Los subsidios al sector acumulan un aumento de un 130% en los primeros cinco meses del año y las compras al exterior ya demandaron US$4641 millones, casi el 80% de todo 2021
Los números que se conocieron esta semana sobre las importaciones de energía y los subsidios que se le destinan al sector alarmaron a más de un analista económico, pese a que se esperaba un impacto significativo en las cuentas fiscales (que reflejan los gastos e ingresos del Estado) y en la balanza comercial (exportaciones e importaciones). De continuar con esta dinámica, el sector energético podría hacer incumplibles dos de las tres metas anuales acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que afecta la reducción del déficit fiscal e impide la acumulación de reservas del Banco Central.
En relación con los subsidios a la energía, en mayo aumentaron “solo” 60%, en línea con la inflación: de $83.307 millones, que representaron en el mismo mes del año pasado, a los actuales $133.325 millones. Sin embargo, en lo que va del año, acumulan un incremento de un 130%, con $572.982 millones desembolsados en transferencias. En el mismo período de 2021, las erogaciones a la energía habían representado casi la mitad: $248.755 millones.
De esta manera, los subsidios energéticos ya explican un 14% del total del gasto del Estado, sólo detrás del 29% que significan las jubilaciones, por arriba del 11% que implica el pago de salarios públicos y el doble del 7% que se destina a asignaciones familiares, según cálculos de la consultora LCG. El gasto en capital (obra pública), por caso, en lo que va del año representa un 6% del total.
La segmentación de tarifas que anunció el Gobierno busca por lo menos desacelerar el crecimiento de los subsidios a la energía, aunque todavía no se puso en práctica. Sin embargo, su éxito para reducir el gasto está en duda, ya que para el 90% de los usuarios (a los que no se les quitará el subsidio) se fijó un incremento de tarifas menor a la variación salarial del año anterior; es decir, siempre aumentarán por debajo de la inflación.
“Frente a la escalada de costos de la energía, la subindexación de las tarifas va a llevar a un aumento significativo de los subsidios. Frente a ello, el Gobierno tiene tres caminos: aumentar la indexación, cosa que es difícil o imposible por razones regulatorias y de anuncios de aumentos tarifarios; ampliar el grupo de hogares que van a ser segmentados para excluirlos de los subsidios, que es lo que aparentemente están haciendo ahora; y empezar a mover a los subsidios a suma fija con subindexación de ese monto”, analizó el economista Fernando Navajas, de la fundación FIEL.
Por el lado de las importaciones, la necesidad de comprar gas y gasoil del exterior está exigiendo más de la cuenta las reservas del Banco Central. Solo el mes pasado se importaron US$1601 millones en combustibles y lubricantes, lo que implicó un aumento de 227%, US$1111 millones más que un año atrás. Esta suba se explicó principalmente por el aumento de los precios internacionales en un 115,5%, ya que las cantidades importadas tuvieron un alza menor de 51,3%, lo que “contribuyó directamente a impulsar las importaciones totales a valores récords”, dice el informe del Indec.
En lo que va del año, por su parte, las importaciones de energía acumularon un total de US$4641 millones, lo que implica un incremento de 205%, ya que el año pasado habían representado en el mismo período US$1520 millones, según consignó el Indec, que incluye en la cuenta a lubricantes y otros productos. De acuerdo con datos de LCG, en solo cinco meses, ya se importó el 79% del total del año pasado y un 104% de todo 2019.
“Las importaciones de combustibles representaron en mayo un 20% del total importado en el mes. Una dinámica similar no se observaba desde 2014, cuando también hubo precios internacionales elevados del petróleo”, dijeron en la consultora que dirige Guido Lorenzo.
La empresa estatal Enarsa, encargada de las compras de gas natural licuado (GNL), confirmó que se habían contratado 41 buques, de los cuales 27 están destinados a la terminal de Escobar (que tiene una capacidad de regasificación mayor) y 14 a Bahía Blanca. Las primeras licitaciones se cerraron con precios de US$42 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector) y en la última consiguieron valores más cercanos a US$24 en promedio. Al momento, el costo es de US$2925 millones, aunque el pago de los buques se realiza a medida que llegan a la Argentina.
Otra dinámica tiene el gasoil, que es comprado por Cammesa, la compañía controlada por el Estado, para abastecer a las centrales térmicas. Además, las refinadoras (YPF, Raízen y Trafigura) también tuvieron que aumentar sus compras de gasoil para abastecer la demanda interna de combustibles. Según datos del mercado, alrededor del 30% de lo que se consume en el país es importado.
En concreto, en los primeros cinco meses del año el país destinó US$760 millones al GNL, US$1950 millones al gasoil y US$530 millones al gas que se importa de Bolivia. Es decir, en total fueron US$3240 millones, según datos del economista Julián Rojo, del Instituto Argentino de Energía “Gral. Mosconi”.