El dictamen sobre el ex capitán de navío, símbolo del horror, y otros represores fue sentenciado por delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA.
Alfredo Astiz ya tenía condenas similares en Francia e Italia. También recibieron la misma pena los represores Jorge “Tigre” Acosta y Antonio Pernías, entre otros.
El ex marino fue condenado anoche a la pena de prisión perpetua por su responsabilidad en el secuestro, la tortura y la desaparición forzada de personas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura militar.
Así lo dio a conocer el Tribunal Oral Federal Número 5 en la lectura de su fallo en el juicio por los crímenes en el mayor centro clandestino de detención y la sala de audiencias de Comodoro Py estalló en festejos de familiares de las víctimas y representantes de organismos de derechos humanos.
Astiz, bajo el seudónimo de Gustavo Niño, se infiltró en el grupo de las madres de desaparecidos en 1977 y marcó a las víctimas: entre ellas -que fueron torturadas en la ESMA y luego arrojadas vivas al mar- figuran la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, y las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon.
Otros condenados
También fueron condenados a prisión perpetua los represores Antonio Pernías, Oscar Montes, Raúl Scheller, Ricardo Cavallo, Alberto González, Néstor Savio, Adolfo Donda, Raúl “Mariano” Scheller, Julio Coronel, Ernesto Weber y Jorge Radice.
Todos ellos fueron considerados responsables por delitos de lesa humanidad, incluidos los secuestros y desapariciones de Villaflor, y sus compañeras María Bianco y Esther de Careaga; del periodista y escritor Rodolfo Walsh, y de las monjas francesas.
En tanto, el tribunal condenó a 25 años a Manuel García Tallada y a Juan Carlos Fotea, mientras que Carlos Capdevilla recibió 20 años y Juan Antonio Azic 18, y Juan Carlos Rolón y Pablo García Velasco fueron absueltos.
Durante casi dos años el Tribunal integrado por los jueces Ricardo Farías, Daniel Obligado y Germán Castelli, escuchó a más de 200 testigos que dieron cuenta del accionar de los marinos del Grupo de Tareas 3.3.2., cuya misión era infiltrar organismos políticos, secuestrar disidentes y torturarlos.