Con Mick Jagger y Ron Wood en el palco presidencial del Estadio Olímpico Lluís Companys de Montjuic y con la legendaria lengua de los Rolling Stones estampada en el frente de la camiseta de su adversario, Real Madrid pudo obtener satisfacción en el clásico ante Barcelona: después de un primer tiempo muy adverso, el Merengue reaccionó y, con dos goles del inglés Jude Bellingham, se impuso 2 a 1 en un duelo correspondiente a la 11ª fecha de la Liga de España. Así, quedó como líder del certamen junto a otro conjunto catalán, el sorprendente Girona.
La presencia del cantante (considerado un mufa pertinaz por los amantes de las supersticiones) y de uno de los guitarristas de los Stones fue parte del acuerdo de patrocinio que el Barça tiene con la plataforma sueca Spotify. También por ello el equipo afrontó este encuentro con el clásico logo de la banda en su indumentaria, una iniciativa que le reportó jugosos ingresos: el lunes se puso a la venta esa camiseta a 399 euros en las tiendas del club y se agotó en cuestión de horas, al igual que 44 prendas premium, firmadas por 22 integrantes del plantel masculino y 22 del femenino, que se comercializaron a 2.999 euros.
Cuando los veteranos músicos ya estaban cómodos en sus poltronas, tras haber saludado a medio mundo, el conjunto dirigido por Xavi Hernández se adelantó con una maniobra bendecida por la diosa fortuna: el francés Aurélien Tchouaméni intentó cortar un pase de Ferran Torres, pero no hizo más que dejarle el balón servido al alemán İlkay Gündoğan en el borde del área. El austríaco David Alaba procuró interceptarlo, pero también fracasó en su intento y el exjugador de Manchester City batió a Kepa Arrizabalaga y firmó su primer tanto con el uniforme blaugrana.
El gol no fue más que el preludio de un primer capítulo en el que el conjunto local, que había llegado a este compromiso como el único invicto del certamen, marcó una notable superioridad, fundamentalmente con las soberbias labores en el medio de los jóvenes Fermín López (20 años) y Gavi (19), y puso bajo su pulgar a un adversario impotente. El inglés Jude Bellingham no pesó y el brasileño Vinícius Júnior estuvo más enfocado en resolver viejas cuitas con sus rivales que en jugar.
