Felix Gretarsson sufrió la amputación de sus extremidades tras electrocutarse, y luego de más de dos décadas, se convirtió en el primer hombre en recibir un trasplante doble de brazos.
Felix Gretarsson es oriundo de Islandia, y en 1998 sufrió la amputación de sus extremidades superiores tras electrocutarse en el trabajo. Luego de más de dos décadas pudo acceder a un trasplante y se convirtió en el primer hombre en recibir un trasplante doble de brazos.
La cirugía fue realizada en enero del 2021 y duró aproximadamente 15 horas. Lo más curioso de todo es la rápida recuperación que está teniendo.
Fue intervenido hace 16 meses, pero ya casi que hace vida normal: puede hacer ejercicio en el gimnasio, ducharse, cepillarse los dientes, lanzar pelotas para su perro, manejar y abrazar a sus hijos y nietos con sus brazos trasplantados.
Luego de los primeros seis meses, Gretarsson podía mover los codos mientras estaba en el agua y a los nueve meses ya podía mover los dedos, algo que no se esperaba hasta dos años después de la cirugía.
Félix sorprendió a los cirujanos con sus grandes avances, y a través de su cuenta de Instagram, comparte su vida diaria para motivar a otros con su mejoría.
Luego de partirse la espalda en tres, fracturarse el cuello, someterse a un trasplante de hígado, quedar en coma y haber perdido sus brazos a los 25 años por una descarga de 11.000 voltios cuando estaba reparando una línea eléctrica, encontró al cirujano Jean-Michel Dubernard, quien lo convenció de hacer el primer trasplante de brazos y hombro de la historia.
“Uno no se da cuenta con qué frecuencia al día necesita tocarse la nariz o los ojos, o rascarse la cabeza hasta que pierde las manos y ahora puedo hacerlo constantemente. Es súper desafiante y frustrante tratar constantemente de hacer algo y que los músculos no se muevan, pero la recompensa es increíble cuando, de repente, estos movimientos comienzan a manifestarse”, expresó.
Además, comentó que es indescriptible lo que sintió al abrazar por primera vez a sus nietosdespués de verlos llorar como bebés pequeños y no poder sostenerlos.