Se trata de Ana del Rosario Mulet, y no hay nada que disfrute más que abrir paquetitos con sus nietos. “Si viera sus caritas. ¿Para qué quiero un plazo fijo?”, expresa, y revela sus secretos para combatir el faltante en los comercios.
TN. – “La vida es hoy”, dice, tiene 75 años y es la envidia de muchos: en medio de la fiebre por las figuritas y los faltantes en los comercios, la jubilada que vive en Godoy Cruz -Mendoza-ya llenó dos álbumes Panini del Mundial de Qatar 2022. Y avisa que quiere llegar a seis.
“Muchos me critican. Me dicen ‘cómo vas a gastar tanto en figuritas’. Yo respondo siempre lo mismo: vivo un momento único con mis nietos”, insiste. Y profundiza: “¿Para qué quiero un plazo fijo? Prefiero gastar la jubilación en paquetes. Nada me llena más. Si usted viera las caritas de mis nietos cuando pegan las figuritas”.
Ana tiene 15 nietos y un antecedente potente como coleccionista del tesoro del momento: en el Mundial anterior, Rusia 2018, llenó 15 álbumes. Uno por cada nieto. Aunque su performance actual -que motivó a que el diario Los Andes contara su historia- sorprende, ella dice tener un desafío menos ambicioso: “Muchos de mis nietos ya están grandes. Tengo seis que tienen entre 3 y 16 años. Para ellos estoy juntando las figuritas. Ya estoy pegando jugadores en el cuarto álbum”.
En días en que conseguir paquetes se revela como una tarea ardua, la jubilada revela el secreto para que el ritual anhelado sea también próspero: todos los sábados, la Municipalidad de Godoy Cruz organiza encuentros dedicados al intercambio de figuritas. “Voy siempre. Llevo las que tengo repetidas y las cambio con los padres de los chicos. Muchos llevan anotados los números de las que les faltan, y otros directamente van con el álbum”, dice. “Ponen gazebos y mesas. Van las familias y es un momento muy lindo”.
Otros de los trucos de Ana consiste en los kiosqueros amigos. “Ya me conocen de que les compro hace años. Entonces, cuando llegan figuritas, ellos mismos me llaman para avisarme. Y me cobran lo que valen, eh: 150 pesos”, señala, y cuenta que antes de la charla con TN se contactó con ella un comerciante de Chacras de Coria, una de las localidades aledañas. “Me dijo que me guardaba paquetes. Me fui haciendo mis contactos, como quien dice (se ríe). Ahora es una locura, pero le puedo asegurar que hace algunas semanas era fácil conseguir”.
La pasión de Ana comenzó en el Mundial de la Argentina, en 1978: “No estaban las figuritas, pero coleccionaba todo lo que había en ese momento”. La fiebre por los álbumes de Panini, según afirma, le llegó en 2011. Los primeros que completó fueron el de la UEFA Champions League y la Copa América que se jugó ese año en la Argentina. Luego llenó varias ediciones de cada Copa del Mundo y cada competencia continental disputadas desde entonces. “El álbum de la Copa América que ganamos el año pasado en Brasil lo llené cinco veces”, se enorgullece.
La mujer asegura tener un estímulo más para darle rienda suelta a su ímpetu coleccionista. “Parece mentira, ¿pero sabe usted lo que aprenden mis nietos? Aprenden un montón de geografía, la ubicación exacta de los países. Aprenden a memorizar. Dígame, con una mano en el corazón, ¿cuántos chicos sabían dónde quedaba Qatar hasta ahora?”, argumenta. Y remarca: “Es una enseñanza indirecta y no se impone. Es una manera muy simple y didáctica de que ellos absorban conocimientos”.
Ana se asume futbolera y tiene el corazón dividido entre San Lorenzo de Almagro y Godoy Cruz. Dice que por televisión prefiere ver deportes “antes que noticias desagradables”. Y recuerda a uno de sus hermanos, exjugador de Talleres de Mendoza y Gimnasia y Esgrima La Plata. “No solo jugó en Primera, sino que le hizo un gol a Boca en el Torneo Nacional de 1975″, rememora.
“¿Le digo la verdad? No sé cuánta plata llevo gastada en figuritas, pero no me preocupa”, insiste. Y concluye: “Hace poco tuve que hacer la pensión de mi marido. Nunca me pagaron la reparación histórica. ¿Sabe cuántos paquetes me habría comprado con el dinero que me debe la ANSES?”.