Nacido, criado y formado académicamente en La Plata, el 29 de julio de 2000 al mediodía René Favaloro le dijo a Diana Truden, su novia 46 años menor que él, que iría a su ciudad natal a visitar a su sobrino, Coco. Le mintió, porque el plan para ese sábado del creador del by pass fue otro: por la tarde se pegó un tiro en el pecho, a la altura del corazón.
Unos días antes, el 12 de julio, había celebrado sus 77 años y estaba muy deprimido, agobiado por ver cómo la fundación que había creado en beneficio de la salud se hundía en deudas. Ni siquiera el romance con Diana Truden, que fue su último gran amor y con quien pensaba casarse al mes siguiente, logró hacerlo cambiar la decisión, según publica TN.
Hoy, René Favarolo hubiera cumplido 100 años. Continúa siendo una de las figuras más importantes de la medicina, reconocido en Argentina y por el mundo por la técnica que revolucionó las operaciones de corazón, el by pass.
René Favaloro hubiera cumplido 100 años: un romance silencioso que se hizo público en un juzgado
Diana Truden tenía 31 años y vivía su romance con Favaloro sin pesares. Sin embargo, al cardiocirujano la diferencia de edad no dejaba de hacerle ruido, temía que se transformara en un sufrimiento y una carga para quien era su novia en secreto.
Su vida profesional era un éxito desde hacía más de dos décadas y mucho se sabía de él. Era hijo de un carpintero y una modista, que había estudiado medicina en la Universidad Nacional de La Plata, que sus prácticas se habían iniciando en el Policlínico platense, y que su vocación era tan grande que atendía por la mañana y regresaba por la tarde a controlarlos.
Fue la intensa observación de los trabajos en el quirófano de los doctores José María Mainetti y Federico Christmann la que le enseñó las técnicas que años después aplicó en su propio rol de cirujano; fue su trabajo como médico de pueblo (en Jacinto Aráuz) el que le dio la total dimensión del valor de la medicina como vehículo para ayudar a la gente enferma.
Y fue su posterior etapa en la Cleveland Clinic de los Estados Unidos la que moldeó el que sería su gran aporte a la medicina moderna, el by pass o la “cirugía de revascularización miocárdica” por el que fue reconocido mundialmente, desde comienzos de la década del 70.
Sin embargo, su vida privada era realmente privada. Y, paradójicamente, su decisión de suicidarse hizo que la Justicia interviniera y que Diana Truden fuese indagada, debiendo revelar en el expediente de qué se trató esa relación tan especial que los unió en la última etapa en la vida de Favaloro.
“Trabajaba con Favaloro desde hacía seis años… En enero de 1998, cuando murió María Antonia Delgado, su esposa, él estuvo muy deprimido. Como yo cursaba Traductorado de Inglés en el Lenguas Vivas, me quedaba estudiando en la oficina hasta las 9 de la noche y charlaba con él. En una de esas charlas me dijo: ‘Me siento atraído por vos’”, contó Diana ante el juez.
En el expediente también estaban las cartas que había dejado Favarolo, una de ellas escrita para su novia, en la que la librara de cualquier culpa y le confesaba que sus proyectos se habían «hecho pedazos».
En la nota, le decía que creía que su Fundación se derrumbaba y que no «podría aguantar como testigo lo que construí, con tanta fuerza, ahora su destrucción»
También, resignado, le contaba de su cansancio de “luchar y luchar, remando contra la corriente en un país que está corrompido hasta el tuétano. Tú eres testigo de mi sufrimiento diario. Te agradezco todo lo que me has brindado. Particularmente en este último año. Nunca podrás imaginar cuánto te he amado”.
El día de su cumpleaños 77, René Favaloro había viajado junto a Diana Truden a la localidad bonaerense de Los Toldos, más precisamente al monasterio benedictino Santa María, donde le reveló a su amigo el fray Mamerto Menapace que se iba a casar con Truden “por Civil y por Iglesia”.
Diana reveló ante la Justicia que Favaloro, unos meses antes, en enero de 2000, le había confesado que se iba a suicidar porque “no puedo vivir sin esta relación, pero tampoco te puedo sacrificar”. La joven contó que el cirujano se refería a la diferencia de edad entre ambos y que estaba muy deprimido por el estado financiero de la Fundación que, según Favaloro, no tenía solución.
“Decidimos seguir -contó Truden-, pero le pedí que no volviera a hablar de suicidio. Y me prometió que no volvería a hablar ni a pensar en eso”.
Un mes después de haberle prometido que no pensaría más en el suicido, Favaloro sacó un permiso para portar armas, pero Diana no lo supo hasta después de la muerte del cirujano. También desconocía que tenía un arma guardada.
“Nuestra relación era excepcional: estábamos sumamente enamorados y compartíamos todo”, dijo la mujer, que nunca dejó de trabajar en la Fundación, en el área de marketing, pese a la tragedia. Y que, como el propio cardiocirujano le había pedido en su carta de despedida, volvió a enamorarse. Y se terminó casando con un empleado de sistemas… de la Fundación Favaloro.