Ocurrió el 11 de julio, a plena luz del día. Los acusados fueron detenidos y se les dictó la prisión preventiva. El modus operandi y la traición que surgió a partir del reconocimiento de la víctima
—Voz masculina: “Se planeó todo bien pero bueno (…) uno de los pibes hizo cagada”.
—Voz femenina: “¿Y ahora?”.
—Masculino: “Y nada, cuando te cuente te vas a cagar de risa”.
La comunicación fue la noche del 11 de julio pasado, minutos antes de las 22. El hombre que habla es Diego Penayo, de 29 años, nacionalidad paraguaya, quien llamó a su pareja para decirle que iba a estar un tiempo escondido en un domicilio del partido bonaerense de San Martín después de un fallido plan que se frustró por un desperfecto mecánico de su auto.
Ese día, en horas de la mañana, Penayo y al menos otras tres personas secuestraron a un adolescente de 15 años en el barrio porteño de Villa Devoto.
La víctima, a quien en esta nota se identificará como C., había salido de su casa alrededor de las 9:30 y estaba yendo a pie hacia el taller de su padre, ubicado a cinco cuadras de distancia. Para ese entonces, los captores ya lo estaban esperando a mitad de camino, en un Fiat Palio blanco estacionado. Dos estaban parados junto al vehículo y el restante estaba en el asiento del conductor. Era una puesta en escena para simular que el auto no arrancaba.
Cuando vieron venir a C., le pidieron ayuda para empujar el vehículo. El adolescente accedió y al momento de acercarse, los secuestradores lo redujeron. Lo metieron adentro, lo amenazaron y le pusieron precintos en sus manos.
Tras ello, comenzaron a dar vueltas por las calles de Capital Federal, mientras otro integrante de la banda se encargaba de comunicarse con la familia de C. El primer llamado fue aproximadamente media hora más tarde.El secuestrador al teléfono les exigió 20 mil dólares para liberar a su hijo. Entre un llamado y otro, le indicó al padre la víctima dónde tendría que realizar el pago: primero le dijo que vaya a una esquina de Monte Grande y luego que se dirija hacia Ruta 8 y General Paz. Pero como en ambos lugares habían visto policías cerca, dieron marcha atrás con la entrega.
Más tarde, llegó una nueva dirección: en la calle Eva Perón y la avenida Márquez de la ciudad de San Martín. El padre de C. fue hasta allí y dejó la bolsa con el dinero debajo de un auto. Sin embargo, el secuestrador nuevamente recalculó, esta vez por la presencia de un “vehículo sospechoso” en la zona. De tal manera, le ordenó al padre de la víctima que recogiera el pago de rescate y que esperara una nueva indicación, precisaron fuentes judiciales a Infobae.
Pero después de eso, sucedió el imprevisto para los secuestradores en el Fiat Palio: cuando circulaban por las calles de Villa Ortuzar, el auto se le averió en la intersección de 14 de julio y Chorroarín. Trataron de arreglarlo y como no pudieron decidieron abandonar el vehículo.Se alejaron caminando. C. se percató de esto y al encontrarse solo, escapó corriendo en dirección contraria hasta toparse con un policía. Eran las 12:20 del mediodía.
Unos minutos después, el padre de C. −ya enterado de que su hijo estaba a salvo− recibió otro llamado del secuestrador que llevaba adelante la “negociación” y se sorprendió:el delincuente no sabía que la víctima ya había recuperado la libertad, por lo que le volvió a dar una nueva dirección para entregar el dinero. Esa fue la última comunicación que mantuvieron.
El caso recayó en la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 9, a cargo de Guillermo Marijuán. Luego de más de un mes de investigación en coordinación con la División Operativa Central del Departamento Antisecuestros de la Policía Federal, la banda de secuestradores cayó el 19 de agosto. En tres operativos realizados en el barrio porteño de Balvanera, en San Miguel y en La Tablada (La Matanza) detuvieron a cinco sospechosos, uno de los cuales fue liberado días más tarde.
