Las autoridades cerraron ayer una discusión que duró quince días y que consistió en convencer a las grandes compañías de consumo masivo en incorporar el programa primeras marcas. Los detalles de este compromiso.
El Gobierno, y particularmente la cartera de Desarrollo Productivo que dirige Matías Kulfas, se anotó un nuevo poroto esta semana, al cerrar con las principales empresas de consumo masivo el relanzamiento del programa de Precios Cuidados con una fuerte presencia de primeras marcas y algunas bajas importantes en los valores de comercialización.
La encargada de liderar la negociación con las compañías, que duró unos 15 días, fue la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, quien fue parte del equipo económico que ideó este plan en 2014 y que ahora, de regreso, buscó recuperarlo con las mismas características de ese entonces: marcas líderes, precios de referencia, mayor presencia de señalética y una fuerte injerencia del Estado en materia de control. ¿Cómo fue este ida y vuelta entre el Gobierno y las empresas? ¿Cuán dura fue la negociación para que finalmente Coca-Cola haya tenido que acceder a volver a ofrecer su producto insignia a un precio “cuidado” por tres meses?
Cuentan en varias de las compañías que la gran obsesión de Español fueron las primeras marcas, comenta INFOBAE. El precio, se discutía; la marca no. Pero no en todos los casos le salió bien. Lo logró con varias, como las hamburguesas Paty, los pañales Pampers y Hugghies, la cerveza Quilmes, y la Coca-Cola, entre otros, pero no pudo con algunas que hubiera querido tener y las empresas se plantaron. Hubo casos en los que las firmas pudieron convencerla con otra segunda marca, pero en algunos otros casos la negativa de la compañía a aceptar ofrecer determinado producto en el programa hicieron que no ingrese con ninguno.
La negociación con el aceite fue compleja. Español quiso tener un solo interlocutor y fue el titular de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA), Gustavo Idígoras, el elegido. En la primera reunión, la funcionaria intentó reflotar el viejo fideicomiso que existió durante el kirchnerismo, mediante el cual la exportación financiaba el precio congelado del mercado interno, pero la negativa fue rotunda. “Tráiganme propuestas de marcas líderes”, les dijo a cada uno con el que se juntó por primera vez, luego de explicarles el objetivo del relanzamiento del programa.
“Te doy 48 horas y quiero una propuesta escrita por mail. Pero no me llames, yo te llamo”, le dijo a los aceiteros. Y lo mismo repetía a otras empresas, ella o sus colaboradores, Matías Alem y Laura Goldberg, directora nacional de Defensa del Consumidor. Finalmente, y ante idas y vueltas y falta de acuerdo, el lunes por la mañana la funcionaria llamó a Idígoras y le dijo cuáles serían los aceites que entrarían al programa y en los dos formatos que finalmente están incluidos: la botella de litro y medio y la de 900 centímetros cúbicos. La marca Cocinero no está, pero los valores salidos de fábrica acordados fueron menores a los deseados por la industria.
Tampoco está la marca La Serenísima en leche fluida, aunque fue el deseo de la cartera productiva. Lograron, en cambio, volver a reinstalar la marca Armonía, que permaneció durante varios años en el programa hasta que fue reemplazada por La Martona, el año pasado. Según precisaron en el sector lácteo, la empresa le explicó los motivos: Armonía es una marca reconocida y valorada y que ya venía participando del programa, por lo que finalmente aceptaron avanzar con esta segunda marca.
“Nos llamaron, nos reunimos con Goldberg y con Alem y lo primero que nos dijeron era que querían primeras marcas y que ya no aceptarían que entren y salgan productos como sucedía con el macrismo, cuando Precios Cuidados funcionaba como una vidriera de los lanzamientos para las compañías”, señalaron en una de las empresas involucradas. Y así también lo dijeron Español y el ministro Kulfas ayer durante la conferencia de prensa.
También en este caso la obsesión era una marca determinada. Pero tras largas discusiones y argumentaciones por parte de la firma, finalmente el Gobierno aceptó avanzar con otra. “Esta marca no, quiero ésta. Quiero un programa de marcas A», fue el pedido de la funcionaria. «Le explicamos que el envase de la marca que ellos querían se nos iba mucho el precio y finalmente aceptaron repensar”, afirmó la fuente empresarial, quien agregó que le pidieron el precio salido de fábrica y el sugerido de venta, pero finalmente sólo les confirmaron el valor al cual ellos venderían. Y el precio sugerido por esta empresa era más alto del que finalmente pusieron en la lista final, por lo que les quitaron margen a los supermercados.
Sin embargo, fuentes del supermercadismo consideraron la negociación como “muy razonable” y si bien admitieron que en algunos casos perdieron rentabilidad, también aseguraron que en otros casos mejoraron sus márgenes. “Si bien fue una negociación exigente, estos no son Guillermo Moreno. No es el kirchnerismo que conocimos en otro momento”, dijeron en otra de las empresas, en referencia a que con esta gestión por lo menos se puede discutir, aunque finalmente la última palabra la tenga Comercio. La fuente remató: “Paula Español no es Heidi, pero tampoco Maléfica”.
De hecho, en algunos casos no hubo acuerdo y grandes empresas no están en el programa. Es el caso de Ledesma con el azúcar, por ejemplo, con la que no hubo consenso en materia de precio y finalmente quedó afuera. Lo mismo pasó con otras como Baggio, por ejemplo, con la que hubo varias reuniones. O con Pepsico, que tampoco está en el programa e integra la lista de los grandes proveedores alimenticios.
Desde otra compañía, que finalmente no ingresó al programa, aseguraron que se les pidió propuestas en tres categorías. A los pocos días la empresa cumplió y la respuesta de Español fue que eran productos caros para estar en Precios Cuidados. Y les pidió un alimento característico del mercado y de gran consumo popular. “Necesitamos que esa marca esté, por favor”, le dijo Español al representante de la compañía, en más de un llamado telefónico.
Pero la respuesta fue que no podían ingresar con ese artículo y le insistieron con los que ya le habían sugerido, que también eran primeras marcas. Pero la funcionaria insistió: “Eso hoy no me sirve porque quiero productos básicos, representativos de un consumo promedio de la población”. Y hoy la empresa no está en el programa.
La negociación fue dura en algunos casos y más sencilla en otros, en donde las propuestas de las compañías se ajustaron exactamente, o casi, a los deseos del Gobierno. ¿Están satisfechas las empresas con este acuerdo? En general, sí. Aseguran que es momento de contribuir a la baja de la inflación y de enderezar la economía. Otras aseguran que también les sirve porque tracciona ventas en un momento de fuerte caída. Pero los pingos se ven en la cancha, como dice el dicho. Y la prueba de fuego será en los próximos meses, con la evolución del dólar y la inflación.