Prendas de calidad, a precios accesibles. Ese es el objetivo de las miles de personas que acuden a la moda circular. En buenos Aires acuden a la calle Avellaneda.
A pesar de haber nacido como un centro comercial de venta mayorista, el incierto contexto económico que atraviesa la Argentina atrae, con cada vez más fuerza, a la clase media y al público minorista: familias de diferentes puntos del país que pasean por las vidrieras, con bolsos y mochilas colmadas de ropa, se convirtió en una imagen habitual en las calles de Floresta.
“La última vez que vine a comprar acá fue en diciembre, antes de que todo aumente. Hubo un tiempo en el que fui a ferias americanas, porque ir a un shopping es imposible. Ahora volví porque necesitaba ropa nueva sí o sí”, comentó a Gisella Mayorú (32), docente y vecina de Villa Astolfi, localidad del municipio de Pilar. Según sus cuentas, en Avellaneda puede ahorrar un 30% en su compra de ropa. “Hay ofertas que me sirven muchísimo, como las calzas térmicas a $9500 o los buzos a $12.000″, agregó, mientras esperaba entrar a un negocio de indumentaria deportiva.
En un local a unos pocos metros, Matías Pereyra, empleado en relación de dependencia, de 38 años, que reside junto a su familia en Córdoba Capital, miraba con asombro los precios: una remera para niños a un valor de $4000, mientras que una campera con doble estampa costaba $16.500. “Vinimos unos días de vacaciones y quisimos aprovechar para comprar, sobre todo porque tenemos hijos chicos y, con lo rápido que crecen, todo el tiempo necesitan ropa nueva”, comentó.
En comparación con lo que invierte en indumentaria en Córdoba, Pereyra remarcó que la variedad de opciones que ofrece Avellaneda hace una “importante diferencia” para su economía familiar. “Allá, un buzo que no es de marca cuesta $20.000 y, si es de marca, el precio se puede ir a $50.000″, añadió.
La calle Avellaneda no es el único canal que crece para la venta de indumentaria. Frente a los precios cada vez más altos de la ropa, otra alternativa que está ganando popularidad en la clase media son los locales de compra y venta de ropa usada, la moda circular, y las ferias.
“Nuestra comunidad valora mucho nuestros precios, que son significativamente más accesibles, ya que las prendas de marca que ofrecemos valen aproximadamente un tercio de lo que cuestan en los shopping”, señaló Natalia Lamota, encargada de marketing de Cocoliche, una marca que comercializa cerca de 30.000 prendas usadas por mes.
Por su parte, Paulette Selby, dueña y fundadora de Juan Pérez Vintage -otra tienda de moda circular-, aseguró que en lo que va del año las visitas de clientes a su comercio aumentaron un 30%. “Tenemos un público variado, con muchas edades y estilos. Lo que más se busca ahora son abrigos y siempre remarcan lo accesibles que son los precios”, concluyó.
Para otro segmento de consumidores, la alternativa que crece son los outlets de primeras marcas. “La gente busca precio y marca. Y a esto suma que las empresas del rubro están volviendo a tener stocks para volcar a canales comerciales como los outlets”, explica Sergio Blanco, creador de Luxury Outlet, la propuesta que reúne a más de 50 marcas de moda en el Tribuna Plaza de Palermo y que acaba de reabrir sus puertas con niveles récord de asistencia de público.
Consumo polarizado
En junio, las ventas minoristas de Indumentaria y textil bajaron un 0,9% anual, aunque en el año acumulan un incremento del 4,9% frente al mismo período de 2023, que contrasta con los resultados de la mayoría de los rubros minoristas, según el Índice de Ventas Minoristas Pymes de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). A su vez, el informe destaca que los comercios apelaron a las liquidaciones y grandes ofertas para “sacarse el stock de encima y conseguir liquidez”.
“En otros años, si la gente veía un buen precio, se llevaban cuatro o cinco prendas por persona. Ahora vienen a buscar específicamente lo que necesitan”, indicó Walter Gómez, empleado de un negocio de ropa de hombre.
“El consumo de indumentaria tiene una tendencia suave, pero creciente. En junio, este fenómeno se explica por la baja de la inflación y la irrupción de cuotas. Sin embargo, la forma de consumo que más se destaca es por reposición, especialmente en la clase media, porque no hay plata ni posibilidad de darse un gusto”, explicó el analista de consumo masivo Fernando Moiguer.
Moiguer precisa que hoy el consumo es motorizado por la clase alta, mientras que los sectores más bajos quedan completamente excluidos, incluso en términos de reposición. “Estar a la moda se aleja cada vez más de ser algo accesible para toda la sociedad”, añadió.
Por su parte, Sofía Ruano, ingeniera especializada en consumo masivo, enfatizó la importancia de dar la discusión de bajar impuestos en el rubro textil como una solución tanto para las empresas como los consumidores. “Las marcas que van a empezar a crecer son las que ofrecen precios más competitivos, aún en un contexto de bajo consumo, porque existe un comprador argentino cansado de sentirse estafado”, opinó.
Industria golpeada
Según un informe de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), en el que participaron 96 empresas del sector durante la primera y segunda semana de mayo, el 63% de los encuestados respondió que cuenta con un “excesivo nivel de stock” en relación con sus ventas. Entre los rubros más afectados se encuentran lencería y corsetería, con una caída del 35%, seguido por sastrería (30%), ropa deportiva (25,5%) e indumentaria femenina (25%) y masculina (23%).
Para Claudio Drescher, presidente de CIAI, la situación del sector es “crítica y preocupante”. “Es un momento de mucha incertidumbre y, hasta que la gente no logre mejorar su economía, no podemos proyectar signos de recuperación. La estrategias ahora son sobrevivir y tratar de aligerar todos los gastos necesarios”, expresó. Y agregó: “Estamos hablando con funcionarios del Gobierno, en un diálogo cordial, pero poco efectivo. Lo único que está ayudando a las ventas es el programa Cuota Simple”.
Con información de La Nación.