La “abuela Peppina” se salvó de los terremotos de 2016 y no se fue de su pueblo destruido. Estaba a punto de cumplir los 99 años.
La italiana Giuseppa Fattori, conocida como «abuela Peppina» y recordada por su batalla burocrática para no abandonar su pueblo tras los terremotos de 2016, obligando a los políticos a aprobar un decreto para permitírselo, murió a los 98 años.
La mujer ha fallecido tras caerse hace unos días en su casa, informan los medios locales.
El pasado febrero había sido condecorada por el jefe del Estado, Sergio Mattarella, como Comendadora del Orden del Mérito de la República, que reconoce la defensa de valores sociales.
Un símbolo de Italia
«Nonna Peppina» se había convertido en uno de los símbolos de los terremotos que sacudieron el centro de Italia en 2016, el más grave de los cuales tuvo lugar el 24 de agosto en Amatrice, con un total de 299 muertos.
Este fue el origen de una serie de seísmos que se replicaron en la zona, como el del 26 de octubre siguiente en la provincia de Macerata.
Las topadoras demoliendo los restos de la casa de Peppina (ANSA).
Fue en esta sacudida en la que la anciana sufrió el derrumbe de su casa en la pequeña localidad de San Martino di Fiastra, enclavada en la cordillera de los Apeninos, pero al contrario que muchos de los habitantes de la zona, decidió no ser desplazada a otro lugar.
Su determinación por seguir en el pueblo en el que vivió toda su vida la animó a hacerse una caseta de madera al lado de la suya, en ruinas, hasta que en septiembre de 2017 fue desalojada después de que fuera denunciada por construir sin permiso.
La casa de madera que se había hecho construir la abuela tras el terremoto, y donde vivía.
Esto originó una batalla burocrática por seguir viviendo en esta caseta, en la que contó con la ayuda de sus hijas, hasta que logró regularizar la construcción, gracias también a un decreto aprobado adrede por el Gobierno.
Había comenzado a reconstruir su casa
El pasado 30 de octubre se había comenzado a reconstruir la casa, que su difunto marido levantó, en la que habían vivido 75 años juntos y que no quiso abandonar ni con la llegada de los seísmos.
El funeral de la abuela Peppina.
La mujer fue recordada por los políticos, que a menudo fueron a su casa a defender su causa, como su «valentía» y el comisario del Gobierno para la reconstrucción, Giovanni Legnini, expresó su admiración por ella y por su determinación para quedarse en su tierra.
«Lamento mucho que no haya logrado regresar a su casa después de haber asistido con alegría al inicio de las obras. Es un motivo más para acelerar la reconstrucción», dijo Legnini a los medios sobre una labor, la de volver a levantar los pueblos del centro italiano asolados, que sigue sin completarse cinco años después.
La próxima semana la abuela Peppina habría cumplido 99 años.
