Macarena Bogado tiene 27 años y es oficial de la Policía de Tigre. Su vida es un calvario, cuenta, debido a la violencia que sufre de parte de su ex pareja. El caso se hizo conocido hace poco más de un mes, cuando la joven realizó la denuncia y compartió a través de Instagram fotos de su rostro desfigurado por los golpes. Las agresiones, sin embargo, no terminan: ahora Macarena acusa al agresor y a su familia por difundir videos íntimos y amenazarla.
“Está viralizando videos sexuales que tengo con él. Solo él y yo teníamos esos videos. Ahora los tienen todos. ¿Cómo miro a la gente en adelante? ¿Con qué cara me paro ahora frente a mis compañeros de la Policía?”. En diálogo con TN, Macarena se quiebra y dice sentir miedo: “Le sacan fotos a mi auto y me las mandan. Voy a comer a lo de una amiga y al rato recibo una foto del coche y un mensaje amenazante. Tengo mensajes y chats donde dicen que me están vigilando”.
La víctima afirma que los nuevos ataques responden a que la Cámara de Apelaciones de San Isidro revocó el lunes la excarcelación que había sido otorgada al agresor: “Está a un paso de ir preso. Entonces están como locos y me quieren enfermar, como hicieron siempre. ¿Cómo se puede vivir así?”.
Y continúa: “Tuve que pedirme licencia. No puedo trabajar ni hacer una vida normal. Tengo que estar yendo al médico por las heridas que él me dejó, pero según la familia de él yo soy la culpable y tengo que estar dando explicaciones. ¿Por qué?”.
El 1° de Mayo, Macarena denunció haber sido golpeada y secuestrada por el atacante en la casa de Tigre en la que convivían. La joven contó que ese día, su ex le sacó el celular, la tiró al piso y le dio una trompada en el ojo derecho.
A la madrugada, al ver que la inflamación que le había provocado a su víctima no cedía, el hombre salió a comprar un remedio a la farmacia y olvidó el celular de la chica. Macarena aprovechó el descuido para comunicarse con una compañera de la fuerza. Le relató lo que estaba viviendo y le hizo un pedido: “Si a las 6 no tomo el servicio, mándenme un móvil a la casa”.
“Me comuniqué con ella para decirle que no iba a poder ir a trabajar y, sobre todo, para que supiera mi ubicación por si terminaba muerta. A las horas llegaron los patrulleros, me rescataron y a él se lo llevaron preso”, detalló.
Pablo Mentediaga, fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Género de Tigre, ya tiene en sus manos las pruebas del hostigamiento y las violaciones a la intimidad de la víctima, que se suman a la carátula por “lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género en concurso real con amenazas y privación ilegal de la libertad” que recayó sobre el acusado.
Macarena asegura que su ex ya recibió denuncias por violencia de género de parte de otras jóvenes: “Son siete en total, de las cuales tres se van a sumar a mi causa con sus testimonios. El resto de las chicas tiene miedo de hablar”. Y continúa: “A una casi la electrocuta y le hizo perder un embarazo. Tengo el mensaje. Tengo todo”.
La víctima dice haber padecido intimidaciones de parte de su ex por las redes sociales durante las últimas semanas: “Se crea perfiles truchos solo para hablarme. Me menciona cosas que solo nosotros dos sabíamos. Estuvo tres días seguidos acosándome de esa manera. El fiscal ya tiene todas las pruebas”.
A las torturas que sufre Macarena, se le suma -dice- una campaña de difamación: “La hermana de él, que supo ser mi amiga, anda diciendo que yo me hice la herida en el ojo, y que yo estoy obsesionada con él porque me abandonó, y que no sé cuánto. No me abandonó. Me golpeó y me mantuvo secuestrada. ¿Tengo que esperar a que me maten?”.
“¿Las otras seis chicas también se golpean solas? ¿Quién difundió nuestros videos sexuales y se los mostró a todos mis compañeros de trabajo? ¿Fui yo?”, agrega la joven con la voz quebrada por la angustia.
Macarena inició una relación con el acusado en septiembre del año pasado. Al poco tiempo decidieron irse a vivir juntos a la casa de él, y enseguida comenzaron los episodios de violencia. La víctima recuerda que su expareja le cuestionaba la cantidad de amigos que tenía en Instagram: “‘Dame el celular que te voy a borrar a algunos amigos. Tenés muchos’”, me decía”.
Unos días después, siguiendo el relato realizado entonces por la joven, le pegó en las piernas con una raqueta de tenis. Ahí la víctima decidió abandonar la casa y denunció al agresor. Él siguió contactándola a través de las redes sociales: le pedía perdón, le decía que iba a cambiar y que la amaba.
Macarena creyó esas promesas y decidió darle una segunda oportunidad: “Yo realmente lo quería y tenía la esperanza de que iba a cambiar”. Volvieron a convivir, pero la violencia continuó.
Dos perimetrales y un botón antipánico fueron las únicas herramientas que la Justicia le dio a la joven para defenderse de su agresor. Macarena narró su infierno a través de las redes sociales y su rostro desfigurado recorrió los medios.
No alcanzó para que su ex siguiera preso: el 10 de Mayo, el juez de Garantías N° 2 de San Isidro, Orlando Díaz, ordenó su libertad bajo caución juratoria. Es decir, sin imponer el monto de una fianza y con la exigencia de una serie de “obligaciones especiales” para continuar el proceso acusatorio fuera de prisión.
Un mes después, el calvario de Macarena sigue latente. Desesperada, una víctima vuelve a pedir que la Justicia actúe a tiempo: “Esto me está desbordando. Ya no puedo más”.