Al comienzo de la gestión de Mauricio Macri, el dólar estaba sostenido artificialmente a $9, 25% de inflación y una tasa de interés del 40%. Al cabo de cuatro años, tenemos dólar a casi $60, inflación acumulada del 180% y una tasa de interés del 70%, insoportable para cualquier economía.
Según publica Infobae, la primera tarea del Gobierno hoy es devolver la tranquilidad a los argentinos y recién después pensar en la elección de octubre. O dicho de otra manera: para tener posibilidades de reconciliarse con su electorado en octubre, tiene que devolverle la tranquilidad a un pueblo agotado y angustiado.
Las medidas que tomó el Presidente la semana pasada son correctas y van en ese sentido (habrá que reunirse con las provincias para ver cómo cubrimos el bache financiero que les provoca la eliminación del IVA a los alimentos), pero no son suficientes para detener la espiral inflación-dólar-tasa de interés. Cada una de estas variables es el combustible de la otra.
La semana pasada fui a ver al Presidente y con absoluta lealtad y aprecio le manifesté lo que pienso (y se lo dije cada vez que me reuní con él estos cuatro años).
Tenemos que volver a la única política que demostró ser eficaz para terminar con la inflación en 60 años y devolver la tranquilidad al pueblo y previsibilidad a la economía: la convertibilidad.
Poner el tipo de cambio a $100 (si no lo hace el Gobierno, va a hacerlo el mercado en unas semanas), quitar dos ceros al peso y crear otra moneda fuerte anclada con el dólar.
Chau inflación y baja abruptamente la tasa de interés. Al mismo tiempo, congelar tarifas, prohibir la indexación, eliminar retenciones y poner en marcha una política impositiva y crediticia para promover exportaciones y generar los dólares suficientes para sostener el peso y volver a crecer. Perú multiplicó su frontera agropecuaria con la desgravación del Impuesto a las Ganancias a las inversiones con destino exportable.
¡Sí! Volver al 1-1. El error fue no haber hecho las correcciones macroeconómicas cuando Brasil (nuestro principal socio) devaluó el real. Ahí perdimos competitividad, pero no me digan: «Mirá como terminó en 2001…», porque a una Ferrari que la conducía el gran Lole Reutemann (Menem), en 1999 se la dimos a Chano o a El Pepo para que la maneje (De La Rúa y la Alianza). Obviamente la chocaron.
El pueblo argentino va a recuperar la tranquilidad cuando el peso que gane los primeros días valga lo mismo al final del mes. Es indefectible: o lo hace este gobierno o va a hacerlo el que viene.
El martes se lo planteé a Macri con una analogía pugilística: «Sos un boxeador que recibió una piña el domingo, el lunes estabas grogui y ya recuperaste la vertical. Ahora tenés que volver al centro del ring…».
Macri, Alberto Fernández, Miguel Ángel Pichetto, Cristina Kirchner y los políticos en general somos una circunstancia. Lo único que debe importarnos ahora es terminar con la angustia y devolver la tranquilidad al pueblo argentino.
El autor es embajador en Perú. Fue embajador en México, senador nacional, diputado nacional, consejero de la Magistratura y convencional constituyente en 1994.