Dos fábricas cuentan una historia similar, a pesar de que se encuentran en distintos puntos del país y se dedican a producciones diferentes. Ambas tenían una tradición industrial y trayectoria y ninguna pudo soportar el ahogo que produce la política económica del gobierno de Cambiemos. Bajaron la persiana y echaron al personal luego de estar produciendo al 20 o 30 por ciento de su capacidad instalada ante el achicamiento del mercado y los enormes stocks de mercadería importada y resignando rentabilidad para evitar los plazos de pago, que implican un costo financiero exorbitante por el efecto de las tasas de interés. Sport Tech era una de las tres grandes proveedores de Adidas –ahora sólo queda una– e Imperial Cord (ver nota aparte) fabricaba neumáticos y cámaras para bicicletas.
Ayer se conoció la noticia del cierre de la planta de SportTech en San Martín (provincia de Buenos Aires), que deja a 120 trabajadores desocupados. Fernando Castillo, secretario general del Sindicato de Costureros y Empleados del Vestido de la CTA-Autónoma, dijo que “estamos en nuestros puestos de trabajo en resguardo de una posible estafa y vaciamiento del establecimiento”. Hace dos meses, la empresa había cerrado su planta de Luján, en donde se desempeñaban 62 trabajadores.
SportTech se dedicaba a la confección de prendas de ropa deportiva principalmente para Adidas. La marca de las tres tiras se subió a la ola importadora favorecida por el Gobierno que viene arrasando con la industria nacional. En agosto de 2018, cerró la planta Extreme Gear, que llegó a emplear a 660 trabajadores en la confección de calzado para Adidas. En noviembre pasado cerró la empresa Paquetá, que fabricaba zapatillas para la marca alemana y era principal empleadora privada de Chivilcoy, con la baja de casi 600 trabajadores. Otra fábrica que cerró fue Tessicot, del Grupo Sedamil, que también empleaba a unos 600 trabajadores en la producción de camisetas de fútbol, entre otras, para Nike y Adidas. También está en proceso de descomposición la histórica fábrica de calzado de Coronel Suárez, propiedad del grupo alemán Dass, que trabaja para Adidas y Reebok. Hubo además despidos y cierre de empresas proveedores de Puma, como es el caso de Herzo, con sede en San Luis, y Unisol, en La Rioja.
A pesar de las particularidades, varias empresas de tamaño importante y procesos productivos de avanzada que sucumben en el sector de la ropa deportiva a raíz de no poder hacer frente al contexto económico nacional. La única empresa grande proveedora de marcas deportivas que sigue en pie es RA Intertrading, que llegó a emplear a 900 personas en 2016 –según publica Página 12– .
“Son empresas con alto nivel tecnológico, porque estas marcas globales no entregan su producción a plantas que no estén certificadas. Es decir, no es una cuestión tecnológica. Lo que pasa es que, por un lado, el mercado interno está totalmente en baja. Pero por otro lado hay un nivel de sobrestocks importados tan grande que las marcas frenaron todas las compras a la industria local, hay stocks acumulados para meses”, explicó a este diario un experto del sector textil. Este tipo de marcas siempre utilizan proveedores locales para una parte de su producción, para ganar en reposición inmediata en segmentos del mercado con alta rotación.
El incremento brutal de las importaciones previo a la devaluación del año pasado se verificó en varios sectores, como por ejemplo juguetes, que también están en la cuerda floja, y fue un golpe de knock-out para muchas fábricas. En el caso puntual de SportTech, advierten fuentes del sector, a la crisis sectorial se sumó un quiebre financiero porque el adelanto de dinero que le envió Adidas para adquirir la tela para la producción a comienzos del 2018 fue utilizado para cubrir otro bache y en el medio la devaluación encareció mucho la tela. Es decir, la empresa se quedó sin ventas ni materia prima para producir. Otra empresa sobre la cual hay cada vez mayores interrogantes en relación a su continuidad es la fábrica de Nike en Eldorado, Misiones, en donde hubo 175 despidos en diciembre. La planta contó con 1400 trabajadores hasta marzo de 2016 y se redujo hasta unos 775 empleados.