Hoy se estrena Top Gun: Maverick. La secuela llega 36 años después. Por qué no está la co-protagonista Kelly McGillis en esta segunda parte. Los secretos del rodaje de la película que convirtió a Tom Cruise en una súper estrella. Las negociaciones con la Marina. Y el éxito inesperado
“Star Wars pero en la Tierra”, resumía el productor cuando nadie confiaba en su proyecto. Cuando llegó a los cines, Top Gun se convirtió, contra todo pronóstico, en la película más taquillera de 1986.
Excedió hasta sus propias ambiciones. Se volvió una marca de época, con frenéticas escenas aéreas, con un buen casting, con algunas gemas pop y con un actor que se convirtió en una leyenda del Hollywood moderno, según publica Infobae.
Luego de 36 años de su estreno, se estrena hoy la secuela de Top Gun: Maverick, que tiene como protagonista a una de las estrellas más legendarias del cine, Tom Cruise.
En 1983, el productor Jerry Bruckheimer leyó en la ignota revista California una nota titulada Top Gun sobre los jóvenes pilotos de aviones navales. “A velocidad Match 2 y a 40.000 pies de altura siempre es mediodía” era la primera frase del artículo.
Ese comienzo y el mundo de tensión y precisión en el que vivían esos hombres lo enamoraron. Compró los derechos y contrató a dos guionistas para que trabajaron en la historia.
Sabía que necesitaba un gran actor para que el proyecto funcionara.
Según los productores, Tom Cruise fue la primera opción. Pero él tenía sus dudas.
No tenía una buena experiencia con la familia Scott. Ridley era el hermano de Tony Scott y lo había elegido en la postergada Leyenda. Pero mientras él no respondía los llamados de los productores, Ridley le dijo: »Tendrías que prestarle atención a la película que esta por dirigir mi hermano».
Para convencerlo, el productor Jerry Bruckheimer le organizó una visita a la base aérea. Allí, recorrió las pistas, vio volar a los aviones e inspeccionó los hangares. Incluso, lo hicieron dar una vuelta en uno de esos jets.
Adicto a la adrenalina, Cruise tomó la decisión de hacer Top Gun. Al terminar el recorrido, el actor llamó al productor para decirle que contara con él.
En aquel tiempo, Tom Cruise tenía 23 años. Luego de algunos pequeños papeles, la primera gran oportunidad le había llegado con Risky Business y la escena icónica, con toda la casa paterna a su disposición, bailando en calzoncillos, con air guita incluida, Old Time Rock and Roll de Bob Seger.
Luego de un traspié debido a una película que fracasó en la taquilla, su carrera estaba en un momento crítico. De esta manera, Top Gun lo convirtió en una súper estrella.
Sus compañeros de elenco quedaron maravillados por su capacidad de trabajo. Miraba a los pilotos, practicaba canto para la escena de You’ve lost that loving feeling, entrenaba vóley, pasaba sus escenas.
Mientras tanto, el guion seguía con problemas. Jim Cash, uno de los guionistas, le dijo al productor que la nota en la que debían basarse era muy interesante pero que no tenía conflicto.
“Sin conflicto y sin los aviones de verdad no tenemos película”, le comentó a su jefe. El conflicto lo encontraron rápido: en un lugar donde todos cumplen las reglas y actúan en equipo, uno de ellos (Maverick) es disruptivo y sólo piensa en él.
Bruckheimer con perseverancia, consiguió los aviones. Fue a entrevistarse con un importante comandante naval. Llevó a Tom Cruise. El marino era sobrino de Grace Kelly, que había fallecido hace poco. Capaz, por esa vinculación familiar con el cine, se predispuso de buena manera para la negociación.
En ese entonces, las fuerzas armadas de Estados Unidos, todavía sensibilizadas por la visión de Hollywood sobre Vietnam no autorizaban el uso de sus instalaciones. Pero, en este caso, se pusieron rápido de acuerdo.
La película pagaría 1.8 millones de dólares para usar los lugares de la Armada, los portaaviones y sus aviones. La hora piloto la abonarían 7.600 dólares.
Los ejecutivos de los estudios se mostraban remisos. Hubo una circunstancia externa que condicionó aún más al productor. Se había estrenado unos meses antes, un programa de televisión que contaba la vida interna de la Fuerza Aérea. Pero fue un fracaso estrepitoso. Eso los hacía deducir que el tema no era de interés para el público.
El otro factor que los atemorizaba era la complejidad del rodaje. El productor confió en un hábil artesano, Tony Scott que venía de filmar El Ansia con David Bowie. Scott sabía contar, encontraba el corazón de la historia y cada una de las escenas de sus películas tenía ritmo propio.
