“Feliz cumple Mati, te amo, estoy orgullosa de vos”, le escribió Ariana temprano. “Estoy cansado”, le contestó él, que nueve meses antes había sobrevivido a un intento de suicidio muy grave.
Cuando ella llegó a su trabajo vio que los otros empleados llegaban tarde porque el subte estaba interrumpido en la estación en la que bajaba su hermano, según publicó Infobae.
Solía mentir Ariana, pero ya no. “Ni valiente, ni egoísta, ni cobarde, ni mala persona: sufrimiento. No tuvo un accidente, no se fue de viaje, no murió de una enfermedad. Se suicidó. Ni se fue al infierno, ni fue producto del karma, ni su alma se quedó en pena sin trascender. Se suicidó”.
El párrafo es parte de un texto que escribió en su cuenta de Instagram, donde Ariana, que ahora tiene 32 años, habla desde el lugar de “los que quedan”.
Desde allí, desarma los mitos alrededor del suicidio, habla del peso de la culpa, de todo lo que falló en el sistema de salud. Y le habla directamente a Mati, su hermano, que se quitó la vida una primavera negra de 2015, el mismo día en que cumplió 23 años.
Una cadena
Sus padres se habían separado así que los tres hermanos -dos chicas y Mati, el menor- vivían con su mamá en Burzaco. “Mi mamá y mi hermano tenían un vínculo muy simbiótico, muy poco sano diría. Mi mamá era muy absorbente con él”, cuenta Ariana Villarreal, la hermana del medio, a Infobae.
Mati tenía 19 años cuando su mamá murió producto de una poliquistosis renal. “Él hacía todo con ella, y ella hacía todo por él. Y de repente mi mamá murió y Mati se encontró con ese vacío”, sigue.
“Venía un poco a los tumbos porque había terminado el colegio y no sabía qué hacer con su vida y en el medio de todo eso conoció a una chica, se pusieron de novios, y trasladó a ese noviazgo ese vínculo que había tenido con mi mamá. Entonces, imaginate, tenían una relación muy tóxica”.
Era febrero de 2015 cuando Mati sobrevivió al primer intento de suicidio y, de esos meses, Ariana recuerda su sonrisa con nitidez: “Se lo veía feliz, siempre estaba sonriendo. Ahora yo sé que no estaba bien pero no sabía cómo expresarlo, y la sonrisa es la forma en la que evitan que les hagan preguntas que no pueden responder”.
Habían pasado tres años de la muerte de su mamá, Mati tenía 22. “Y lo que sucedió la noche anterior a ese intento de suicidio fue que cortó con la novia. Obviamente no fue ese el motivo, siempre hay un proceso atrás”, dice, su forma de mostrar que el desamor fue sólo un fotograma de una película mucho más compleja.
Había dejado incluso una nota de despedida y se salvó de casualidad, porque su papá llegó en el peor momento. Lo reanimaron en una ambulancia y, cuando se estabilizó, lo derivaron a una clínica psiquiátrica en Caballito a través de su prepaga, OSDE.