Cada día crece más la tendencia de utilizar el celular como un diario a primera hora de la mañana. Sin embargo, revisar Facebook, Instagram, Twitter, responder mensajes en WhatsApp y muchas otras acciones que llevamos a cabo con nuestro aparato predilecto en el comienzo del día, terminan siendo perjudiciales para nuestra salud.
¿Quién no agarra el celular dentro de la primera hora después de haberse despertado? Según indica un estudio realizado por Deloitte, casi nadie. En base a una encuesta realizada a 53mil personas de todo el mundo, el 96% de las personas consultadas utilizan el celular dentro de la primera hora que transcurre tras haberse despertado.
El número parece escalofriante y despierta una alarma con respecto a la dependencia que muchos habitantes poseen con respecto a los aparatos tecnológicos.
Es que diariamente, utilizar el celular a la hora de despertarse, se ha convertido casi en una necesidad. Apagar la alarma del celular, chequear la temperatura, los últimos mensajes en WhatsApp, el email o los últimos tweets del portal de noticias preferido para arrancar el día, son acciones de lo más comunes y automáticas en estos días.
Aunque, dicho procedimiento trae sus consecuencias. Para empezar, la luz de la pantalla del celular suele ser más intensa que la de nuestro entorno –por razones obvias, ya que si no fuera así, no se podría ver- y esto, a la larga, afecta a la vista. Como también en el momento despierta al cerebro ante el cambio de intensidad de la luz.
Sin embargo, el perjuicio más evidente se produce a la hora de revisar el celular. Es que, al explorar las redes, chequear emails o mensajes, ver cómo será el clima durante el día, se expone al cerebro ante una cantidad excesiva de datos e información cuando apenas comienza a despertarse, por lo que, incluso antes de levantarse para realizar las primeras actividades, el cerebro programa el día en base a lo recién leído.
Esto provoca una elevación del estrés y la ansiedad, por la sensación de tener mucho por hacer y cortar tan repentinamente el descanso.
Este proceso parece no tener fin ante las contundentes cifras de la cantidad de personas que chequean el celular dentro de la primera hora luego de despertarse, y también, debido a la dependencia que se crea por las redes sociales, que crea una necesidad de estar presentes en el espacio cibernético la mayor cantidad de tiempo posible para no perderse de nada.
Nuestra atención se focaliza en el celular y en la necesidad de “ponernos al día” con lo que nos perdimos de las redes mientras dormíamos. Los últimos posteos en Instagram, los últimos tweets, las noticias de deportes o la farándula que no leímos el día anterior, todas estas tareas pendientes generan una ansiedad difícil de controlar si no se realiza el chequeo diario de las redes y, mientras lo hacemos, dejamos de prestar atención en el resto de las actividades que hacemos. Por lo que desayunamos mal –si es que lo hacemos-, llegamos tarde a algún lugar y perdemos contacto físico con la gente que nos rodea.
Pero esto no termina acá, porque mientras más avanza el tiempo, más crecen las redes, más crecen nuestros contactos y más situaciones, objetos o personas de nuestro interés encontramos en internet, por lo que nuestro tiempo necesario para chequear las redes aumenta. Por lo tanto, “no somos capaces” de soltar el aparato hasta que Instagram nos avise que ya estamos al día por haber visto las publicaciones de las últimas dos jornadas, hasta que Twitter deja de cargar tweets en inicio porque llegó al límite, o cuando ya hemos chequeado todas las actualizaciones de noticias que más nos importan de nuestro portal predilecto.
La solución está a la vista, pero en los tiempos que corren, donde la información está más que nunca al alcance de la mano, parece ser muy difícil de alcanzar. Ahora, más que dejar de que la tecnología nos robe tiempo productivo o de descanso, debemos nosotros robarle tiempo a la tecnología y usarlo para nuestro bienestar, pero para esto debemos renunciar a la tendencia de “estar al día” en las redes, que hoy en día, parece haberse convertido en un vicio más.