El adolescente estaba de novio con una chica de 14, hija de un vigilador privado que, cuando volvió a su casa y los encontró durmiendo juntos en la cama, se enfureció y acorraló a la víctima con una amenaza criminal: “Si no te tirás, te tiro”.
Dos años después del crimen llegó la condena para Norberto Fabián Núñez a la pena de reclusión perpetua por “homicidio agravado por alevosía”. La vida para la familia de Iván, sin embargo, nunca más volvió a ser la misma.
“Después del juicio vino lo peor, ver a mi familia cada día más triste por la ausencia de Iván”, contó a TN Lucía Hortiguera, una de las hermanas de la víctima. Aunque solo tenía 14 años cuando ocurrieron los hechos, la herida sigue abierta para ella como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento. “Me acuerdo de todo, pese a que pasaron ya 11 años no me puedo olvidar nada de ese día”, subrayó.
“Avisale a tus papás que Iván se tiró del séptimo piso”
Lucía fue la primera en enterarse de que su hermano estaba muerto, aunque la versión que le llegó no era cierta. “La hija de Fabián Nuñez agarró una moto, frenó en mi casa y me dijo ‘avisale a tus papás que Iván se tiró del séptimo piso’”, recordó la joven.
Desconcertada y asustada, corrió a la habitación de su padre y repitió las palabras que acababa de escuchar. “Mi hermano Bruno (el mayor) salió corriendo descalzo hacia el lugar, y mi papá lo siguió atrás en el auto. Yo me quedé en casa, con mis dos hermanos menores, sin entender nada… hasta que volvieron y me dieron la peor noticia de mi vida”, relató.
Iván solo había logrado sobrevivir unos minutos después de la caída. Además, antes de ser arrojado al vacío, ya tenía fracturada la mandíbula y el tabique, y estaba desvanecido. La golpiza que había recibido había sido brutal. “El asesino nunca pidió perdón, y la familia menos. Tampoco íbamos a aceptarlo por la manera en la que hablaron de Iván en ese momento. Yo no me olvido”, sostuvo Lucía.
Reconstrucción de una madrugada trágica
Núñez trabajaba como custodio en un boliche y su hija, Tamara, se había quedado sola. Por eso fue que en la madrugada de ese viernes 6 de Enero, la adolescente le mandó un mensaje a Iván para que fuera a verla a su casa.
Los dos sabían que “Pipo”, como todos llamaban a Iván, tenía que irse antes de que el padre de la chica volviera de trabajar, pero en un momento de la noche el sueño los venció y cuando Núñez llegó, cerca de las 9 del otro día, los encontró durmiendo en su dormitorio y todo estalló.
“¡No le pegues más, papi!”, le pedía a gritos Tamara a Núñez, según declararon algunos vecinos. Pero la escena terminó con Iván muerto en la vereda, en medio de un charco de su propia sangre.
Más tarde, Núñez diría en la Justicia que Iván “se soltó y se tiró al vacío” pero no solo los testigos pusieron en jaque su versión. También lo acorralaron sus antecedentes, ya que el hombre nunca había aceptado el noviazgo de su hija con la víctima y, un tiempo antes del crimen, había ido a buscar al padre de Iván al trabajo para advertirle que todo terminaría mal si los chicos seguían adelante con su relación.
“Por favor, no me tire”
El relato de los testigos fue una pieza clave en la investigación para dar cuenta de la crueldad con la que actuó el asesino. “En ningún momento se escuchó a Iván, siempre al padre y a Tamara. Después escuché que se rompió una ventana y al padre de Tamara decir ‘te tirás o te tiro’”, contó sobre ese momento una vecina.
Entonces la joven salió al balcón, desde el cual tiene una vista en diagonal sobre la ventana de Tamara, y vio cómo el padre “acechó a Iván, lo empujó hacia la ventana”. “Iván rebotó de frente, Núñez lo dio vuelta, lo sostuvo del cuello, lo levantó hacia la ventana y lo tiró de forma diagonal hacia el vacío. Vi todo”, completó.
“Los testigos declararon que escucharon cuando él (en referencia a Iván), le dijo ´por favor, no me tire´”, agregó por su parte la tía del adolescente, y se lamentó: “No sé por qué no lo quería a mi sobrino, era un amor adolescente”.
“Celos enfermizos”
Con el avance de la causa, las pericias revelaron que la víctima cayó inconsciente al vacío, por lo que no se encontraron heridas en sus manos de que hubiera intentado amortiguar el impacto.
En tanto, para los peritos forenses en psicología y psiquiatría que evaluaron a Núñez, el acusado tenía un vínculo “especial” con su hija, que entonces tenía 14 años, y señalaron que el imputado sentía “celos enfermizos” respecto de ella.
Finalmente, en Noviembre de 2016 la Suprema Corte bonaerense puso un sello definitivo a la suerte de Núñez, confirmando la condena a perpetua y cerrándole la puerta a cualquier tipo de apelación en el futuro.
“Estamos obligados a vivir sin él”
“Siento que se hizo Justicia porque logramos la pena máxima”, consideró Lucía Hortiguera sobre la decisión del tribunal que mandó a Núñez a la cárcel. Si bien con su familia no intentaron saber qué fue de él desde que terminó el juicio, indicó: “Lo único que sé es que sigue preso en Junín, y espero que cada día peor. No suelo preguntar cómo le va porque no me importa. Me conforma saber que está ahí, donde pertenece por asesino”, remarcó.
El recuerdo de su hermano permanece intacto, al igual que el dolor de ya no tenerlo con ellos físicamente. “Iván era un chico de buen corazón, no tenía maldad, todo era risas con él”, evocó sobre el adolescente, que hoy sería un hombre de 27 años si Núñez no hubiera interrumpido abruptamente todo lo que aún tenía por delante aquella noche de verano de 2012.
Pero sucedió, y su familia siguió adelante de la mejor manera que pudo. “Yo le escribo aún en su Facebook, como un desahogo”, contó Lucía, y concluyó: “Estamos obligados a vivir sin él, pero no dejándonos caer. Iván querría que sigamos todos juntos por él, y lo vamos a recordar hasta el último día”.