Además de Penayo, los acusados fueron identificados como Stiben Gamarra Piris, de 26 años y nacionalidad paraguaya; Cristian Ponce, de 23 años; y Diego Poltronetto, de 21. Los cuatro están imputados por secuestro extorsivo, agravado por la minoría de edad de la víctima y por la intervención de tres o más personas, en calidad de coautores. Ese delito prevé una pena de 10 a 25 años de prisión.
A Poltronetto además se le inició una causa por tenencia ilegal de armas. En su departamento de Balvanera la Policía encontró dos revólveres calibre 38 y una escopeta calibre 28.
Poltronetto y Ponce se negaron a declarar. En cambio, Peneyo y Gamarra Piris aceptaron ser indigados. Sin embargo, sus relatos no convencieron a los investigadores. Los cruces de llamados entre los cuatro que mantuvieron el día del secuestro y en los días previos, las huellas detectadas en el Fiat Palio y el análisis de la activación de celdas, que los ubica a algunos de ellos alrededor del domicilio de C., son algunas de las pruebas en su contra.
También los resultados del reconocimiento de la víctima, que identificó a Poltronetto como amigo de sus hermanos, según el expediente.Incluso dijo que luego del secuestro, el imputado fue hasta el taller de su padre y lo abrazó y lo consoló.Esto reforzó la hipótesis de los investigadores: que el secuestro fue planeado y que los delincuentes contaban con la información de que la familia poseía el dinero requerido.
En los últimos días, el Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 12 que dirige Sebastián Casanello, dictó la prisión preventiva para los cuatro acusados. El abogado de Poltronetto, Christian Anibal Saragusti, adelantó que ya presentó un pedido de excarcelación y subsidiariamente la morigeracion de prisión.
“En virtud del delito que se le achaca a mi asistido, no se encuentra acreditado que mi defendido le haya manifestado al padre de la víctima de 15 años que quería cobrar un rescate, ni tampoco que la privación de la libertad de la víctima haya sido con el propósito de obtener uno”, explicó el letrado, quien fue el abogado defensor del presunto hacker informático Camus Hacker y del profesor Renato Ristori, ex profesor del colegio Carlos Pellegrini acusado de hostigamiento a una alumna.
Y agregó: “La acción típica del secuestró extorsivo es sustraer, retener u ocultar a una persona, y esto no pasó en la causa; simplemente se trató de un robo, con la diferencia que se mantuvo en el tiempo. Algunos roban en 20 Segundos, otros en 9 minutos, otros en 30 minutos y otros, como en el caso, tardaron 171 minutos. Más allá del delito en cuestión, no quedaría consumado ya que mi asistido desiste voluntariamente del hecho”.
Saragusti además dijo que las armas que tenía Poltronetto “las había comprado porque es coleccionista”.
Las cifras de los secuestros extorsivos en la cuarentena
Según el informe mensual de la Unidad Especializada en Secuestros Extorsivos, cuyo titular es el fiscal federal Santiago Marquevich, en julio se registraron otros seis casos en todo el país. Fueron en las localidades bonaerenses de Escobar, Derqui, Avellaneda y Burzaco, en la ciudad de Córdoba y en la localidad mendocina de Rodeo de la Cruz.
En todos los casos, las víctimas fueron hombres y recuperaron la libertad sin sufrir lesiones físicas mayores.En dos de esos episodios se pagó el rescate mientras que en los restantes no fue necesario. Para cometer el delito, los delincuentes utilizaron en su mayoría vehículos de alta gama y casi siempre actuaron en la franja horaria de entre las 17 y la medianoche.
El mismo relevamiento al que accedió Infobae indica que hasta el 31 de julio último hubo 31 secuestros extorsivos. Este tipo de delito viene en disminución desde hace cinco años: hubo 294 casos en 2015, 227 en 2016, 185 en 2017, 111 en 2018 y 44 el año pasado.
Fuente: Infobae