El River-Boca de ayer nos dejó mucho para pensar, analizar y estudiar, además de los graves incidentes dentro y fuera del estadio Monumental.
Primer tiempo aburrido, y en el segundo levantó. Boca y River no se la jugaron mucho en la primera etapa, tal vez por cautela o porque las ideas no estaban muy claras. En la segunda mitad, los xeneizes aprovecharon un horror de Leandro González Pirez y un desentendimiento con Franco Armani. Marcelo Gallardo, opinó que Boca se llevó «mucho premio». Y Sebastián Battaglia, tendrá tiempo y espacio para trabajar, tras semanas muy turbulentas.
El Superclásico de este domingo (20/3), no era definitorio ni nada por el estilo. No se trataba de una copa internacional, ni siquiera alguna etapa definitoria de la actual Copa de la Liga Profesional, sino que era por la 7° fecha de esta copa local. River, local y vestido de River. Boca, visitante y con la camiseta suplente amarilla, la que causó tanto revuelo en la semana por su mera utilización.
Como adelantábamos, un primer tiempo aburrido; casi sin llegadas a los arcos pero que tenía a River como dominador de las acciones: por tenencia de pelota, aproximaciones y por la búsqueda. Sin embargo, y ante la falta de ideas, el Millonario mostró una pobre versión en este comienzo de año, otra vez. Lo dicen las caras de Gallardo.
Julián Álvarez, ante la mirada de Marcos Rojo, Cristian Medina y Carlos Zambrano.
Boca, por su parte, fue a lo suyo: replegarse y buscar una contra. Los de Battaglia, abusaron mucho del pelotazo, ante un Sebastián Villa apagado previo al gol y Darío Benedetto, a quien se lo notaba no estar al 100% desde lo físico, y que por eso fue reemplazado en el entretiempo por Luis Vázquez.
En el primer tiempo, el juego fue friccionado y poco lúcido. La polémica de la tarde-noche, giró en torno a Luis Advíncula, quien debió haber sido expulsado por la infracción a Julián Álvarez cuando ya tenía una amarilla encima. El peruano fue imprudente y pudo dejar a su equipo con un hombre menos -como la última vez lo hizo Marcos Rojo- pero Darío Herrera, de regular arbitraje, le perdonó la vida. Recordemos que si el VAR hubiese estado en esta fecha de clásicos, no hubiera cambiado la historia con Luis Advíncula, puesto a que el video-asistencia no interviene por una jugada de doble amonestación.
Para la segunda etapa, Sebastián Battaglia ajustó y mandó a la cancha a Nicolás Figal por el peruano Advíncula, y el ingreso de Luis Vázquez por ‘Pipa’ Benedetto. La modificación del primero -además de la roja- tiene que ver con el peligro que generaba River por esa banda, con las subidas de Milton Casco, Nicolás de la Cruz y Esequiel Barco. Figal cumplió. Battaglia cumplió.
A los 8 minutos de la segunda mitad, una jugada aislada, que no parecía llevar mucho peligro, fue capitalizada por Sebastián Villa, quien corrió y buscó la pelota que protegía Leandro González Pirez para que Franco Armani la embolse. Ni uno ni otro, y el más veloz fue el colombiano Villa, quien aumentó su paternidad ante River.
Sebastián Villa le dio la ventaja a Boca tras un garrafal error de River.
Luego del gol, Boca trató de no meterse atrás, algo que se le venía reprochando al equipo de Battaglia y que no terminó pasando. La presencia de Guillermo ‘Pol’ Fernández en el medio del campo fue clave para que eso no sucediera y para que Boca terminara redondeando una buena actuación. También, fueron claves ambos centrales xeneizes –Carlos Zambrano y Marcos Rojo– quienes sacaron todo por arriba y por abajo.
Y los embates de River fueron más por las ganas y la localía que por otra cosa. El ingreso de Juan Fernando Quintero trató de darle sentido a la tenencia de pelota abrumadora del Millonario, pero que no pasaba de eso, de una simple posesión de balón.
En las estadísticas, los de Marcelo Gallardo fueron mucho más que los boquenses, pero aún así, no resultaron suficientes los ocho intentos al arco contra los dos que tuvo Boca. «El fútbol es un deporte que se valora en juego, pero que se mide en goles», dice el refrán. Esta vez, no hubo excepción.
River, mucha tenencia pero sin profundidad hacia el arco rival.
Párrafo aparte para el partido de Agustín Rossi. El portero xeneize tuvo una jornada consagratoria en Núñez y permitió la victoria de Boca con sus atajadas. Primero, una que le tapó a Julián Álvarez en el primer tiempo: buena salida y mejor el movimiento rápido con las piernas. En el segundo tiempo, se repitió la fórmula, cuando Rossi le quitó otro mano a mano a Álvarez. Además, al arquero se lo vio seguro en las pelotas paradas con sus salidas para descolgar los envíos venenosos que caían en el área xeneize.
Y, sobre el final del encuentro, el arquero de Boca voló para ahogarle el grito de gol a Agustín Palavecino y a todo River Plate. Paulo Díaz cruzó una pelota que fue conectada por el propio Palavecino y que fue impactada de cabeza. Cuando la pelota se metía y ya era historia cantada, Agustín Rossi se arrojó para salvar a su equipo y tirarla al córner.
Increíble atajada de Agustín Rossi en el Superclásico.
Se podría decir que, esta vez, Sebastián Battaglia -quien estaba en la cuerda floja y se lo veía más afuera que adentro- le ganó el duelo táctico a Marcelo Gallardo, quien no pudo encontrarle la vuelta en el segundo tiempo y que fue más empuje que otra cosa. La suerte (y Rossi) estuvieron del lado de Boca el día de ayer (20/3).
Incidentes
Con corridas e incidentes de simpatizantes de River, comenzó la tarde superclásica, cuando parte de la barrabrava local intentó ingresar sin las entradas correspondientes y que derivó en la detención de 16 personas.
Todo sucedió sobre la Avenida Udaondo y en los accesos que estaban por esa arteria: los barrabravas tiraron abajo las vallas para intentar acceder al estadio Monumental.
Los efectivos policiales apostados en el lugar, utilizaron sus bastones para detener a los incivilizados.
Esta historia se viene repitiendo mucho en el último tiempo, en las inmediaciones y alrededores de la cancha de River.
Pero dentro de la cancha -mejor dicho en las tribunas- también hubo descontrol y peligrosidad. En la tribuna Sívori Alta, lugar que se viene disputando la barra para los partidos, se lanzaron dos bengalas marinas que pudieron haber terminado en tragedia. Las mismas volaron rumbo a la tribuna Centenario Alta, popular que se encuentra justo en frente y que es territorio de la facción disidente, La Banda del Oeste.
Los videos se viralizaron rápidamente en redes sociales, y por fortuna, no hubo que lamentar muertes. ¿habrá clausura del Monumental?
Además, para redondear una tarde accidentada y dañada por estos «hinchas» -que de hinchas no tienen nada sino que son violentos- hubieron proyectiles arrojados a los jugadores de Boca, una vez finalizado el partido.
Los futbolistas xeneizes, tuvieron que retirarse del campo de juego custodiados con escudos de la policía.
FUENTE: Urgente24