Una de las variables centrales para tener certezas sobre la producción petrolera que viene sigue a media máquina. El consumo de naftas en todos los surtidores del país llega hoy al 55% si se lo compara con el 15 de marzo, el período previo al ingreso en la cuarentena del coronavirus. En el gasoil, la demanda alcanza el 76% del registro del mismo momento.
Se trata de la tendencia registrada hasta el 17 de junio, un período en el que en buena parte del país la cuarentena tendió a ser flexibilizada, si bien hay jurisdicciones como Buenos Aires, el punto álgido de la expansión del virus, que vuelven a repensarlo con el consiguiente tope a la circulación de habitantes, informó +e.
Los datos indican que el 2 de junio, en el acumulado de todos los surtidores del país durante ese día, se consumió un 44,7% menos de naftas que el 2 de marzo. Ese mismo día, por caso, la baja en gasoil fue del 22,5% también respecto a 90 días antes.
Desde entonces, hasta el último día del registro, el miércoles de esta semana, la demanda total de naftas en surtidores de todas las expendedoras se balanceó entre un 44% y un 48% menos durante el grueso de los días, con picos de -61,2% y -59,9% los domingos 7 y 14 de junio pasados.
Algo similar ocurrió con el gasoil: la caída se mantuvo entre un -22,5% y un -24,5%, con una baja más notable durante los domingos: -36% y -39% fue el caso de los dos últimos fines de semana, respectivamente.
La información a la que accedió +e, que es el pantallazo que consignaron las expendedoras en la última quincena en todo el país, muestra la caída registrada respecto del último mes que podría considerarse como de un consumo normal en los surtidores. Esto es, antes del inicio de las restricciones de circulación aplicadas para el grueso de la población argentina, algo que se impuso con matices en las provincias de a cuerdo a la situación de evolución del virus en cada caso.
Los datos muestran un leve repunte respecto del tramo más duro de la cuarentena, si bien lo que seguirá prevaleciendo es un escenario de incertidumbre respecto de la evolución de la demanda en los surtidores.
Es parte del principal dolor de cabeza de la industria petrolera. Este menor consumo de combustibles se manifestó de inmediato con recortes en la producción de crudo, y actuó como un factor fundamental para profundizar una parálisis que ya sumaba el lastre de medidas previas con impacto en el sector.
Como parámetro del inicio del tramo más crudo de la cuarentena está el dato que hizo conocer el ex CEO de YPF Daniel González en ese momento: en los primeros días informó sobre un derrumbe del 70% en el consumo de naftas y de un 50% en el caso del gasoil en la principal productoras de combustibles del país.
En el caso del gasoil, la caída registrada es menor por el impacto que, pese a las restricciones, sigue teniendo como combustible prioritario para los vehículos de la carga pesada y toda la cadena de abastecimiento.
El comportamiento de la demanda a la baja también se trasladó, también, a una gran acumulación de la producción de crudo pese al freno en las perforaciones.
Tanto es así que el freno motivó un histórico recorte en la producción del principal yacimiento shale del país: Loma Campana, el puntal de lanza de los no convencionales argentinos, segunda área productora de crudo del país.
De acuerdo a los últimos datos del gobierno nacional, hay unos 11 millones de barriles acumulados en la zona de acopio en puertos que se extienden entre Bahía Blanca y Tierra del Fuego.
El impacto en la refinación y los surtidores alcanzó proporciones inéditas, poniendo en jaque a los estacioneros, que debieron recurrir a los aportes del Estado para poder pagar sueldos (ATP).
Hacia adelante, la situación queda atada a cómo cada provincia pueda contener la propagación del virus. Como en el resto de las industria, todo queda atado a los niveles de consumo posibles en un contexto de restricciones a la circulación que impuso “la nueva normalidad”.