Junto a su esposa cocinan y venden comida porque con la jubilación no les alcanza.
Roberto tiene 81 años y vende tortas fritas y calzones rotos en la puerta de su casa, situada en Alem al 933.
Hace un par de años que se dedica a la venta de comida junto a su esposa, quien se encarga de amasar y cocinar lo que luego vende en la calle.
Todos los días se encuentra en la entrada a su domicilio con una mesa y su silla esperando a los vecinos que habitualmente pasan y le compran.
En los últimos días volvió a viralizarse su tarea por parte de una usuaria que recomendó la comida del señor, a quien calificó como “un amor de persona”.