Reconoció el deslizamiento de precios y culpó al Gobierno por las subas de tarifas. El presidente del Banco Central hizo malabares para justificar por qué los precios están por arriba de la meta definida por el Gobierno. Aseguró que si no logra una disminución del ritmo de aumentos en mayo, subirá la tasa de interés.
El Banco Central se mostró nuevamente desorientado sobre el proceso inflacionario. El presidente de la entidad, Federico Sturzenegger, brindó ayer una conferencia de prensa en la que reconoció que los precios subieron por encima de lo que esperaba en los últimos cuatro meses. Cargó la responsabilidad sobre el resto del equipo económico asegurando que el ajuste de tarifas y el aumento del dólar, tras los cambios en el plan de metas de inflación, fueron claves para explicar la aceleración de precios. Pero aseguró que a partir de mayo la hipótesis del Central es que la inflación comenzará a moderarse. Desafió afirmando que si no se cumple el pronóstico, la respuesta de la entidad será subir la tasa de interés como lo hizo en 2016 y en 2017. Los consultores que escuchaban en la conferencia no creen que Sturzenegger se anime, cuando el pedido oficial es que la tasa de interés siga bajando en forma gradual hasta un 20 por ciento.
“La inflación del trimestre no fue la que queríamos. Hubo shocks bastante importantes como el de haber concentrado los aumentos de precios regulados en estos cuatro meses (de enero a abril). Pero eso allana el camino y nos hace optimistas de acá en adelante”, dijo el titular del Central. Planteó que este año la autoridad monetaria apunta a cumplir con la nueva meta de inflación de 15 por ciento y que si a partir de mitad de año no hay una merma del proceso inflacionario subirá las tasas. La apuesta de Sturzenegger no es sencilla: en sólo tres meses ya se acumuló una inflación de casi 7 por ciento y para junio se espera acumular un incremento del 12.
No dio detalles de cuánto sería necesario subir la tasa de interés para poder frenar las subas de precios y evitar otra vez que la inflación cierre el año cerca del 25 por ciento, una cifra que ya empieza a aparecer en los informes privados de los principales analistas del mercado y que forma las expectativas de empresarios y banqueros. “Si el sendero de la inflación no convalida una baja a partir de mayo usaremos todos los instrumentos de política monetaria que sean necesarios. Subiremos las tasas. No inventamos nada. Es lo que hacen todos los países que aplican metas de inflación”, indicó. El Central enfrenta hoy el vencimiento de más de 500 mil millones de pesos en Lebac (ver aparte) y no se esperan cambios en la tasa de interés. Para el mercado, Sturzenegger perdió capacidad política para decidir una suba en forma independiente.
El titular de la autoridad monetaria aprovechó la conferencia de prensa para justificar la intervención en el mercado cambiario de marzo, cuando se vendieron 2427 millones de dólares de las reservas internacionales con el objetivo de mantener la cotización del dólar por debajo de los 21 pesos. Argumentarlo no fue tarea fácil porque hasta febrero la entidad afirmaba que el tipo de cambio era libre, es decir lo definía el sector privado sin la intervención del Central. Se apoyó en una formula matemática que poco y nada explica la realidad del dólar en la Argentina. Aseguró que los inversores se empezaron a equivocar en los últimos meses al calcular cuál es el tipo de cambio de equilibrio. “Están usando una tasa de interés menor respecto de lo que el Central va a fijar hasta finales de este año”, dijo. Esto habilitaría a la entidad a vender reservas para frenar la suba del dólar porque no se está modificando la cotización de equilibrio sino que sólo se está “corrigiendo la mala interpretación de los inversores”.
Esta interpretación sobre el problema cambiario es preocupante. El Central plantea que hay un tipo de cambio de equilibrio en 20,50 pesos y la pregunta es obvia. ¿Cómo puede estar en equilibrio cuando el país registra uno de los déficit de sector externo más importantes de las últimas décadas? El rojo de la cuenta corriente asciende a 5 puntos del PBI al año, mientras que la fuga de capitales acumula unos 22 mil millones de dólares y la salida de divisas por turismo se eleva a los 12 mil millones. Los inversores, pese a que el Central no tiene en cuenta estos desequilibrios macroeconómicos en su modelo sobre el dólar, tienen claro que el rojo de divisas no puede mantenerse en forma permanente con deuda y se apuran a comprar moneda extranjera. Los consultores de la city no dudan en afirmar que este factor estructural de la economía es uno de los más importantes para explicar las tensiones cambiarias. Al menos más importante que el que plantea el Banco Central, el cual concentra el problema cambiario en que bajó un punto la expectativa de tasa de interés de los inversores.
El dólar y la inflación, pese a los argumentos, pusieron incómodo a Sturzenegger. El titular del Central sólo se mostró relajado en la conferencia cuando comenzó a hablar del tema crecimiento. Aseguró que la economía creció a un ritmo del 4 por ciento entre puntas el año pasado y que el indicador de actividad que arman los técnicos de la entidad adelanta que se mantendrá la expansión de la actividad económica en los próximos meses. “La recuperación de la economía fue notoria. Se anotaron 7 trimestres consecutivos de crecimiento”, aseguró Sturzenegger. Los economistas del mercado no coinciden con esta interpretación y ya empezaron a bajar los pronósticos de expansión del PBI al 2,5 por ciento para 2018. Los informes del mercado hablan de un rebote en 2017 pero marcan la falta de motores genuinos para sostener la expansión.