La sonrisa era la marca registrada de Santiago Molina. Era amplia, contrastaba con sus ojos rasgados y fue una de las primeras credenciales que exhibió para conseguir trabajo en su llegada a Playa del Carmen, México, donde vivía hace un año.
“Se había ido en busca de un cambio de vida. Le encantaba vivir allá”, contó Eugenia Follin, su tía, a TN.
Santiago era feliz en su lugar de nacimiento, La Calera, en las cercanías de la Ciudad de Córdoba. Sin embargo, sentía que era el momento de dar un salto e ir en busca de nuevos caminos.
El joven encontró lo que buscaba en las playas de Quintana Roo, donde consiguió trabajo en un hostel.