18 argentinos viven desde hace 52 días atrapados en medio de un conflicto que no les pertenece. Se convirtieron en moneda de cambio, en arma de hostigamiento, en un instrumento de negociación. Son los rehenes de las organizaciones terroristas que tienen en la Franja de Gaza el foco de la guerra entre Israel y Hamas, el movimiento de Resistencia Islámico. Karina Engelbert y sus hijas Mika y Yuval, y Yuli y Emma Cunio fueron los primeros ciudadanos argentinos en ser liberados: aún quedan otros once que esperan que la tregua que había entrado en vigor el viernes 24 de noviembre se extienda una vez vencido su plazo inicial de cuatro días.
Significaba un alto al fuego, el cese de las acciones militares, una pausa humanitaria, y comprendía un pacto: liberación de rehenes en manos de la milicia palestina a cambio de presos palestinos encarcelados por israelíes. Se estipuló que la tregua se extendiera cuatro días, hasta el martes 28 de noviembre. En el cuarto y último día y luego de que las huellas de paz y los signos de distensión se materializaran en tandas consecutivas de liberación de rehenes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, evalúa extender el acuerdo: “Por cada día más, otros diez rehenes”, le comentó al presidente estadounidense, Joe Biden, uno de los intermediarios, junto a las autoridades de Qatar y Egipto. Sostuvo así la predisposición para prolongar el pacto: diez rehenes por jornada a cambio de treinta prisioneros. Por su parte, el portavoz del gobierno Eylon Levy, expresó: “Queremos recibir a otros cincuenta rehenes más allá de esta noche en nuestro camino para traer a todos a casa”.
En el último tramo de ese primer convenio, la selección parece haber tenido un rasgo de coherencia: los de menor edad y la de mayor edad. Yuli y Emma Cunio son mellizas y tienen tres años. Mika y Yuval Engel son hermanas y tienen 18 y 11 años, respectivamente. La coincidencia es que todos vivían en el kibutz Nir Oz. El caso del bebé Kfir Bibas es ya un asunto de escala global y uno de los símbolos de la barbarie terrorista: cumplió los diez meses en cautiverio, es hijo de una familia argentina-israelí compuesta por los padres, Shiri Silberman y Yarden, y un niño de 4 años, Ariel. Kfir lleva cincuenta días secuestrado y es el rehén más pequeño de la brutal embestida.
Yuli y Emma Cunio
Habían sido secuestradas ese fatídico sábado 7 de octubre, el día de la ofensiva en la que 230 personas fueron seleccionadas al azar para quedar como rehenes en la Franja de Gaza. Son hijas de David Cunio, de 33 años, argentino, y de Sharon Alony, de 34. La familia vivía en Nir Oz, un kibutz ubicado en el sur de Israel que fue foco de la principal avanzada de las milicias palestinas. Ese mediodía de sábado no estaban solos en la casa: habían recibido la visita de Danielle Alony, hermana de la mamá de las mellizas, y su hija de cinco años Emilia. Los seis fueron capturados por Hamas el día que comenzó el calvario.
Pero Danielle y Emilia fueron liberadas el sábado 26 de noviembre, luego de pasar 48 días en cautiverio. Integraron un grupo de trece israelíes puestos en libertad en la segunda tanda del intercambio. En la cuenta de Instagram Bring Them Home (Tráiganlos de vuelta a casa), la familia pidió por la liberación de los Cunio: “Las palabras no pueden expresar lo que estamos sintiendo. Dos de los miembros de nuestra familia están de camino a casa. Nuestros queridos Sharon, David, Emma y Yuli permanecen en cautiverio en Gaza. Nuestra lucha no terminará hasta que los seis estén de vuelta en casa”.
David Cunio es ingeniero eléctrico y también actor: debutó en el largometraje Youth, estrenado en la Berlinale en 2013 junto a su hermano gemelo, Eitan. Aharon Aloni, cuñado de David, contó que supo que la familia se despertó con el sonido de las bombas y que inmediatamente buscó asilo en el refugio antiaéreo de su casa. “Nos despertamos el sábado con las alarmas y los llamamos”, dijo en diálogo con CNN. “Nos dijeron que estaban en la habitación segura y que había terroristas en el kibutz. Nos dijeron que podían escuchar a terroristas en la casa de sus vecinos y después de diez o veinte minutos dijeron que escucharon terroristas en su casa y que no estaban seguros de poder lograrlo. Por último dijeron ‘Te amo’. Más tarde recibimos un mensaje de que estaban dejando la casa y ésa fue la última vez que supe de ellos”.
Luis y Sylvia, los abuelos de las mellizas, contaron que a Emma le gusta “que le lean cuentos y sabe lo que dice la página siguiente incluso antes de que la abramos”, que a Yuli le encanta “usar vestidos con volantes y realizar rutinas de baile para familiares y amigos”, y que ambas aman armar rompecabezas complicados y coloridos, dibujar y crear formas con plastilina.
Karina, Mika y Yuval Engelbert
Mika tiene 18 años y Yuval, 11. Son las hijas de Karina Engelbert, de 51 años, y de Ronen Engel, de 54. Los cuatro vivían en el mismo kibutz de la familia Cunio: Nir Oz, a tan solo dos kilómetros de la frontera con Gaza con apenas 350 habitantes. La comuna reportó uno de los más salvajes invasiones de los grupos terroristas: además de los secuestros, se registraron muertos y casas incendiadas. “La casa de mi hermana está en la primera línea, no sabemos nada de ella ni de casi ninguno de sus vecinos, y aunque tenían cuarto de seguridad en su casa, no sabemos si llegaron a meterse porque se cortó el teléfono justo después de que gritaran que habían entrado”, relató Romina, hermana de Karina, en diálogo con Infobae. Lo último que escuchó fue “¡entraron! ¡Están acá!”.
Karina nació en Córdoba y junto a sus tres hermanos menores, Paola, de 47 años, Diego, de 45, y Romina, de 42, se mudaron a Israel en 1989 y viven en el sur del país pero más alejados de la zona caliente del conflicto bélico. Es mamá de Tom, de 21 años, que no cayó en manos del Hamas porque al momento de la invasión, cumplía tareas como reservista en las bases militares del Ejército de Israel. Es, además, contadora de profesión y paciente oncológica, y su esposo Ronen, diabético. “Mis dos sobrinas ya tenían síndrome postraumático previo a todo esto; necesitan sus medicamentos, y no dejamos de pensar dónde y cómo estarán”, había expresado con desesperación Romina, la tía de las recientes adolescentes liberadas, junto a su mamá Karina. Ronen, en tanto, deberá esperar, su turno.