes en el auditorio del Museo Feruglio a Osvaldo Papaleo, hermano de Lidia y a su vez cuñado del desaparecido empresario Graiver, titular de Papel Prensa S.A.
Este disparador del informe de la Presidenta, que no terminó en una impulsiva intervención de Guillermo Moreno con los guantes en la mano como presagiaba gran parte de la oposición, sino en una presentación de carácter judicial para su investigación; ha dado muestra de un comportamiento democrático muy sólido, muy comprometedor.
No es de fácil seguimiento el tema en particular, los métodos, las formas y las situaciones, sobre todo por el largo paso del tiempo, pero estoy convencido que es un acto de valentía asumir esa responsabilidad de llevar a la justicia a quienes se considera actuaron impunemente bajo una dictadura militar.
No tengo dudas sobre la forma de impunidad en que se han movido Clarín y La Nación, junto a otros aún ocultos que, por conveniencia económica o política, sabían hacerse bien los “distraídos” cuando las cosas pasaban.
Hay quienes son críticos de la propia Presidenta cuando esto no fue planteado con anterioridad pero, cabe consultarse, si eso anula lo sucedido o “limpia” la conciencia de Magneto y asociados.
De todas formas y con sentido común, surgen muchos interrogantes que alguien, en representación de esos medios masivos de comunicación hoy convertidos en grupos económicos de inmenso poder, debería responder.
La principal y elemental, tiene que ver con la adopción de menores en plena dictadura y sin responder a la justicia.
Si uno tiene un hijo adoptivo, tiene los medios para demostrar, en cuestión de segundos o minutos, como lo logró. Si pasa más de un día, genera sospecha.
Esa situación, particular por ciento, pondría de manifiesto otros hechos vinculantes con quienes ostentaron y llegaron al poder mediante la fuerza en los años más oscuros de la Argentina.
Esto se concatena además con que, en el caso específico de Papel Prensa S.A. nadie da una respuesta directa y mano a mano, sólo en comunicados que además sólo generan mayores dudas.
Si para muestra sobra un botón, observen el ataque en Clarín de Alejandro Borenztein, hijo del desaparecido capo cómico Tato, al propio Papaleo y su respuesta escrita (que pocos publicaron) como para dar ese debate.
Tiene que salir parte de la oposición política a convertirse en “defensores” de hecho de un grupo privado. Es necesario que Macri, De Narváez, Duhalde, Carrió, Cobos y hasta el propio Das Neves, tengan que esgrimir posturas en defensa del grupo económico y de medios más poderoso de la Argentina?
El otro accionar que dejó descolocados a más de uno fue la determinación de remitir al Congreso, donde el PJ es minoría, el proyecto de Ley para el seguimiento de Papel Prensa S.A.
“No es prioritario en el debate” señalan desde la misma oposición, cuando en realidad las cosas se pueden debatir en paralelo. Pero debatir en serio y con profundidad.
Creo que nadie en la dirigencia política y periodística, sobre todo los propietarios de medios escritos, debe eludir su responsabilidad de analizar esta situación, porque eso fortalecerá el presente y asegurará muchas de las libertades del futuro, sobre todo de la opinión y expresión de los argentinos.
Si no lo hacemos es porque a algunos, los que no aparecen y se sientan, no lo quieren.