Juega en la liga regional pampeana –quinta división del país–, pero la potencia de su relato traspasó las fronteras: “No sé si se va a acelerar el tema mucho en el fútbol por ahora, sí en un futuro. Simplemente deseo que esto llegue a casas que tienen la cabeza cerrada”, dijo a Infobae.
Aquella tarde en Macachín, a unos pocos kilómetros de la capital pampeana, el plantel formó una ronda en la puerta del vestuario con la idea de enfocarse ya en el partido que tenían por delante. Los jugadores hablaban de banalidades y cruzaban chistes. Nicolás Fernández le hizo una broma al capitán del equipo y del otro lado llegó una pregunta que decantó en un diálogo sin precedentes en los vestuarios del fútbol argentino. Al menos sin un antecedente previo que se haya hecho público.
— ¿Qué querés saber?
— Nada, que nos cuentes sobre vos…
— Estuve tres años en pareja con un chico. Esos son mis gustos. Si hay algún problema me lo dicen ahora y sino hagamos como que no pasó nada.
Un breve silencio, miradas cómplices y la charla que continuó con absoluta habitualidad. “Nadie dijo nada. Fue así: no cambió absolutamente nada de mi relación en el vestuario. Lo conté y literalmente quedó ahí en el vestuario”, rememora ante Infobae Nico, hoy arquero del General Belgrano de Santa Rosa de La Pampa, uno de los tantos equipos del ascenso profundo argentino que batalla por alcanzar el Federal A.
Una ramificación de la parte del ascenso más federal, equiparable con una quinta división de los torneos porteños. Para cuando aquel diálogo ocurrió, él contaba con una ventaja a la hora de enfrentar a un vestuario y sus pruritos: siempre se movió por los lugares acompañado por su pareja con la naturalidad lógica del caso y, además, sus tres compañeros de pensión de aquella época ya conocían su orientación sexual.
Aquella tarde, de un modo casual, se plantó una semilla que lentamente empieza a germinar por todo el mundo en uno de los terrenos más infértiles a la hora de hablar sobre las diversidades sexuales. El tema se sometió a un frenético e inesperado proceso que lo transformó en el primer futbolista argentino que rompe con el tabú del vestuario y habla sobre una orientación sexual que incomoda a muchos alrededor del deporte.
La viralización de aquella anécdota llegó gracias a las redes sociales: de un posteo en Facebook para celebrar el amor con su pareja, lo llamaron para hacer una nota en un medio local de La Pampa, algo que luego terminó por explotar al relatar su historia en un diario de tirada nacional (Tiempo Argentino) con el colega Roberto Parrottino.
“Me han escrito futbolistas amateurs de España, de Perú, de Estados Unidos, diciéndome que era un paso adelante para ellos, que les había servido un montón. Es una locura porque se viralizó por todo el mundo. Estoy sorprendido. Periodistas de toda índole, de todos lados, ¡hasta de radios de Latinoamérica me llamaron para hacer una nota!”.
El historial de Fernández marca una exitosa prueba en las inferiores de Independiente de Avellaneda durante su adolescencia que se terminaría frustrando por decisión de sus padres porque las pensiones “eran un desastre”. No se alejó del fútbol: empezó en Huracán de Pellegrini (su pueblo natal, de 6 mil habitantes), saltó a Barrio Alegre de Trenque Lauquen y luego pasó por Deportivo Rivera, Anguil y Atlético Santa Rosa (ambos de La Pampa). Un jugador que a sus 25 años todavía la pelea día a día para vivir de los viáticos que gana ahora en General Belgrano –club que lo alberga en la pensión– mientras busca un trabajo que lo ayude a complementar su economía. Hasta allí, una historia más de ascenso. Nicolás no es una estrella, no maneja vehículos de alta gama, no se saca selfies en inmaculadas piletas de barrios cerrados ni se pasea con un pequeño botinero valuado en dólares con perfumes importados mientras esquiva la insaciabilidad de los medios. Sin embargo, su historia se transformó en bandera y potenció un debate que ya hace rato está instalado gracias a que figuras del fútbol nacional alzaron su voz como el caso de Daniel Osvaldo o el Monito Vargas, entre otros.
“No tengo presente si otro futbolista lo contó. Sí cuando el Monito Vargas hizo la nota yo la miré, lo tomé con total normalidad. El día de hoy es algo normal, lo que sí es una locura es lo mediático. Me puse a mirar Whatsapp y tenía cientos de mensajes. Ojalá ayude a todos aquellos que la están pasando mal. Me escribió un pibe de acá (de La Pampa) que hace poquito se lo contó a la familia y, la verdad, todavía recibía cierto rechazo, pero vio la nota que me hicieron y me agradeció. Me pone muy contento eso. Que tomen mi declaración para que entiendan que no hay que rendirle cuentas a nadie, pero que está bueno porque sino es una mochila que llevas todo el tiempo y, si no te animás a decirlo, te termina lastimando la cabeza. Ya es muy normal y va a ser más normal hacia adelante”, explica.
Nicolás insiste sobre el futuro y la perspectiva de cambio. Considera que las generaciones que empiezan a pisar fuerte son las que terminarán de volcar los pensamientos arcaicos que hoy rodean, especialmente, al fútbol: “Nunca me pasó de tener una mala experiencia en un vestuario, pero tampoco le doy mucha bola. Entreno como uno más. Me toca convivir siempre con planteles jóvenes y eso facilita también. Las generaciones más chicas nos están enseñando muchas cosas, vienen con la cabeza mucho más abierta”.