En la nave viajaban turistas de varias nacionalidades. Autoridades kelpers fundamentaron su decisión en que a bordo había «casos de gastroenterocolitis». En diciembre, el Mercosur decidió impedir que recalen en sus puertos buques con bandera de Malvinas.
El hecho fue denunciado ayer a DyN por el psicólogo argentino Luis Hauser, que viajaba en la nave al momento del infructuoso arribo.
«El capitán del crucero se mostró sorprendido porque dijo que fue una decisión sin precedentes y la consideró errónea por el bajo número de casos con la enfermedad», dijo Hauser, quien precisó que la embarcación Star Princess recibió ayer la orden de no recalar y detalló que había partido de Chile con bandera de Bahamas, aunque pertenece a una empresa de los EEUU.
Además, recordó que Bahamas es «un Estado independiente que pertenece a la Comunidad Británica de Naciones», ubicado frente al océano Atlántico, al norte de Cuba, al noroeste de las islas Turcas y Caicos y al este de la península de Florida, situada en los EEUU.
El crucero, cuyo destino final fijado era la ciudad brasileña de Río de Janeiro, salió de la chilena Valparaíso el 7 de enero en un viaje de placer con 3.600 pasajeros, entre ellos 1.000 latinoamericanos -en su mayoría argentinos, brasileños y chilenos-, y recalará a las 8 del martes en el puerto de Buenos Aires para retomar su viaje a las 15 del mismo día.
«Los 20 casos de gastroenterocolitis no justificaban el impedimento que puso el gobierno kelper», se quejó el psicólogo argentino, especializado en gerontología.
Según el profesional, el capitán de la nave aseguró que la decisión de la administración de las islas «no respondió a normas internacionales, por la escasa cantidad de enfermos» a bordo.
Hauser resaltó que, antes del episodio, el Star Princess estuvo «sin inconvenientes» en el puerto de Punta Arenas, ciudad del extremo sur de Chile, y en Ushuaia.
El profesional agregó que, «incluso, en Tierra del Fuego los casos eran más al momento del arribo que los registrados cuando el crucero intentó recalar en islas Malvinas».
«Hubo mucho desencanto entre quienes queríamos llegar al archipiélago. Muchos iban a rendir homenaje a sus muertos en la Guerra de Malvinas. Un capitán quería dejar una placa en la tumba de uno de sus soldados», se lamentó en diálogo telefónico desde el camarote 415, ubicado en el octavo piso del Star Princess.
Hauser definió al impedimento como «una decisión política tomada como represalia por el acuerdo regional del Mercosur de impedir que atraquen en los puertos» del bloque «embarcaciones con bandera de Malvinas».
El pasajero se refirió así a la XLII Cumbre de Presidentes del Mercosur, que se realizó en Montevideo, Uruguay, el 19 y el 20 de diciembre último.
Los países del bloque con costas -Argentina, Brasil y Uruguay- acordaron prohibir que recalen en sus puertos «buques que enarbolen la bandera ilegal de las islas Malvinas», como parte del reclamo del primer país de recuperar la soberanía del archipiélago, lo que fue repudiado por Gran Bretaña.
Una semana después, Chile resolvió plegarse a la resolución tomada por el bloque, y el ministro y vocero del gobierno del país trasandino, Andrés Chadwick Piñera, argumentó que «no hay un reconocimiento a una jurisdicción propia, a una soberanía propia de las islas Malvinas».
El funcionario del país asociado al Mercosur, en este sentido, sostuvo que «no corresponde el reconocimiento a naves que lleven las banderas de las Malvinas».