Hace seis años, la vida de Clara Mato cambió para siempre. Sufrió la muerte de su papá y tuvo que enfrentar un enorme desafío: lograr que decenas de familias no pierdan su fuente de trabajo.
Además de mucho dolor por la pérdida, Clara tenía una gran incertidumbre: saber si podría mantener en pie todo lo que había construido Alejandro en la ciudad bonaerense de 9 de Julio.
En ese entonces, Clara tenía 27 años y sintió temor ante tanta responsabilidad. No solo “no sabía qué hacer y por dónde arrancar”, sino que tampoco tenía idea de cómo el equipo de trabajo y el mercado tomarían el nuevo liderazgo de una mujer joven en una empresa del agro.
“El dolor compartido es menos dolor”
“Después del velorio de mi papá me vine directamente para la empresa, mudé todas las cosas de mi oficina a la suya y dije: ´Bueno, es cuestión de arrancar´. Miré las anotaciones que tenía en su cuaderno, y no entendía nada, después con el tiempo empecé a entenderlas”, contó Clara en diálogo con TN.
Reconoció que su miedo era qué impacto iba a tener sobre la gente que una persona de 27 años quede al mando de una empresa con 50 empleados, y 120 representantes en el país.
“Al principio no sabía qué respuestas dar o cómo manejarme en ciertos negocios, pero pedí ayuda a la gente que sabe y que realmente quería ayudarme, y eso fue clave. Mil veces me fui llorando a casa por no saber, hasta que logré empezar a confiar en mí. Entendí que el dolor compartido es menos dolor, y las alegrías y los negocios se comparten también”, reflexionó la joven.
Para Mato además, el humor y el diálogo con el equipo fueron dos sostenes importantes para que nada se desmorone. “No daba la ecuación que yo sea la dueña, pero tenía dos caminos: o volverme loca y que esto se me funda, o encarar el problema al medio, que era lo que siempre me había dicho mi papá ante las dificultades”, explicó.
“Mi papá está en la forma en que decido”
Aseguró igualmente que “hay que prepararse”, pero que “cuando uno se ríe y se permite relajar, las cosas empiezan a suceder”. “Siempre me defendí con el humor; el humor te salva y te das cuenta que el que empuja para atrás, no tiene que estar cerca”, indicó.
Clara logró que las familias que trabajan desde hace 20 o 30 años en la firma de su papá, sigan estando en sus puestos. “Apoyarme en ellos y dejar que me enseñen fue clave. Mi papá está en mí, en la forma en que hablo, en la forma en que decido. Hoy con 33 años puedo decir lo logramos todos juntos, esto no fue solo mío”, consideró.
Después de seis años al frente de una empresa agro, la joven de 9 de Julio afirma que la aceptación que hubo tanto internamente como en el mercado “fue increíble”.
“Siempre que tengan una idea, vayan por esa idea o por sus sueños, y no se lo cuenten a muchas personas. A los proyectos no lo disfruten en el final, sino todo el proceso. Hay que confiar en el granito de arena que podemos aportar, y con el tiempo uno se da cuenta quién sí, quién no y quién nunca”, aconsejó.