Mario Córdoba, ‘fierrero’ de ley, no abdica su pasión por la marca del ‘Chivo’ y, a los 52 años, suma desafíos a bordo de un vehículo que compró para Santino (18), con el que junto a amigos con los que comparten la misma pasión, viajan miles de kilómetros para asistir a eventos y exposiciones en gran parte de la Argentina.
“Es un Chevrolet 400 Special, modelo ’70 motor 194 propiedad de Santino, mi hijo. Siempre lo armamos y lo tenemos casi listo para poder salir a algún evento porque nos gusta viajar. En Comodoro Rivadavia ya ha estado en todos los lugares que existen para hacer eventos así que nos dedicamos a eso”, cuenta Mario.
Y agrega que “hemos estado en Las Heras, San Julián, Puerto Deseado, Trelew, Sarmiento. Hicimos un viaje a Neuquén y ahora este viaje que hicimos fue planeado desde el año pasado en el mes de septiembre, un encuentro nacional que se hace en Mendoza en la localidad de San Martín, que se llama ‘Chiveros de Pura Cepa’, donde el grupo que se organiza a nivel nacional, que ya es el sexto que se hace. El año pasado nos invitaron y por diferentes razones no pudimos ir y quedamos de acuerdo para hacerlo este año, pusimos en condiciones el auto con algunos mimos, le compramos cubiertas y poniéndolo punto para poder viajar. Lamentablemente el que lo ponía en condiciones que era Walter Cano falleció hace muy poco tiempo y no encontramos quién lo carbure todavía, pero viajamos igual”.
“Walter lo había hecho antes de la pandemia, hace dos años y medio. Para este viaje fuimos hasta La Pampa a una velocidad promedio de 90 kilómetros por hora, vamos siempre entre 80 y 100, tranquilos tomando mate y compartiendo y disfrutando de los paisajes sureños que también son muy lindos y hay que saberles encontrar el lado amable. La gente te para y te saluda en las estaciones de servicio, vamos parando en todas las que encontramos, disfrutando del viaje, sacándonos fotos”, detalló.
Córdoba indicó que “esta vez nos fuimos con un amigo, Mati Moreno, que se compró otro 400 hace un año y esta es su primera vez, su primer viaje, con el que quedó muy impactado, contento. Desde acá llegamos hasta Santa Rosa donde hicimos noche y cenamos, estiramos las piernas y nos fuimos a dormir”.
“Fuimos en dos autos, un total de seis personas, donde lo más jóvenes salieron a buscar un boliche y los más veteranos o encargados de manejar nos quedamos a dormir. Al día siguiente a las 9 estábamos en ruta y fuimos hasta Maipú, Mendoza. En el camino nos comunicamos por handy de un auto al otro por si surge alguna avería pero por suerte no hubo que lamentar ningún inconveniente, ni un pinchazo ni nada salvo alguna manguera reseca que causó una pérdida de agua, pero nada más”, continuó describiendo.
Ya en el encuentro, salieron el viernes a recorrer la ciudad y alrededores en caravana después de un desayuno conjunto, siendo entre 20 y 25 autos recorriendo Mendoza, volviendo sobre las seis de la tarde a las cabañas y al otro día -el sábado- fueron al camping de San Martín dónde empezaron a arribar más autos de todos lados. “Nosotros fuimos los que desde más lejos llegamos, los primeros en llegar y los últimos de en irnos”, sostuvo Mario con orgullo.
Largo periplo
“Calculamos que anduvimos alrededor de 5.000 kilómetros, tal vez un poco más. Ahora tenemos invitaciones para ir a Buenos Aires, a Salta, San Luis, Córdoba; mucha gente de todos lados y es muy lindo compartir con quienes tienen la misma pasión de viajar en ese tipo de autos y vivir lo que se vive en ese momento, sobre todo en mi caso que es muy personal que ando con mi hijo para todos lados y con amigos, como también hay gente que anda con su pareja o con sus perros”, relata el apasionado chevroletero.
En cuanto a la experiencia, indicó que “es muy linda, la hice hace muchos años, la seguí haciendo y la seguiré haciendo mientras el cuerpo y las ganas las tenga. Hoy Santino tiene 18 años y desde que nació que vengo haciéndolo, viajando en los autos clásicos ya sea en una Chevy, en un 400, en una Silverado o en una Brava, como también en un Astra como me tocó hacerlo o con un Corsa, pero siempre con un Chevrolet”.
“Son pasiones que se juntan que son viajar, disfrutar del ‘fierro’ que a uno le gusta y llegás no sé si a amarlo, pero sí a querer mucho a tu vehículo porque es el que te lleva a todos lados, es un ‘fierro’ viejo, muy fiel. Hoy la tecnología te lleva a tener autos donde no podés ni levantarle el capot porque tenés una encrucijada dentro, y acá vos salís con un auto clásico y sabés que tenés que llevar alambre, dos pedazos de goma y las herramientas básicas de toda la vida, una maza. Con eso vas a todos lados”, enfatizó.
Momentos únicos
Para Mario “es muy lindo, muy reconfortante que todo el que te cruza en el camino, te hace señas de luces o te toca bocina te filman o quieren sacarse fotos. Lo que pasó en Santa Rosa fue muy lindo de estacionar los autos un sábado a la noche y que los mismos chicos que iban los boliches se saquen fotos y que se pongan a hablar con uno de la experiencia, o gente grande que se les caían las lágrimas porque han tenido autos parecidos y no han podido hacer esto de viajar, que lo estamos haciendo nosotros”.
“Ahora tenemos muchas ganas de ir a Bariloche, vamos a ver si lo logramos porque tenemos una invitación para ir como piloto invitado al Hot Rod, que lo estamos hablando porque los costos son altos, pero sino es muy posible que vayamos y el año que viene estamos pensando en ir a Río Gallegos en el mes de octubre y muy posiblemente a Rosario para mayo, si Dios quiere. Esto es todo muy emocionante, muy conmovedor para mí en particular seguir disfrutando con mi hijo todo este tiempo, 18 años disfrutándolo en los que vamos a todos lados y lo hacemos en nuestro clásico”, amplió.
En su caso “es un sentimiento muy particular y es inexplicable, solamente el que lo vive y el que lo siente -que somos pocos- debemos incentivar a los que tienen los clásicos a que se arriesgan a viajar, hay muchos que no se arriesgan ni lo disfrutan de la manera que lo tendrían que disfrutar, los tienen guardados, o los tienen para exposiciones y nosotros lo hacemos para todo. Lo usamos para todo lo que nos gusta”.
Regreso feliz
“La vuelta es gratificante porque es satisfactoria, ver y disfrutar de todo lo que hiciste y todo lo que te pasa. Mi amigo quedó loco, no quiere venderlo más al auto y él no es de la marca, sino que lo compró porque iba a hacer este viaje y justo le salió la oportunidad y le hizo algunas cosas para mejorarlo y ahora está contento y quiere viajar a todos lados”, manifestó pleno de felicidad.
Finalmente, Córdoba indicó que “es muy bonito, no vas a llegar en tiempo récord a Trelew o a Mendoza, pero lo hacemos disfrutándolo con la persona que uno ama, en este caso mi hijo y con el auto que uno ha aprendido a respetar. En este caso el auto tiene la misma edad que yo: 52 años, y nos llevamos de maravillas, no le aflojamos y le vamos a seguir dando. Creo que este es el auto que me voy a terminar quedando porque han pasado muchos por mi vida, pero este 400 es un modelo como el que es, como yo, un ‘Special’”.