Desde que Michel Schumacher sufrió un gravísimo accidente de esquí en los Alpes franceses en diciembre de 2013, su familia optó por mantener un hermetismo total respecto de su estado de salud. Transcurrida casi una década de aquel triste episodio, todo lo que se sabe es que el siete veces campeón de Fórmula 1 permanece postrado en una casa en Gland, Suiza, y que son muy pocos los que pueden visitarlo: tan solo su esposa, sus hijos y un puñado de amigos muy cercanos.
Eddie Jordan fue el encargado de hacer debutar a Schumacher en la Fórmula 1 en 1991 cuando el alemán tenía tan solo 22 años. No solo fue su jefe durante varios años, también se convirtió en su gran amigo. Sin embargo, desde que ocurrió el accidente, no pudo volver a verlo.
“Esta es la situación más horripilante para Mick y Corinna”, dijo Jordan respecto a la situación del hijo mayor y de la esposa del expiloto. Respecto del calvario que vive la mujer, detalló: “Hace casi diez años que que no puede ir a una fiesta o a un almuerzo, es como una prisionera porque todos le quieren hablar de Michael, cuando ella no necesita que se lo recuerden a cada minuto”.
Jordan, que supo tener una relación estrecha con Schumacher y su familia, explicó que Corinna ha impuesto una serie de reglas estrictas en torno a quiénes pueden acercarse a su marido. “Intenté varias veces ir a verlo hace un tiempo, pero ella se negó y me parece que está en su derecho porque mucha gente quería visitarlo”.
En ese sentido, para quien fuera jefe de la escudería Jordan entre 1991 y 2005 es “entendible” que uno de los pocos que cuente con el privilegio de ver a Schumacher por fuera del círculo familiar sea el expresidente de la FIA y antiguo mandamás de Ferrari, Jean Todt. “Ellos eran muy unidos”, argumentó en declaraciones al diario inglés The Sun.
“Yo no pude ir a ver a Mchael y me dijeron: ‘Te amamos Eddie y hemos estado junto a tí durante mucho tiempo, pero necesitamos privacidad y cuidados para Michael’”, reveló.