¿Se podría dar una “polipíldora” a todos los mayores de 50 años para prevenir enfermedades cardiovasculares?

Un nuevo artículo propone esta estrategia con una pastilla que combine un cóctel de medicamentos para reducir la presión arterial, pero otros expertos lo ven con escepticismo.

domingo 23/03/2025 - 22:29
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Según datos del Instituto Nacional de Estadística, más de una de cada cuatro personas fallecidas en España en 2023 lo hizo a consecuencia de enfermedades del sistema circulatorio, que se cobran en total alrededor de 120.000 vidas cada año. Según un artículo de opinión publicado a principios de marzo en la prestigiosa revista científica The BMJ, miles de esas muertes podrían prevenirse. ¿Cómo? Instaurando el ofrecimiento a todos los ciudadanos mayores de 50 años –aunque muchos de ellos no entren en lo que podría considerarse población de riesgo– de una polipíldora que combina una estatina y tres medicamentos para reducir la presión arterial.

Los autores del artículo, tres profesores de epidemiología y medicina preventiva del University College London y de la Universidad de Birmingham, solicitaban encarecidamente al sistema de salud británico la adopción de esta medida: según sus estimaciones, con que solo aceptasen un 8% de las personas mayores de 50 ya ofrecería un beneficio de salud mayor que los sistemas de control y cribado actuales.

Los investigadores sostenían su petición basándose en dos argumentos. Por un lado, que las complejas herramientas de predicción de riesgos no son eficaces y podrían estar dejando fuera a muchas potenciales víctimas. “La mayoría de los infartos y derrames cerebrales ocurren en personas con niveles de riesgo promedio”, apuntan. Por otro, que se trata de una estrategia “sencilla, eficaz y económica”, ya que los medicamentos que incluye la polipíldora ya no tienen patente y tienen efectos secundarios mínimos.

“Más que una medicalización de un amplio sector de la población, un programa de polipíldora es una estrategia preventiva diseñada para evitar que una persona se convierta en paciente. Puede compararse con programas de salud pública como la vacunación, la reducción de la sal en los alimentos y la adición de ácido fólico a la harina”, afirma en una nota de prensa uno de los autores, Nicholas Wald, que ya en 2003 empezó a estudiar la eficacia de la polipíldora como herramienta preventiva primaria.

El cardiólogo Valentín Fuster es director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) de Madrid y uno de los mayores expertos del mundo en el área de la medicina preventiva cardiovascular. Y explica: “Creo en el concepto de Wald y se le ha de felicitar. Pero yo sigo pensando que dar una polipíldora simplemente para prevenir a personas que, por ejemplo, no tienen ni colesterol elevado, ni presión arterial alta, es atacar a un sistema que no necesariamente está enfermo. Si hace veinte años ya se planteó y no salió adelante, habrá que preguntarse por qué”, sostiene. Para Fuster, de hecho, la simple idea de implantar una polipíldora para prevenir la enfermedad “es absurda: pero es la realidad del mundo en el que vivimos. Lo ideal sería que la gente se cuidara y no tuviera enfermedad”.

Su opinión la comparte Armando Oterino, vocal de la Asociación de Cardiología Preventiva de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que considera que la base, antes de la instauración de la polipíldora o de cualquier otra terapia farmacológica, debería pasar por controlar los factores de riesgo con medidas higiénico-dietéticas (ejercicio físico, dieta mediterránea, dejar de fumar…). “Yo soy partidario de construir la casa por la base, no por el tejado. Antes de cualquier medicamento, las primeras medidas que nos recomiendan todas las guías son las medidas higiénico-dietéticas. Y si esas medidas fracasan o el riesgo está por encima de un determinado valor, hay que prescribir la medicación con la mayor simpleza en cuanto a posología, eso sí, para mejorar la adherencia”, argumenta.

A esto, el cardiólogo del Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres añade la importancia de identificar correctamente los factores de riesgo de todos los pacientes. “Controlar los triglicéridos y el colesterol LDL, controlar la tensión, el tabaco. Todo eso son factores de riesgo y todo eso lo podemos cribar con herramientas y con escalas que nos van a permitir determinar el riesgo de cada paciente y tomar medidas adecuadas. ¿Que se puede mejorar en este campo? Seguro, y eso nos permitirá adelantarnos y salvar vidas”, añade.

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