Gonzalo Granja es fotógrafo y con su viaje y sus imágenes busca concientizar sobre la importancia de cuidar el ambiente e incentivar a la gente a entrar en contacto con la naturaleza.
TN – Podría ser el colmo para un fotógrafo de naturaleza, pero Gonzalo Granja no ve los colores. Aunque lejos de ser una traba, el daltonismo fue para él un impulso. Ve las cosas de una manera diferente y su mirada particular es justamente lo que quiere comunicar al público.
Acaba de volver a Córdoba tras un periplo de 13 meses por toda la ruta 40, con una pandemia de por medio y numerosas aventuras que hicieron que los poco más de 5000 km de la vía mítica se convirtieran en 65.000 km cuando finalmente apagó el motor.
Los inicios de Granja en la fotografía y el encuentro con la naturaleza que fue un quiebre
Granja tiene 32 años y sus inicios en el mundo de las fotos hay que buscarle en la infancia, en los 90, cuando aún se usaban las cámaras de rollos y los disparos eran contados.
“Mi primer recuerdo es de estar en casa y ver la cámara que mi familia usaba para los cumples y eventos sociales. El rollo tenía 36 fotos pero a veces venían un par más y mis hermanos me pasaban la cámara para que saque las últimas. Me iba a mi cuarto y le tomaba una foto a un juguete, al gato, una luz, algo que me llamaba la atención. A las dos semanas era muy divertido porque cuando lo revelaban había 36 fotos de gente abrazada y dos fotos de algo diferente”, le contó a TN entre risas.
Este primer concepto aún lo lleva adentro. “La fotografía es mucho más que producir imágenes, es tener la posibilidad de compartir con otros lo que me parece importante, lo que me llama la atención, una mirada, que sea un juego y no algo mecánico”.
Granja estudió luego diseño y comunicación y comenzó a trabajar en productoras. Un día, tras grabar un comercial para un detergente, sintió “una angustia terrible”. “Si me iba a dormir y no me despertaba, para mí era como que no había hecho nada con mi creatividad. Empecé a ir a la naturaleza para despejarme, siempre con la cámara en mano. Cuando volvía y mostraba las fotos, la gente conectaba re fuerte con esas imágenes. Me di cuenta de lo bien que me hace la naturaleza y lo bien que le hace a otros. La imagen funciona como un puente como para compartir la importancia de esos lugares”, explicó.
Conocer y entender para valorar el patrimonio natural
En un viaje al borde del círculo polar Ártico, conoció a un fotógrafo local que hacía un libro sobre Islandia y algo que le dijo mientras lo ayudaba a cargar el baúl le resonó muy fuerte: “Me explicó que hacía un libro para dar algo de vuelta al lugar que le dio todo”.
Para Gonzalo fue como una revelación, y cuando volvió a su Córdoba natal se puso a trabajar en su primer libro, Maravillas de Córdoba, para dar a conocer rincones increíbles de su provincia. “Fue difícil, pero me dio muchas enseñanzas, fue el proyecto más importante de mi vida porque fue cómo cerrar un círculo” dijo el joven productor audiovisual que concibe la fotografía de naturaleza ”como una invitación a salir y entender el valor de cuidar el ambiente”.
“Para cuidar es necesario conocer. Primero hay que entender qué es lo que tenemos para poder valorarlo y si se llega poder cuidarlo. Nadie cuida lo que no conoce, la foto es un empujón para todo lo otro”, explicó Gon, cuyas imágenes figuraron varias veces entre las “fotos del día” de la Revista National Geographic.
La ruta 40, un problema mecánico y un parate por la pandemia
Concluido este primer proyecto, se le ocurrió hacer lo mismo pero a nivel del país. Salir de los límites de la provincia y expandir sus horizontes. “La Ruta 40 funciona de columna vertebral, de hilo conductor, de nervio central…”, explicó sobre el por qué de su proyecto.
Era el año 2019 y con el dinero que recaudó en una colecta colectiva online se lanzó a la aventura.
“Arranqué el viaje en La Quiaca, y durante cinco meses recorrí 8 provincias hasta Bariloche”, explicó a TN .
Allí, un problema en el motor de la camioneta de 20 años de antigüedad que había comprado para el viaje “endeudándose hasta los dientes” lo obligó a volverse a Córdoba porque el arreglo le salía más barato en su provincia.
Y entonces llegó la pandemia de coronavirus. Sin embargo, para Granja, el parate no fue inútil: le sirvió para hacer una primera revisión de su trabajo, ver qué sobraba y qué le faltaba. “Tenía muchas fotos de cascadas cuando tenía también para mostrar yungas, quebradas, bosques autóctonos”.
En septiembre de 2021 retomó la ruta y por ocho meses su auto volvió a ser su casa, un pequeño hogar con ruedas que lo hospedó desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego. Aunque el viaje estuvo lejos de ser lineal. “La ruta 40 mide 5190 km, pero tomé muchas rutas anexas, fue como coserla. Siempre había alguien que aparecía y me decía ‘a 300 km por allá está tal volcán increíble’ y pensaba: ‘si no voy ahora, ¿cuándo?’”, dijo Granja.
