“Presa por trabajar, presa por vender diarios”

Una vecina de 58 años, cuyo único ingreso era la venta de diarios, acusó a los empleados de seguridad de una cadena de supermercados de desalojarla violentamente en el lugar donde ejerce su venta. Máxima…

jueves 29/07/2021 - 23:03
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Una vecina de 58 años, cuyo único ingreso era la venta de diarios, acusó a los empleados de seguridad de una cadena de supermercados de desalojarla violentamente en el lugar donde ejerce su venta.

Máxima se quedó sin trabajo en plena pandemia de Coronavirus, y para afrontar sus gastos cotidianos decidió comenzar a vender diarios. Día a día los compraba con el único dinero que tenía, para venderlos y poder asegurarse un plato de comida en la mesa.

La mujer de 58 años eligió el exterior de la sucursal de La Anónima, ubicada en calle 13 de diciembre del barrio 9 de julio, para ejercer de canillita. Solo pudo hacerlo tranquilamente durante unas pocas horas, porque esto no era del agrado del personal de seguridad del local.

“Sufrí el primer día la agresión violenta del supermercado La Anónima. Los vigilantes que están en la puerta, los policías que están adentro, me echaron como un perro. ¡Fuera, acá no se puede estar! Esto es propiedad privada, la vereda es propiedad privada, pertenece a La Anónima”, describió a Comodoro24 sobre los primeros momentos en ese sector.

En ese instante, les respondió que la vereda era pública, y que no iba a retirarse de allí. Incluso llamó a la policía por el trato hostil de los empleados de seguridad. “Vino el patrullero y me puse a llorar desconsoladamente porque había comprado mis diarios con toda mi plata y no tenía un peso más”, narró la mujer.

Pese al amargo episodio inicial, un oficial empatizó con ella y le pidió “señora por favor no llore, porque usted puede ser mi hermana, venda sus diarios”. Enseguida, el mismo uniformado les dijo a los empleados que la echaban: “La señora está trabajando. Dejenla tranquila, ella va a vender sus diarios». El mismo se dio vuelta y le confió «usted venda sus diarios, nadie la va a molestar”.

Todo parecía haber quedado atrás cuando recibió un buen gesto por parte de uno de los empleados. “Un día llovía terriblemente y hacía frío, casi me llevaba el viento, y había uno solo de todos esos vigilantes, un chico jovencito de ellos, me dijo ‘señora póngase ahí’ -al resguardo en la puerta del local-  porque yo temblaba, y me dejaron estar como una semana”.

Pero pasaron los días y la tortuosa escena amenazaba con repetirse. “Cuando pasó la semana vino otro de la misma empresa, malo como el diablo –describe- y me dijo ‘usted no puede estar acá’”.

Nuevamente estaba siendo echada de su puesto por estar frente al supermercado. La señora trabajadora, que había agarrado cajas de cartón que todo cliente puede llevarse, fue despojada violentamente de ellas y la empujaron hacia la calle “como un perro”.

“El señor de seguridad me dijo que iba a llamar a la policía y me iban a meter presa. Presa por trabajar, presa por vender diarios”, dijo Máxima, al mismo tiempo que se quebraba en llanto en su pedido para que la dejen trabajar en paz.

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