Las tarjetas de crédito son una de las formas más accesibles de financiación para las familias, pero su uso se vio gravemente afectado por la cuarentena.
La cuarentena impuesto a partir del 20 de marzo de este año por el Gobierno paralizó gran parte de la actividad económica, lo cual también se refleja en los montos financiados por los bancos a las familias, en particular en lo que hace a las tarjetas de crédito.
De hecho, esta situación marca una clara diferenciación frente a lo sucedido con el resto del crédito al sector privado, básicamente de corte comercial, ya que éste se disparó durante el mismo período, como consecuencia de que cada vez más empresas y trabajadores autónomos recurrieron a las líneas subsidiadas diseñadas para sostener al sector productivo en medio del parate económico generado por la crisis sanitaria.
Según los analistas, esta disparidad se debe a que en términos agregados, los consumidores optan por mantener al mínimo posible su nivel de endeudamiento, dada la caída de sus ingresos y la incertidumbre sobre el futuro.
En el caso puntual de los montos financiados a través de tarjetas de crédito, las cifras correspondientes a junio muestran un derrumbe de tal magnitud que para buscar una cifra similar hay que retrotraerse nada menos que a noviembre de 2018.
En efecto, según los datos proporcionados por el Banco Central, que publicó el sitio ‘iProfesional’, en aquel mes el monto rondaba los $38.200 millones, cuando en el mes pasado por este mismo concepto la cifra alcanzó a $39.500 millones.
Claro está, que entre una y otra fecha no solo pasaron 43 meses sino que también se acumuló una inflación del orden del 210%, por lo que si ese monto se ajustara a la actualidad, sería del orden de los $105.000 millones.
Curiosamente, esta cifra es prácticamente similar a la registrada en marzo pasado, cuando se decretó la cuarentena. Es más, si se compara el monto financiado en junio frente dicho mes, el derrumbe es del orden del 63 por ciento en apenas un trimestre.
Finalmente, si se compara junio de 2020 frente a igual mes del año anterior, la caída es del orden del 48% (el monto sería considerablemente más elevado si se ajustaría por inflación).
El derrumbe de los montos financiados con tarjetas de crédito no es ni más ni menos que el reflejo de lo sucedido con las ventas minoristas, que cayeron en junio un 35% frente a igual mes del año anterior.
Por otra parte, la baja de las ventas de los consumos no esenciales en todo el país habría sido aún peor, pues superaría el 43 por ciento.
De acuerdo con un relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la apertura por regiones muestra que en el AMBA la caída fue del 49% mientras que en el resto del país rondó el 20 por ciento.
Según el mismo informe «todos los rubros medidos declinaron frente al menor consumo generalizado que provoca la caída en los ingresos, la menor circulación de gente en las calles, y la incertidumbre».
Pero junio no es una excepción, ya que en el acumulado del primer semestre el derrumbe de las ventas del comercio minorista pyme ronda el 33% frente a igual lapso de 2019, según detalló la entidad.
No obstante, el declive de las ventas, tanto bajo la modalidad online como en los locales habilitados fue menor que en mayo debido a que en este mes se suavizaron las restricciones, previo al retroceso a la fase 1 decidido a partir del 1 de julio y hasta el 17 de este mes.
En el caso del AMBA, los rubros no esenciales cayeron más del 60%, mientras que en el resto del país declinaron un 20,3%.
Si se hace una apertura por rubros, en indumentaria, la caída promedio en el país fue de 47,5%, con un descenso de 23,3% en el interior del país y de 71,7% en AMBA.
En Ferreterías, materiales eléctricos y para la construcción las ventas anuales se redujeron 22,9% para el promedio país.
Por su parte, las ventas de alimentos y bebidas disminuyeron más del 19%, «aunque el descenso es muy importante; buena parte se explica por el fuerte traslado de ventas hacia los hipermercados, sobre todo en CABA y Gran Buenos Aires», según apunta CAME.
Finalmente, el rubro con menor caída interanual en el mes fue farmacias (-12,7%), siempre medidas en cantidades. Divididas por zonas, la retracción anual es del 16,8% en el AMBA y el 8,6% en el resto del país.
«Hubo muchos faltantes en los comercios, en parte por falta de liquidez para comprar stock y proveedores que solo aceptaban la facturación en efectivo. Eso, más la poca circulación de gente y los protocolos que no permiten más de una o dos personas a la vez en el negocio, aplastaron la venta», según CAME.