Pero todo reticencia quedó atrás cuando Bruckeheimer consiguió dos extraordinarios éxitos consecutivos de taquilla: Flashdance y Beverly Hills Cop.
Tony Scott filmaba en un portaaviones, el despegue y aterrizaje de aviones con la caída de la tarde como telón de fondo.
Desde que el primer draft llegó a sus manos, él había visto ese plano: los aviones recortados en el horizonte naranja y dorado.
Pero el comandante de la nave, sin importarle la filmación y ni la luz que necesitaba el director, viró el rumbo en el momento en que se gritó “¡Acción!”. Scott salió corriendo a pedirle que retomara el rumbo anterior. El marino le explicó que era imposible, que esa maniobra le costaría 25.000 dólares a los Estados Unidos.
Tony Scott sacó de un bolsillo su chequera personal, hizo un cheque por esa cifra, se lo entregó al comandante y pudo filmar unos minutos más ese atardecer ideal.
Los actores vomitaron arriba de los aviones de combate.
Tom Cruise fue llevado en un viaje inicial por un piloto profesional. En medio de las maniobras buscó la bolsa de papel que tenía a mano.
Al verlo, el que comandaba la nave al hizo girar el avión y lo puso boca abajo en medio de la operación del actor que terminó bañado en su propio vómito. Ese fue su bautismo aéreo. Al aterrizar, el militar se acercó a Cruise y le expresó sus respetos: “Sólo hay cuatro trabajos que vale la pena hacer en esta vida: piloto de elite, actor, estrella de rock o presidente”, le dijo.
Art Scholl, uno de los pilotos que se desempeñaba como doble, perdió el control de su nave en medio de una toma. Anunció por la radio que estaba en graves problemas y la nave cayó en picada en el mar. Nunca fueron encontrados los restos ni de la máquina ni del piloto. Una leyenda en los títulos finales le dedica la película.
Kelly McGillis que venía de destacarse en Testigo en Peligro fue la elegida para el principal papel femenino. Su carrera se fue desvaneciendo en el tiempo y no fue convocada en esta oportunidad.
Cuando le preguntaron por qué ella no estaba en esta secuela, respondió con sarcasmo: “Soy demasiado mayor, estoy gorda, aparento la edad que tengo y esto no resulta adecuado para el mundo del cine. Prefiero esto y sentirme absolutamente segura de mí, saber quién y qué soy”. El papel femenino principal en Top Gun: Maverick lo interpreta Jennifer Connelly.
Después del estreno y del reinado de la película en la taquilla, las autoridades militares quedaron muy conformes con el film y la imagen que daba de sus pilotos. Fue una enorme publicidad para ellos.
Las peticiones para ingresar como pilotos aumentaron un 500 %. Eso hizo que se replantearan su relación con el mundo del cine, del que se habían alejado en las décadas anteriores. La revista Time relejó esta situación llevando el tema a su tapa: “El Pentágono llega a Hollywood”, anunciaba.
La película logró trascender el tiempo. Y en uno de esos raros fenómenos que suceden muy de vez en cuando, sus escenas y sus modismos se convirtieron en parte del mundo que intentó recrear.
Así como miembros de la mafia norteamericana incorporaron latiguillos de El Padrino, Top Gun logró que algunas de sus frases y giros -que no existían en el mundo de la aviación bélica- se volvieran frecuentes entre los pilotos.
Tanto es así, que en la actualidad, en la academia de pilotos de elite hay multas fijadas para aquellos principiantes que citen el film creyendo que están replicando jerga del mundo aéreo.
Con un presupuesto de 15 millones de dólares, terminó recaudando 360 millones.
A Top Gun le esperaba otro hito más. Se trataba de una nueva era. Ya las películas no sólo tenían éxito en los cines. A mediados de los ochenta el VHS era un factor muy influyente. Top Gun batió todos los récords anteriores de preventas. La gente hacía cola en los video clubes para llevársela.
En Estados Unidos a través de ella se instaló un nuevo precio de venta en los VHS que permitió un boom en su adquisición, modificando el negocio para siempre.
36 años después llega la secuela. Podría haber sido estrenada antes de no haber sido por la pandemia. Ese gran lapso, esa distancia de la película original sin embargo no es el mayor para una secuela: la continuación de Mary Poppins llegó a las salas 54 años después del estreno de la original.
Ya no creará una mitología alrededor suyo ni una súper estrella. Son otros tiempos. Sin embargo logrará llevar de nuevo gente a las salas empujadas por un nombre, por una franquicia, por la acción, por la nostalgia.