“Hola mi amor, ¿cómo estás? ¿Será que podemos vernos? Te extraño, te amo, besos y abrazos. Sos todo para mí, preciosa”. Ese fue el último mensaje que Leopoldo Borovski le mandó a su novia, Fiorella Aghem, a las 20.15 del último día de febrero de 2019. Cuatro días después, un peón rural encontró a la joven, que entonces tenía 20 años, estrangulada en una chacra ubicada a cuatro kilómetros de la ruta nacional 14, en Misiones, publicó TN.
Fiorella tenía la cara destrozada a golpes, algunos cortes y un cable alrededor del cuello. La autopsia confirmó lo que a simple vista ya era evidente: la joven había sido víctima de un femicidio y había muerto por asfixia. Pero hubo un detalle, además, que dio cuenta del miedo que sintió en sus últimos minutos con vida. La joven asesinada tenía el teléfono celular escondido entre sus partes íntimas, como si temiera que el asesino se lo pudiera quitar.
El escenario se completó más tarde a partir de la declaración de testigos y peritos. Los primeros indicaron que Borovski hostigaba a Fiorella desde hacía tiempo y los especialistas que hicieron el informe psicológico del hombre establecieron un “cuadro de celopatía” y reacciones con violencia para dañar al otro “porque lo consideraba de su propiedad”.
“Pasaron cuatro años, pero para mí sigue siendo el 1 de marzo de 2019″, dijo a TN Mercedes Pereira, la mamá de Fiorella. En ese sentido, sin luchar con las lágrimas que van y vienen de sus ojos permanentemente, explicó: “Cuando armamos la mesa siempre hay un plato más, un vaso más…todavía no podemos asimilar que no esté”.
Las denuncias, los mensajes y la pesadilla hecha realidad
El femicidio de Fiorella fue una tragedia, pero de ninguna manera una sorpresa para su entorno más cercano. La última vez que la vieron con vida, ella dijo que tenía que ir a hacer un trámite para la facultad, pero en realidad fue a encontrarse con Borovski, de quien se había separado un par de meses atrás. Al pasar las horas y no tener más noticias de su hija, Mercedes fue a denunciar la desaparición a la comisaría. No sabía que la víctima lo había ido a ver a él, pero desde ese primer momento supo que su exyerno tenía algo que ver con lo que fuera que hubiera ocurrido con ella.
Fiorella ya había denunciado tres veces a Borovski por violento. También había enviado mensajes a sus amigos en los cuales relataba los tormentos a los que él la sometía, para pedir ayuda. “Tengo miedo de que me mate, me ahorcó con un cable, me hizo ver las estrellas”, fue el último audio que mandó. Ella le tenía miedo, y la pesadilla aquel verano se convirtió en realidad.
“Era como mi hijo”
“Es doloroso para mí estar acá, esto no debería haber pasado si la Justicia hubiera actuado debidamente. Había varias denuncias, me duele en el alma”, declaró durante el juicio a Borovski, Mercedes Pereira Gómez, la madre de Fiorella.
Ante el tribunal, la mujer contó: “Era como mi hijo, casi vivía en mi casa, era el novio de mi hija durante tres años. Lo conozco de chiquito, fueron juntos a catequesis, después la primaria hicieron en escuelas distintas y se reencontraron en la secundaria”.
De acuerdo a su relato, cuando terminaron el colegio y su hija empezó a viajar diariamente a la vecina localidad de Aristóbulo del Valle para estudiar el profesorado de Letras, fue cuando empezaron los problemas entre ellos. En ese sentido, Mercedes contó que él cuestionaba a Fiorella por algunas aplicaciones que ella había bajado a su celular, por sus amistades y dijo que incluso llegó a romperle su teléfono por eso.
“En julio de 2018, el acusado llevó a Fiorella a Picada Zulma, para llevarle alimentos al personal de una chacra que su familia tenía allá. Era de noche y en la camioneta empezó a cuestionar cosas por celos y mi hija le dijo que quería terminar la relación, porque era muy conflictiva y él le respondió que se iba a matar porque ella le iba a dejar, después la agredió”, recordó. Esa, tal vez, fue la primera señal de alarma.
“Le dijo que merecía estar muerta”
Durante el debate también declaró el papá de Fiorella, Oscar Aghem. Su testimonio, como todos lo demás, hizo referencia a la personalidad violenta del ahora condenado por el femicidio.Play Video
“Cuando mi hija terminó el noviazgo empezó a tener problemas porque él se volvió agresivo, le sacaba y rompía sus teléfonos, la perseguía adonde iba, era muy obsesivo, manipulador”, sostuvo Aghem.
Y añadió: “Para mí que tenía planeado hacer lo que hizo porque en dos o tres oportunidades la llevó a una chacra alejada donde la quiso asesinar y ella se escapó, corrió y pidió auxilio. Le había dicho que ella se merecía terminar muerta en un descampado”.