Fueron muchas rutas en una, a veces andaba sobre asfalto, otras sobre ripio o tierra. O hasta en el cauce seco de un río. Caminó por salares y quebradas. Se subió a la cima de montañas, se internó en las profundidades de cuevas de hielo. Granja tuvo el “privilegio de dormir varias veces en la Cordillera”, ya que, para ahorrar gastos de hospedaje en estos 13 meses de viaje, decidió dormir en el auto.
Esa fue una decisión tan económica como técnica. Es que dormir en el auto le permitía estar siempre en el lugar, esperar la “luz perfecta”, “el momento exacto cuando se pinta el paisaje”, la salida de las estrellas o el amanecer, retratar los cambios que el paso del tiempo provoca en un lugar. “Hay sitios que solo se pueden apreciar cuando se dan ciertas condiciones climáticas, como el Lago Espejo cuando el viento se calma”, dijo.
“La fotografía es estar en el momento adecuado en el lugar adecuado, ser perceptivo. Pero a veces para esto tenés que planificar, organizarte con cosas que no tienen que ver con la cámara, sino problemáticas como llevar comida, abrigo, y todo lo necesario”, agregó.
El encuentro con un puma, “el arquitecto del ecosistema”
En su viaje por el país, Granja descubrió una variedad de paisajes y ecosistemas que no sospechaba: “Sabía que la Argentina era grande, pero nunca me imaginé que era interminable, que iba a ver las cosas que vi”. “Me fascina que estamos en 2022 y hay lugares que no salen en Google, al que no llegas sin un guía, un paisano”, dijo.
El país tiene “un patrimonio natural único, una variedad de ecosistemas indescriptible”. “Por sus dimensiones, la gente del sur no sabe lo que hay en el norte, y los del norte lo que hay en el sur. Muchas veces ni conocemos nuestras provincias”, dijo el cordobés.
Con sus imágenes, quiere dar a conocer estos espacios y fomentar la pertenencia: “que la gente no los vea como algo aislado, un lugar al que ir de vacaciones. No somos algo aislado de la naturaleza, de ella venimos y tarde o temprano a ella volveremos. Es nuestra casa y para que las próximas generaciones puedan verla hay que cuidarla”, sostuvo.
En sus andanzas, Granja se cruzó con buena parte de la variada fauna argentina, desde llamas y ballenas hasta cóndores y animales en peligro de extinción como el huemul.
También, y tras varios intentos, tuvo la suerte de tener un encuentro con un puma en el Parque Nacional Patagonia, un recuerdo inolvidable. “Nos apareció saliendo de un matorral, estaba a unos seis metros de distancia”.
“El puma tiene una presencia que te inspira el respeto. Cuando me miraba a los ojos me salían preguntas que nunca me había hecho”, dijo sobre el felino.
Granja estaba nervioso, y aunque podría parecer una ironía, el guía que lo acompañaba le dijo de “esperar a que el animal se relaje” para tomarle una foto.
Después de un rato, el puma, una hembra, se acostó. “Se sintió como si nos diera un permiso. Nos acomodamos y estuvimos cerca de una hora. Fue una experiencia increíble con este animal al que llaman ‘el arquitecto del ecosistema”.
“Es necesario dejar de tener miedo, para empezar a respetar, entender que la amenaza esta en otro lado, en quienes destruyen lo que fue creado, no en quien estuvo desde un principio en estas tierras”, escribió Granja en un posteo sobre el encuentro con el animal.
El regreso a casa: “el cuerpo está acá, pero la mente demora”
Ya de vuelto en su casa de Alta Gracia, Granja intenta bajar las revoluciones, hacerle saber a la mente que el viaje ya terminó.
“Tengo una sensación super rara, como un jetlag, es un proceso natural después de tanto movimiento. Ahora es el momento de estar quieto, de descansar, de dejar de estar tan alerta”, se sinceró.
También es el momento de ponerse a bucear en los “discos y discos” de fotos que tiene y comenzar a preparar su próximo libro. Son unos ocho terabytes, “cientos de miles de fotos” que cuentan “una cantidad incontable de historias”.
La idea es que sea un proyecto autogestionado y publicarlo entre enero y marzo del año que viene. Quizás volver a hacerlo con una campaña de crowdfunding, para que sea algo “hecho por argentinos, para argentinos”. Otro gran circulo que busca cerrarse.
Consejos para viajeros
Antes de despedirse, Gon quiso compartir un último consejo para los viajeros. “Me gusta investigar sobre los lugares, averiguar de la importancia que tienen hace que lo disfrutes mucho más. Es como mirar una roca con un geólogo: dejás de ver una piedra y pasás a ver un proceso geológico. O como escuchar la música de un artista antes de ver el show. Eso intensifica todas las sensaciones”, dijo.
Además, recomienda siempre apoyar a las economías locales y tratar de “conectar con el paisano”, tratar de ver las cosas la ve la persona que vive allí, escuchar. “Así volvemos cambiados, sumamos otras perspectivas, aprendemos de otras vidas y otros lugares”.