La pregunta se viene viralizando desde hace días, gracias al Mundial épico del torbellino cordobés, y no va a parar. Este cordobés de 28 años viene brillando, desde hace dos años, en el Real Madrid, siendo para la gran mayoría uno de los tres armadores top de Europa. Pero, claro, cuando esto se ratifica en el máximo concierto internacional, es otra cosa. Y la pregunta se reformula, de manera más punzante: ¿cómo puede ser que la estrella del subcampeón del mundo no esté jugando en el mejor torneo del mundo?
Hace unos años, Facu estaba obsesionado con la NBA, -menciona infobae-. Se había convencido de que su estilo de juego caería perfecto y, a la vez, maravillado con lo que veía por TV y le contaban sus compañeros de Selección y el Real. «Si caés en un buen equipo, no te querés ir más», escuchó. Hubo algunas opiniones no tan positivas, pero en general él estaba decidido. Pensaba en destacarse en el Real, un par de años, y luego pegar el salto. Pero, en el camino, pasaron cosas. Primero, su nivel creció tanto que su importancia en la Casa Blanca fue tal que los dirigentes merengues empezaron a intentar bloquear su salida. O, al menos, no hacérsela fácil. Le subieron el contrato un par de veces y, por ende, también elevaron la cláusula de salida para la NBA, que siempre estuvo pero que, en cada extensión, se hizo más elevada hasta asustar hoy en día a varias franquicias. Y el base se empezó a sentir cada vez más cómodo en Madrid. Se hizo dueño del equipo y en el Real comenzaron a tratarlo como un dios. Pegó gran onda con el grupo y, algo determinante, su mujer cordobesa (Consuelo) se fascinó con el país y la ciudad. Encima, al poco tiempo, quedó embarazada y las prioridades cambiaron un poco. Para Facu y su esposa lo mejor era permanecer en Madrid hasta dar a luz (serán padres en los primeros días de noviembre). Y luego, hasta que la familia, con Sarah ya en este mundo, tenga una rutina armada. Por eso, por la extensión de contrato (firmó hasta 2024) que lo ubicó en el top 3 de los jugadores más caros del plantel y por la situación familiar, dar el salto quedaría mejor para otro momento.
La clave pasó por lo que ofreció (o no ofreció) la NBA. Equipos interesados hubo, hay y habrá. Pero hasta ahora ninguno presentó en la mesa una propuesta lo suficientemente seductora. Y, cuando se habla de irresistible, no solo se refiere a lo económico. Obvio que eso pesa y mucho, porque hay que pagar una alta cláusula de rescisión y porque en Estados Unidos los impuestos son mucho mayores (te sacan entre el 51 y el 42% del contrato, dependiendo del estado). Pero también porque una oferta refleja lo que te quieren. Varios equipos se comunicaron con el agente del jugador para manifestar deseos de llevarlo. Pero ninguno con lo esperado o al menos con la serie de requisitos que recibieron desde el lado del jugador. Un combo que incluye lo económico y lo deportivo: saber cuánto va a ganar y cuál será su protagonismo, al menos a priori (eso no se puede asegurar).
Campazzo tiene claro que en la NBA, al menos de arranque, no será fácil tener los minutos, el protagonismo y la tolerancia al error que goza en Europa. Aún tiene el sueño (aunque más escondido) de dar el salto. «Una fantasía que tenía cuando jugaba con mis amigos desde chico era ser Steve Nash o Jason Kidd», develó hace poco. Incluso le encantaría ir a buscar un nuevo (y gran) desafío en su carrera. Pero, claro, no a cualquier precio ni a cualquier costo. ¿Cuál es la clave entonces? Que un general manager y un técnico se sientan convencidos de él y le muestren un interés importante y verdadero. Dejar de especular y jugar fuerte en todo sentido. Apostar a un pleno para poder sacarse la grande.
Más allá de todo, por todo lo expuesto, horas después del Mundial parece muy improbable que el salto pueda darse para esta temporada, aunque seguramente algún equipo lo intentará, ahora convencido de que puede ser una pieza muy valiosa. Los reportes de los scouts que están en Europa siempre han sido muy elogiosos. Creen que el cordobés está, al menos, para base suplente de cualquier equipo, para jugar 20 minutos. Pero cuando esos informes llegan allá se diluyen. Managers y técnicos dudan, al menos por la plata que deberían poner (al menos un contrato de 12 millones por tres años). Y ahora, con este Mundial, quizá ya no. Será ahora o en 2020. Pero Facu merece la oportunidad. La va a tener, tarde o temprano. De lo contrario, nadie podrá entender como uno de los mejores bases del planeta no esté en el planeta NBA.