Shereen-Fay Griffin, una mujer de 38 años oriunda de Londres, había decidido pasar la tarde de verano en la pileta. Dos días después, le empezó a picar y a doler el ojo y no le dio mucha importancia. Sin embargo, luego todo se convertiría en algo mucho peor.
Los síntomas se acrecentaron y ella decidió consultar con su médico de cabecera, quien le suministró unos antibióticos. Al no ver resultados inmediatos, la derivó con un oftalmólogo en un hospital, donde le diagnosticaron una infección ocular.
“Me dolía el ojo, me picaba y me picaba. Me pesaba el párpado y me sentía sin energías”, contó Shereen y agregó que dos días antes fue a nadar y que se bañó en el lugar. “También me lavé la cara en casa por la mañana y por la noche”, recordó.
Los especialistas le recetaron unas gotas antibacterianas para los ojos, pero las señales continuaron empeorando. “Sentía un dolor continuo en el ojo y parecía no estar bien, pero podía seguir haciendo vida normal”, explicó. A pesar de ello, su pesadilla comenzó dos meses después, cuando se levantó con un dolor que calificó como “el más insoportable” de su vida.
Griffith fue de urgencia al médico y luego de revisarla, le diagnosticaron queratitis por acanthamoeba, una extraña infección que inicia con una ulceración de la córnea y que puede provocar casos de ceguera muy graves. Además, los expertos le explicaron que se trataba de un parásito carnívoro que se resistía mucho al tratamiento.
“Estuve postrada en cama durante tres semanas, en casa durante cuatro y no pude trabajar por cinco meses en total”, contó. La mujer perdió totalmente la visión del ojo izquierdo y aún sufre de un dolor extremo. Además, explicó que si bien tiene una alternativa que puede curarla, quizás no sea la mejor opción: “Solo recuperaré la vista si acepto un trasplante de córnea que puede no funcionar, por eso, necesito un milagro”.
Según las declaraciones del Hospital Moorfields Eye de Londres, “la infección es causada por un organismo microscópico llamado acanthamoeba, que es común en la naturaleza y generalmente se encuentra en cuerpos de agua, así como en el agua de la canilla, piscinas, jacuzzis, suelo y aire. Por lo general, no causan daño a los humanos, pero pueden causar una enfermedad ocular grave si infectan la córnea”.