El Covid-19 y su nueva estampida de contagios, plantean un interrogante que encierra a la clase política que rige los destinos del Poder Ejecutivo -en cualquiera de sus niveles- en una encrucijada a la hora de tomar decisiones que puedan afectar el humor de la sociedad.
Hoy en día, hay distintas miradas sobre cómo encarar la segunda ola. Esperar a ver qué pasa o cerrar todo ya, aparecen como las dos opciones más tangibles, especialmente con el feriado largo concluido y a la espera del aumento lo en materia de contagios que podría ocurrir en los próximos días.
En su evaluación, el Gobernador de la Provincia del Chubut Mariano Arcioni; y el Intendente de Comodoro Rivadavia Juan Pablo Luque y sus pares de ciudades cercanas, deberán poner en la balanza cada ítem para no errar el viscachazo: desde las restricciones probables y su impacto económico, hasta la vuelta al teletrabajo en quienes habían retornado a la presencialidad, pasando por el incipiente regreso a clases de los escolares, entre otros puntos calientes.
El propio Luque manifestó hace unos días que “hay que estar atentos y no relajarnos”, poniendo el acento sobre el aumento considerable de casos de Covid-19 a nivel nacional e insistió sobre los cuidados individuales, ante los más de 10 mil casos diarios en el país, algo que no venía sucediendo desde el año pasado y, si bien adujo que en Comodoro por el momento la situación no es grave, “hubo un pequeño aumento de los casos detectados”.
Por su parte, el subsecretario de Control Operativo de la Municipalidad, Ricardo Gaitán, dijo que el aumento de casos positivos responde a un relajamiento generalizado de la gente, en el marco de un fin de semana largo muy movido que incluyó clausuras y muchas alcoholemias positivas en los exhaustivos controles.
Ante esa relajación, el Ministro de Salud de Chubut, Fabián Puratich, deslizó en los últimos días la posibilidad de volver a restringir la circulación nocturna, como una de las medidas a revisar para contener el crecimiento de los contagios del Covid-19, y que le preocupa la falta de cuidados que observa en la gente.
Comodoro transita desde hace algunos meses una meseta en la cantidad de contagios, que no supera el centenar como solía pasar en los momentos más complicados de la pandemia, y en las últimas semanas casi no se registraron fallecidos. Sin embargo, la ciudad está en alerta ante un inminente aumento de contagios y la consecuente complicación al sistema Sanitario, lo que traería consigo nuevas -o viejas- restricciones.
Paralelamente, las vacunaciones marchan al ritmo de la recepción de dosis que tiene la provincia. Por caso, esta mañana el Secretario de Salud comodorense, Carlos Catalá, enfatizó que de contar con 1.200 dosis hoy la situación sería diferente, pero al día de hoy, sólo se contaba con 400 unidades en el Gimnasio N°2 y otras 300 en el Gimnasio N°4; cifras insuficientes para contener a la cantidad de gente que se agolpó, en especial adultos mayores, para satisfacer su turno o gestionar lo que, mediante la tecnología no pudieron obtener.
Todos están de acuerdo en que algo hay que hacer. La pregunta es qué y cuándo. ¿La gente estaría dispuesta a aceptar nuevas restricciones? ¿Quién financiaría un nuevo cierre para hacer que la gente «se quede en sus casas»? Si se dispone un cierre total, ¿quién controlaría la economía informal, especialmente ? Los intendentes ya avisaron que no tienen margen. Si no se hace nada, ¿podemos ir a un colapso total del sistema?