La suba de precios se hizo sentir tanto en los mercados del petróleo, el trigo, maíz, soja, el gas natural y los metales como el níquel, y el oro, y se estima tendrá diversos efectos, sobre el movimiento de divisas y la inflación.
El barril de petróleo alcanzó el lunes último en Nueva York su mayor cotización en 14 años, luego de que los Estados Unidos advirtiera la posibilidad de un bloqueo total a las compras de crudo y gas provenientes de Rusia -algo que finalmente se concretó-. Esta suba se trasladó al precio de los combustibles que en los Estados Unidos se reflejó en la nafta que alcanzó USD 4,10 por galón, equivalente a USD 1,10 por litro.
En ese marco, los inversores rápidamente buscaron refugio en activos de alta calidad y el oro subió 1,7%, alcanzando los USD 2.000 por onza, y arrastró el precio del resto de los metales. El níquel aumentó hasta un 90% en uno de los movimientos de precios más extremos jamás vistos en la Bolsa de Metales de Londres, según publica Infobae.
En el caso de los granos y oleaginosas, los precios del trigo alcanzaron máximos históricos, porque la guerra que desató Rusia contra Ucrania afecta a dos de los cuatro países más importantes del mundo de la oferta mundial, con 25% de las exportaciones globales.
“Para Argentina, los efectos son significativos considerando su posición en cuanto a exportaciones de granos principalmente. Por un lado, de mantenerse los altos precios de los cereales, sería una oportunidad puesto que implicará un mayor ingreso de dólares al país y permitirá fortalecer las reservas. Por otro lado, el efecto negativo viene claramente por el lado de la inflación”, analizó la economista Yanel Lohis.
“El costo del pan se vería directamente afectado por la suba del precio del trigo y cabe esperar que esto genere mayor presión inflacionaria en alimentos. De hecho, un aumento de alrededor de 10% en los panificados podría agregar casi medio punto a la inflación, sin considerar los efectos indirectos”, dijo la especialista.
Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico del Centro de Estudios Equilibra, dijo que los efectos positivos de la suba de precios de commodities agrícolas son directos
“Vamos a tener más dólares por los mismos volúmenes exportados”. Aunque por otro lado advirtió: “En energía, en cambio, es más lo que perdemos que lo ganamos. La pregunta es ¿A qué precio vamos a poder importar el Gas Natural Licuado (GNL) para abastecer a los hogares y a la industria en el invierno?”.
Según Sigaut Gravina, se puede esperar mayor inflación en alimentos. “Se ve en los granos y en la energía. El trigo subió mucho pero aumentó después de que se cosechó y se exportó, por lo cual no va a haber un impacto significativo porque ya se habían fijado los precios. Hay que tener en cuenta que el cereal se levanta entre noviembre y febrero y ya estaba casi todo exportado para los primeros días de marzo. Por eso el harinero sube el precio”, destacó.
En línea con sus colegas, el economista y doctor en Relaciones Internacionales, Pablo Kornblum, remarcó que el impacto en la Argentina es dual. “Por un lado, como país agroexportador se puede aprovechar el incremento de los precios de los alimentos para hacerse de divisas. Como contraparte, tendremos que pagar más por la energía que debemos comprar a nuestros vecinos sudamericanos”, analizó.
“A ello hay que adicionarle la inflación importada a nivel global, que suele tener un impacto rápido en nuestras góndolas y el variopinto de insumos y bienes de capital por una falta histórica de políticas de incentivos y capacidades», detalló.
»Sobre todo, industriales y de alta tecnología que las adquirimos del exterior, ya que no contamos con un buffer de contención estatal que pueda evitar el desacoplamiento entre la rápida suba de precios en un primer momento, con un más tardío incremento en la recaudación que permita, junto con un proceso de estabilización, generar una política de aranceles y subsidios para amortiguar las subas”, afirmó Kornblum.