«Todo comenzó en mi hogar durante la pandemia. Con algunos conocimientos sobre el manejo de una máquina de coser, me sumergí en la creación de barbijos, al igual que muchos que buscábamos una manera de ocupar nuestro tiempo. Con el tiempo, quise explorar algo diferente, algo que no fuera tan común. Cuando empecé a vender mis creaciones, la gente me decía que parecían nuevas a pesar de ser recicladas. Esto me dio el impulso para empezar a crear otros tipos de prendas y surgió en mí el deseo de enseñar a otros, como aprendí yo sola en casa», compartió Laura con entusiasmo.
La falta de oportunidades para aprender este arte fue uno de los motivos principales que la impulsó a compartir sus conocimientos. «Me di cuenta de que muchas personas no tienen la posibilidad de que alguien les enseñe. A mí me enseñó mi abuela, pero hoy en día, con la pérdida de estas tradiciones, quise tomar la iniciativa de enseñar. Le propuse a Fernando de la vecinal del Barrio Quirno Costa que me diera un espacio para enseñar, ya que lo veía como algo social, una forma de ayudar a otros más que un beneficio personal», explicó Laura.
En sus clases, Laura y sus alumnas trabajan principalmente con prendas que muchas veces son guardadas o descartadas por estar en buen estado. «Se puede transformar todo, absolutamente todo. Nosotras empezamos con un grupo de casi 60 mujeres el año pasado y aunque ahora somos 20, es increíble ver el progreso. Algunas de mis alumnas comenzaron sin tener ni siquiera una máquina de coser, y ahora tienen sus propios trabajos. Es sorprendente ver cómo han aprendido y avanzado en poco tiempo», compartió emocionada.
Laura mencionó el caso de una de sus alumnas, Moni, como ejemplo del impacto de sus clases. «Moni tenía miedo de la máquina al principio. Pero le dije, tranquila, todo es cuestión de práctica. Empezó a practicar en casa y ahora tiene su propio emprendimiento vendiendo cartucheras para la escuela. Es increíble ver cómo personas que no sabían nada sobre costura ahora tienen sus propios negocios«, contó Laura con orgullo.
La importancia de la paciencia y el aprendizaje mutuo en el taller fue otro punto destacado por Laura. «Me gusta que mis alumnas aprendan de la misma manera en que yo lo hice con mi abuela. A veces uno no quiere aprender porque no presta atención, pero así como mi abuela tuvo paciencia conmigo, yo tengo paciencia con ellas. He tenido alumnas mayores que me han enseñado tanto como yo a ellas. Nos ayudamos mutuamente en el taller, compartiendo nuestros conocimientos», expresó Laura con cariño.
Finalmente, Laura extendió una cálida invitación a todas las interesadas: «Hoy (06/03) las espero de 14 a 16hs en la Vecinal del Barrio Quirno Costa. Será una charla para conocernos y compartir ideas. No se requiere ningún requisito especial, solo muchas ganas de aprender. Como siempre digo, todo sirve«, concluyó Laura con entusiasmo y dedicación a su pasión por la costura y el reciclado de telas.